


El presente trabajo, se realizó poco tiempo antes de los dos sismos importantes que recientemente han tenido lugar en la Ciudad de México, el primero el 7 de septiembre y el segundo el 19 del mismo mes y que trágicamente conmemora, en esa misma fecha, pero del año 1985, otro siniestro que devastó la ciudad. Hoy se observa un alto nivel de solidaridad y de participación ciudadana en el rescate de personas, mascotas, bienes materiales importantes y la remoción de escombros, como en 1985, la población ha mostrado su apoyo de diversas maneras. La población que se destaca es la población juvenil, las y los jóvenes han participado en la habilitación de los lugares y en las labores de rescate. Estos acontecimientos han dirigido a resaltar en este trabajo, la importancia de la formación permanente en protección civil, formación que no ha llegado de manera homogénea a la población por distintas razones.
El territorio de México se encuentra sujeto a una gran variedad de fenómenos que pueden causar desastres. Por ser parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, México es afectado por una fuerte actividad sísmica y volcánica. Dos terceras partes del país tienen un riesgo sísmico significativo, que se debe principalmente a los terremotos que se generan en la Costa del Océano Pacífico, en la conjunción de las placas tectónicas de Cocos y de Norteamérica. Del gran número de volcanes que han existido en las distintas épocas geológicas en el territorio, catorce de ellos han hecho erupción en tiempos históricos y se consideran activos o representan zonas activas.
La ubicación del país en una región intertropical, lo hace sujeto a los embates de huracanes que se generan tanto en el océano Pacífico como en el Atlántico. Los efectos de estos fenómenos, en términos de marejadas y vientos, se resienten principalmente en las zonas costeras del Pacífico, del Golfo y del Caribe; las lluvias intensas que estos fenómenos originan pueden causar inundaciones y deslaves no sólo en las costas sino también en el interior del territorio. De los 25 ciclones que en promedio llegan cada año a los mares cercanos al país, cuatro o cinco suelen penetrar en el territorio y causar daños severos.
También se presentan lluvias intensas, con las consecuentes inundaciones y deslaves importantes, y con mucha frecuencia de manera independiente de la actividad ciclónica, debido a las tormentas que se generan en la temporada de lluvias. Por otra parte, la escasez de lluvia es evidente en diversas regiones que, cuando se mantiene por periodos prolongados, da lugar a sequías que afectan la agricultura, la ganadería y la economía en general. Asociados a la escasez de lluvia, están los incendios forestales que se presentan cada año en la temporada de seca y que en determinados años alcanzan proporciones extremas, ocasionando pérdidas de zonas boscosas y daños diversos.
Estos datos previenen sobre la necesidad de considerar a la Protección Civil como una herramienta de cuidado en sentido macro.
Por otra parte, se debe considerar que los programas desarrollados para la atención hacia la protección civil, han focalizado su construcción en el punto de vista masculino exclusivamente, dejando de lado la postura que las mujeres de la comunidad tienen en este rubro. El impacto de un desastre es un proceso, no es un evento aislado en un continuo de tiempo, es una serie de condiciones que han propiciado que el desastre irrumpa sobre determinada comunidad, causando daños en muchas ocasiones irreparables. En este punto tanto de la prevención como del rescate, es que las mujeres juegan un papel esencial, ellas en muchos casos, son las que se han dedicado a reestablecer las condiciones más adecuadas, las que trabajan en la calidad de vida de la comunidad y las que atienden incluso los aspectos emocionales de los integrantes de la comunidad posteriormente al evento disruptivo.
En el campo educativo, se han realizado campañas con distintas imágenes, logos y lemas, que tienen la intención de dar a conocer algunas acciones preventivas sobre desastres y siniestros, sin embargo no rebasan el primer plano visual. Algunos ejercicios de simulacro acompañan estas iniciativas además de escasas pláticas informativas. El recuento lleva a mirar a la protección civil como información adicional, desdibujando y opacando la importancia que conlleva para conservar la vida. En situaciones como esta, en que la naturaleza muestra el poder de su existencia, es que emerge la protección civil, como un campo que requiere atención profunda y sistemática.
Se llevó a cabo la revisión documental relacionada a los contenidos de las especialidades técnicas tanto del Instituto Politécnico Nacional, como de otras instituciones públicas, en dicha revisión se buscó identificar temáticas de protección civil y el tipo de prácticas vinculadas al ejercicio de los recursos de la protección civil para prevenir, atender, gestionar y recuperar en las comunidades los daños al patrimonio y a las personas que han sufrido los desastres y siniestros, considerando su vulnerabilidad y recursos.
En las instituciones de educación media superior de la Ciudad de México, la formación en protección civil es prácticamente inexistente, en la currícula de la UNAM no se cuenta con contenidos que hagan alusión a ella y en los bachilleratos tecnológicos, se aborda como parte de alguna materia complementaria, eso, en el caso que las especialidades técnicas revisen protocolos de seguridad e higiene laboral. En el Instituto Politécnico Nacional, en el nivel medio superior, se ofrecen 35 especialidades técnicas escolarizadas y 15 no escolarizadas, una buena parte de ellas contemplan contenidos sobre seguridad industrial, pero no se ha considerado una especialidad que específicamente revise los contenidos necesarios para formar técnicos en protección civil. El propósito de este trabajo es dar cuenta de la propuesta sobre esta nueva especialidad técnica.
La formación en protección civil mantiene distintas vetas de desarrollo, que a su vez, se ocupan de distintos ámbitos de trabajo específico, entre ellas se encuentran:
- La prevención
- La atención durante los siniestros y catástrofes
- La recuperación de las comunidades
- La vinculación con las autoridades, instituciones, empresas y comunidades que funciones como vigilantes permanentes y proactivos en la protección civil.
La propuesta académica tiene la intención de formar un profesional técnico que sea capaz de integrar estos 4 aspectos, situándolos en el contexto a tratar, considerando las costumbres y cultura de los lugares, e introduciendo los recursos de la protección civil a la cosmovisión de los habitantes, considerando principalmente a las comunidades en riesgo y de alta vulnerabilidad. En el caso de esta propuesta educativa ciudades como la Ciudad de México, es un objeto de estudio que contempla varias regiones que deben atenderse con una postura heterogénea, es decir, teniendo en cuenta que las delegaciones políticas viven con especificidades y necesidades particulares, por lo que la atención debe considerarse así. En caso de desastres y siniestros, las demarcaciones políticas no son un referente preciso, es por ello que se debe tener la competencia técnica y humana para comprender las diferencias y retomar los elementos de apoyo/vulnerabilidad de cada región. En el caso del interior del país, la extensión territorial es mayor pero la heterogeneidad de recursos y condiciones de negociación entre pueblos y estados, permanece.
El técnico en protección civil del IPN, será considerado como el primer técnico que se haya formado no sólo en prevención, atención, recuperación y vinculación, sino también operará con la capacidad de entender la diversidad de los entornos y actuar en la organización de primer impacto de forma respetuosa, ágil y competente.
La modalidad que se propone es mixta, contemplando la revisión de contenidos académicos y técnicos a través del uso de las plataformas que el Instituto Politécnico Nacional ya posee, en virtud de contar con 15 carreras virtuales en funcionamiento y que ya contemplan los contenidos del bachillerato general. Falta construir la currícula del especialista técnico, para lo cual se convocará a especialistas posgraduados que enlacen los conocimientos teórico-prácticos que México requiere durante un acontecimiento de desastre o siniestro. La parte presencial, se llevará a cabo a través de prácticas vivenciales en empresas con las que el Instituto Politécnico Nacional, ya cuenta con convenios previos.
La carga propuesta para la acreditación virtual es del 80% y las prácticas el 20% diferido en los 4 semestres en que se cursa la especialidad técnica, sumado a los 2 semestres iniciales de tronco común, conforman un total de 6 semestres con 250 créditos. De acuerdo al reglamento institucional, el y la estudiante podrá obtener su título como Técnico en Protección Civil, después de haber cumplido con un servicio social de 240 hrs y haber gestionado la documentación requerida como su certificado, carta de pasante, liberación de servicio y carta de no adeudo. Su bachillerato les permitirá ingresar a la carrera que elijan, siempre y cuando acrediten el examen de selección propuesto para el acceso a nivel superior.
La gestión de una nueva especialidad es un proceso complejo y exhaustivo. La revisión de planes y programas se lleva a cabo a través de una comisión que revisa e identifica, la pertinencia de los contenidos y sus prácticas para construir las competencias que establezcan vínculos suficientemente especializados y congruentes, con la realidad que será abordada con las herramientas técnicas adecuadas. En este caso, la propuesta elaborada se encuentra en revisión, ya que de manera cuidadosa y seria, se pretende la integración de los contenidos, declarativos, procedimentales y valorales, en una nueva especialidad cuya urgencia es evidente.
Las condiciones geológicas del país, requieren un profesional técnico que sepa resolver con agilidad y certeza –en la medida de lo posible-, las problemáticas emergentes en un desastre/siniestro, que aporte a la organización de los técnicos e ingenieros más especializados, para que el rescate sea más eficiente considerando las necesidades específicas de la población afectada. Todo esto como parte de las acciones de atención primaria, en la que el técnico en protección civil puede aportar por su conocimiento integral y práctico, la intención es que no sólo actúe en el momento del desastre, sino que también fortalezca las acciones de prevención, llegando a comunidades de acceso difícil por su geografía, pero también a los lugares urbanos que poco han recibido de instrucciones específicas para las necesidades de su entorno.
La especialidad técnica en protección civil es una formación relevante para el caso específico de México y otros países que se encuentran geológicamente vulnerables, respecto a sismos y huracanes.
La especialidad técnica, posee la ventaja de unificar la formación del nivel medio superior con la formación simultánea de los contenidos que un especialista técnico debe manejar.
Los y las jóvenes que estudian bachillerato, pueden iniciar con esta formación para luego promover el establecimiento de carreras también especializadas.
Las instituciones de educación superior, considerarán en sus planes y programas los contenidos de la protección civil, no como información optativa, sino como una formación que es importante para la salvaguarda de la vida. Esto con el fin de entender a la protección civil como una cultura de vida, como una forma de mirar el entorno con precaución y proactividad, cono agencia y no como sobrevivencia.
El respeto a la diversidad de las comunidades es fundamental, al igual que la integración de los sectores femeninos, ya que en muchos momentos del proceso de prevención, rescate y reconstrucción, son ellas las que se encuentran presentes performativamente, es decir son quienes actúan y conocen con mayor detalle, las vulnerabilidades del hábitat. El acceso a un bachillerato tecnológico dirigido hacia este sector, es una tarea importante en educación.
Agradecemos a la ORP la oportunidad de presentar nuestras reflexiones en este importante evento.
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