El síndrome del burnout como riesgo psicosocial
El síndrome del burnout como riesgo psicosocial
La última década del siglo XX e inicio del siglo XXI se ha caracterizado por una notable influencia de cierta violencia psicológica causada en la salud emocional y en el disfrute de un ambiente sano y saludable en los lugares de trabajo. Muchas son las veces que se ha escuchado expresiones como: estoy quemado, estoy agotado,... etc. Este tipo de actitudes merecen una cuidadosa investigación con el fin de poner de manifiesto las causas que determinan ese cierto desfondamiento psicológico que trae al trabajador graves consecuencias.
Para realizar un estudio sobre este fenómeno se debe definir con la máxima precisión los diferentes conceptos a los que se va hacer referencia, como es el caso de estrés laboral y el síndrome de estar quemado o burnout, pues se trata de conceptos distintos, pero a su vez se trata de realidades que no se pueden comprender distorsionadas una de otra, el estrés es la reacción del organismo ante la sobrecarga de estímulos, y el burnout generalmente lleva incorporados sentimientos de fracaso.
Desde el punto de vista clínico el burnout es un estado al que llega la persona como consecuencia del estrés. Lo que se describe como un conjunto de síntomas físicos sufridos por el profesional y se caracteriza por un estado de agotamiento como consecuencia de trabajar intensamente.
Desde la perspectiva psicosocial se considera como una respuesta, principalmente emocional, siendo los factores laborales y organizacionales los antecedentes y condicionantes.
El síndrome del burnout se define como la respuesta al estrés laboral crónico integrado por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado.
Freudenberger describía el Burnout como una "sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de energías, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador" que situaban las emociones y sentimientos negativos producidos en el contexto laboral. El autor afirmaba que el Burnout era el síndrome que ocasionaba la "adicción al trabajo" que provocaba un desequilibrio productivo y, como consecuencia, la perdida de la motivación.
En concreto, el Burnout se describe como un estado de decaimiento físico, emocional y mental, caracterizado por un cansancio, sentimiento de desamparo, desesperanza, vacío emocional, y por el desarrollo de una serie de actitudes negativas hacia el trabajo, la vida y la gente, pues son una serie de respuestas a situaciones de estrés que provocan en la persona que lo sufre, un nivel de tensión elevado, que repercute en sus interacciones con los demás.
Actualmente la definición más acertada del burnout es la aportada por Maslach y Jackson con los tres ejes fundamentales de agotamiento emocional, despersonalización y realización personal reducida. Agotamiento emocional se refiere a la disminución y pérdida de recursos emocionales, la despersonalización o deshumanización consiste en el desarrollo de actitudes negativas, de insensibilidad y cinismo hacia los receptores del servicio prestado y, por último, la falta de realización personal es la tendencia a evaluar el propio trabajo de forma negativa, al reprocharse no haber alcanzado los objetivos propuestos, con vivencias de insuficiencia personal y baja autoestima profesional.
Las sucesivas aproximaciones al entendimiento del burnout no han conseguido delimitar con rigor una concepción pacíficamente aceptada. No obstante, nos ha permitido un mayor conocimiento del tema, trazando directrices que parecen inamovibles. En este sentido quedaría claro que el burnout aparece como consecuencia del estrés sometido o crónico, de larga evolución, básicamente en el entorno laboral. Se ha hecho evidente una asociación entre este síndrome y aquellos empleos que requieren un trato directo con personas. Por ello, una definición bastante completa, es aquella que lo define como “una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de ayuda, como resultado de las condiciones del trabajo”, apareciendo en todo tipo de profesiones que se dedican a la interacción con otras personas y, en general, cualquier profesión que esté en contacto con el público o clientes exigentes.
Se observa en las personas afectadas del síndrome una falta de energía y entusiasmo, una disminución del interés, se percibe la frustración, la desmotivación, aparecen los deseos de dejar a un lado el trabajo para ocuparse en otra cosa y sobre todo una gran desmoralización. Se sienten agotados todos los recursos humanos emocionales y no les queda nada que ofrecer a los demás. Ello conduce a desarrollar actitudes negativas (aumento del consumo de drogas, alcohol, tabaco, juego, etc.) y se insensibilizan ante los problemas que requieren ayuda. Aparecen frecuentemente los sentimientos de culpa y creen que no son capaces de resolver los problemas. El individuo se siente agotado, hastiado del trabajo, se aleja de la familia y de los amigos y a veces se hunde en la depresión, incluso en casos avanzados en el suicidio, le falta el control sobre sí mismo, y, por lo tanto, actúa de forma imprevisible. Se trata en definitiva de un estado de aislamiento emocional y social y de rigidez en el trato con los demás.