Cómo el estrés es contagioso
Cómo el estrés es contagioso
La palabra contagioso evoca, con razón, pensamientos de infección bacteriana o viral que se transmite de una persona a otra. La idea de que los factores psicológicos pueden ser contagiosos no es tan conocida. Los estados psicológicos, incluido el estrés, pueden transmitirse de una persona a otra, de forma similar a las enfermedades infecciosas tradicionales.
Grandes conjuntos de datos sobre la salud y el comportamiento humanos han permitido a los científicos estudiar la interconexión psicológica. El análisis de las redes sociales, tanto en la vida real como en línea, ha revelado que características que van desde la felicidad hasta el tabaquismo y la obesidad pueden transmitirse de una persona a otra (y a otra). Este trabajo corrobora las advertencias de tus padres sobre la presión de grupo: estamos fuertemente influenciados por los comportamientos de quienes nos rodean.
Los sentimientos y la fisiología del estrés muestran el mismo contagio. Este patrón es obvio para cualquiera que haya observado a un orador público con dificultades. La audiencia puede sentirse tan estresada como el orador. En la investigación sobre el estrés humano, una forma de provocar una respuesta al estrés es pedir a las personas que hablen en público. Las encuestas suelen situar a hablar en público entre los primeros lugares de la lista de los mayores temores de las personas. También es eficaz para provocar una respuesta fisiológica al estrés en forma de aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el cortisol.
En nuestro laboratorio de estrés, pedimos a las personas que den un discurso frente a asistentes de investigación capacitados para observar pasivamente al orador, sin mostrar ninguna reacción. Esta situación de observación social pasiva es notablemente eficaz para provocar una respuesta de estrés en el hablante. La falta de reacción por parte de los asistentes de investigación parece de algún modo peor que la retroalimentación negativa.
Después de realizar esta investigación durante muchos años, mi colega y yo observamos que el discurso parecía eficaz para provocar una respuesta de estrés en nosotros y en los hablantes. Por supuesto, estas fueron sólo observaciones anecdóticas, pero nos llevaron a diseñar un estudio de investigación para probar si podíamos observar cambios fisiológicos tanto en los observadores como en los hablantes.
Para evaluar tales respuestas, recolectamos muestras de saliva para medir la hormona del estrés, el cortisol. Lo que encontramos nos sorprendió: cuando los hablantes mostraron respuestas altas de cortisol, los observadores también mostraron respuestas altas. Describimos esta coincidencia como "resonancia fisiológica". Era como si el sistema de estrés del hablante tuviera un impacto directo sobre el sistema de estrés de los observadores.
Quizás esto no debería habernos sorprendido, dado el contagio de todo tipo de sentimientos y comportamientos observados en las personas a lo largo de los años. La pregunta que sigue sin respuesta es: ¿Qué aspectos de la conducta del hablante inducen al observador a producir una respuesta de estrés? Las investigaciones se han centrado en las voces y las expresiones faciales de los hablantes, pero ninguna descripción simple ha proporcionado un vínculo fuerte entre el comportamiento observado en una persona y las respuestas fisiológicas en otra.
Procesamos una variedad de señales sociales cuando interactuamos con otros. Esto nos permite evaluar el bienestar de nuestros amigos y vecinos. Esto también nos permite la capacidad de detectar amenazas potenciales en el entorno. Si tu vecino muestra signos de estrés, será mejor que le prestes atención. Lo que impacta a tu vecino probablemente también te afecte a ti. Esta sensación es un vestigio de nuestra historia evolutiva. Hay muchos ejemplos de otros animales que captan señales de estrés unos de otros. La detección rápida del estrés de nuestro vecino podría darnos una ventaja para evitar las peores consecuencias del estrés.
El contagio del estrés puede ocurrir en muchos entornos, impactando la dinámica familiar y laboral. Este contagio demuestra nuestra interconexión, incluso a nivel fisiológico. También representa un desafío de salud pública no solo para quienes están bajo estrés sino también para otras personas en su entorno.