Los accidentes laborales se disparan entre los temporales en Cataluña
Los accidentes laborales se disparan entre los temporales en Cataluña
La siniestralidad laboral vuelve a crecer. En Cataluña se han registrado este año 75.667 accidentes, el 13% más que hace dos años, cuando la tendencia a la baja de la accidentalidad en el trabajo se truncó. Ese aumento, además, es desigual entre indefinidos y eventuales. La cifra de accidentes en Cataluña engorda desde hace dos años por el lado más frágil: las víctimas que tenían un contrato eventual han aumentado un 41,4%; mucho más que las que trabajaban con uno fijo, que también se han incrementado, pero en un 4,3%.
A José Antonio Palomeque le ordenaron subirse a un andamio de más de tres metros de altura sin arnés ni casco en su primer día de trabajo. La ilusión de estar a un paso de conseguir un contrato laboral después de tres años en el paro pudo más que el miedo. El hombre de 41 años advirtió a su jefe de que no lo había hecho nunca. Antes de la crisis había sido soldador y no sabía qué precauciones debía tomar un peón en la construcción. “Si esto no es nada... Tú te pones arriba y yo te voy pasando cables desde abajo”, le tranquilizó este. Poco tiempo después, le escucharía gritar “¡José, qué te caes!”, antes de precipitarse sobre el suelo de un gimnasio en obras en Barcelona y perder el conocimiento.
Tres de cada 10 catalanes que sufrieron un accidente mientras trabajaban en 2015 tenían un contrato eventual, según la información que publica el Departamento de Empresa y Empleo de la Generalitat. El dato preocupa a los sindicatos, si se tiene en cuenta que los trabajadores temporales suponen dos de cada 10 asalariados, según la Encuesta de Población Activa (EPA).
La responsable de Salud Laboral de CC OO, Loly Fernández, considera que la relación es clara. “Que haya más accidentes tiene que ver con las características del empleo que se crea. Se firman contratos de una duración tan corta que lo primero que se obvia es la formación en prevención de riesgos”, denuncia. Más de 2,5 millones de contratos se han formalizado este año en el territorio. El 35% no superaba el mes de duración.
Palomeque, que llevaba tres años yendo adonde le llamaran y en las condiciones que le ofrecieran para llevar algo de dinero a casa, no quería perder la oportunidad de volver a cotizar. “A mí nunca me ha gustado trabajar sin estar dado de alta en la Seguridad Social. Pero con la crisis lo he tenido que hacer porque había agotado el paro y mis hermanos tampoco tenían empleo”, asegura. “No podía decir que no el primer día. Era subirme a ese andamio o irme a casa”, lamenta.
Una vez arriba, su jefe iba moviendo el andamio con él encima a medida que iba colocando el cable. Hasta que una rueda se soltó. Ya en el suelo, Palomeque no podía moverse, pero lo oía todo. “Había obreros de otra empresa que le decían que llamara a una ambulancia y que no me moviera. Pero mi jefe y un amigo suyo me arrastraron dos calles hasta dar con un taxi. Le ofrecieron dinero al conductor para que me llevara al hospital. Pero este no quiso a menos que alguno me acompañara. Así que mi jefe vino. Gracias a Dios, porque yo aún no había firmado ningún contrato”, explica.
El secretario de Salud Laboral de CGT y abogado del bufete Col.lectiu Ronda, Àlex Tisminetzky, considera que la dimensión del problema es incluso mayor. “Los datos reales son más altos porque hay una infradeclaración. Muchos empresarios no quieren declarar estos accidentes por miedo a denuncias y, los trabajadores, por miedo a perder el empleo”, asegura. Tisminetzky afirma que su despacho ha notado el aumento de víctimas en situaciones laborales precarias y considera que la ecuación “a más temporalidad, más accidentes y de mayor gravedad” se hace cada vez más evidente.
La formación en prevención es un paso obligatorio para todos los trabajadores, incluso para los que no pasarán más de un día en la empresa, recuerda el adjunto a la secretaría de Política Sindical de UGT, Dionís Oña. “Parecía que la cultura de prevención se iba a instalar finalmente en el mercado laboral. Pero ha habido modificaciones que han evitado que esto se consolidara. Por ejemplo, ahora los empresarios que emplean a menos de 25 personas pueden asumir las labores de prevención de riesgos, aunque no tengan la capacidad de hacerlo”, lamenta.
Como la pequeña empresa que llamó a Palomeque para que empezara a trabajar al día siguiente. Después del accidente, su jefe le realizó un contrato y le pagó las primeras nóminas. “Hasta que se enteró de la denuncia y me despidió por no cumplir mis funciones desde el 22 de octubre según decía el burofax. El mismo día de la caída”, asegura. Un año después, continúa de baja, con 13 tornillos en la cadera y otro en la mano, además de cicatrices en el rostro. Consecuencias de haber arriesgado su vida por un empleo del cual desconocía datos tan básicos como la duración o el salario. Ni siquiera lo había preguntado: “Hacía tres años que nadie me ofrecía un contrato”.
Fuente: EL PAÍS