Responsabilidad Social Corporativa y Prevención de Riesgos Laborales

Responsabilidad Social Corporativa y Prevención de Riesgos Laborales

divendres, 12 novembre 2004

En el “Informe Forética 2004 – Situación en España”, que presentaban los resultados de la encuesta sobre responsabilidad social corporativa a una muestra de 1.000 empresas españolas y a 1.000 personas de entre 20 y 70 años, aparecían datos interesantes sobre el ritmo que tiene hoy en día la responsabilidad social corporativa, resaltando además, elementos significativos para el tema que nos convoca: la prevención de riesgos laborales.

De acuerdo con este informe, “las empresas se muestran optimistas con respecto a la conciliación de la vida laboral y personal de sus empleados”, destacando que el 98% de las empresas valora “(…) significativamente las condiciones de higiene y seguridad en el puesto de trabajo”. Este hecho, contrasta con la realidad conocida en el mundo prevencionista de que las tasas de siniestralidad laboral están muy por encima de lo deseable y de lo comparable con otras sociedades, al menos dentro de Europa; y por lo tanto, parecen surgir dudas sobre la real aplicación del comportamiento ético y responsable en contraste con su utilización para fines estratégicos.

La relación entre sociedad y trabajo está caracterizada por un constante cambio en su contenido valórico. La Revolución Industrial significó un cambio trascendental en las condiciones técnicas y sociales de la producción, y esto, sin lugar a dudas, trajo consigo un cambio en los valores éticos y morales en el trabajo.  La tendencia de esta modificación ha sido, desde el ojo social, dirigida hacia un intento por equilibrar el beneficio proveniente de la actividad productiva con los intereses sociales, entendiendo por éstos no sólo los netamente económicos, sino paulatinamente también los medioambientales y éticos.

Distando de intentar presentar una definición única es posible decir que al hablar de ética, se está hablando de lo que es bueno y malo; y en este caso, el de la ética empresarial, del balance entre lo que es bueno y malo para la sociedad en el marco de la actividad de las empresas, y para las empresas al realizar su actividad en el marco social. La evolución en este sentido, ha venido de la mano con los procesos expansivos e integradores de la economía mundial, poniendo énfasis en la responsabilidad que tienen las empresas por el uso de los recursos de la sociedad, lo que se ha venido potenciando con los procesos de globalización que estamos viviendo, traduciéndose en una ampliación de las demandas y expectativas de y hacia la empresa. De acuerdo con el Libro Verde “Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas”de la Comisión Europea, la responsabilidad social corporativa “(..)es, esencialmente, un concepto con arreglo al cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente más limpio. (…) Esta responsabilidad se expresa frente a los trabajadores y, en general, frente a todos los interlocutores de la empresa, que pueden a su vez influir en su éxito.”

Por otra parte, la prevención de riesgos laborales ha evolucionado también en este sentido. Las demandas sociales sobre la protección del trabajador, la salud de las personas y del medio ambiente, y la calidad de los productos son dimensiones que han zanjado la discusión y desarrollo de los acuerdos sociales y la normativa relacionada con ellas. En este sentido la responsabilidad del empresario recogida en materia de la relación laboral, y la responsabilidad de todos los integrantes de la organización en materia preventiva, elementos que señala la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, conforman un buen ejemplo de cómo estas expectativas sociales se transforman en normativa que marca el camino para un “comportamiento correcto”.

La tendencia no es local; diferentes iniciativas pueden señalarse como ejemplos para mostrar que la inclusión de políticas tendientes al comportamiento ético de las organizaciones y a la responsabilidad social corporativa es una expectativa más de los mercados y de la sociedad en su conjunto: los Principios de Actuación de Empresas Multinacionales de la OIT (1997), The Copenhagen Charter (1998), el Pacto Mundial (1999), el Libro Verde de la Comisión Europea (2001), Modelo Europeo de Excelencia Empresarial EFQM (2000) y la Global Reporting Initiative (GRI) (2003); sin olvidar que ya existen propuestas de normalización, como la Social Accountability (SA 8000).

Los modelos propuestos se basan en esquemas de gestión que se sostienen tanto en los principios de normalización como en los de auditoría, y se basan fundamentalmente en el cuerpo teórico del concepto de los grupos de interés o stakeholders, comprendiendo que la empresa debe ser rentable, pero a la vez que debe incluir en su definición estratégica los intereses legítimos de todos los grupos con los que se relaciona, basándose en el diálogo y la confianza como recursos morales que permitan equilibrar las expectativas sociales y las empresariales: de ahí la naturaleza multidisciplinar e integradora de estas propuestas como modelos de gestión y excelencia empresarial. Nuevamente, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales se presenta como un ejemplo, al considerar la consulta y participación de los trabajadores en las decisiones que les afecten, y su adecuada formación e información como pilares que sustentan su objetivo. Siguiendo a Domigo García Marzá[1], es necesario “(...) incorporar a la gestión diaria de la empresa las condiciones necesarias para el entendimiento y acuerdo entre los interlocutores implicados”, dentro de los cuales debemos contar, por supuesto, a los propios trabajadores de la empresa y a los interlocutores válidos de ella.

Es necesario abrir la discusión sobre la ética y la responsabilidad social corporativa en el marco de la prevención de riesgos laborales; mostrar modelos de gestión actuales tales como el SA8000 y su integración bajo la perspectiva del concepto de la gestión integrada de Prevención de Riesgos Laborales, Calidad y Medio Ambiente, y describir cuál es la realidad de las empresas hoy y cuales son las previsiones en cuanto a las demandas sociales que los propios mercados les están imponiendo, sin olvidar que la producción mediante la integración de recursos morales tales como el compromiso y la confianza son prácticas demostradamente rentables.

La rentabilidad de las empresas es, por supuesto, un interés legítimo; sin embargo, como es habitual en los foros de discusión sobre ética empresarial, surge el tema de la rentabilidad de la ética, pues considerar el comportamiento ético y responsable como un recurso, tal como hacemos al referirnos a la calidad, a la prevención de riesgos o al cuidado del medio ambiente, aparece de modo casi evidente su valor estratégico. Como apunta García-Marzá: “Un directivo ‘ilustrado’ sabe que la responsabilidad puede convertirse en un recurso estratégico, en un medio, para aumentar el beneficio económico. Ahora bien: ¿resolver problemas sociales es un deber porque aumentan los beneficios o porque es una responsabilidad moral hacerlo?”. En Prevención de riesgos parecemos estar acostumbrándonos a este tipo de debates: ¿debemos hacer prevención porque es rentable?, ¿o debemos hacerlo porque es moralmente correcto?, ¿o quizá por imposición legal? La pregunta que nos hacemos es si acaso la rentabilidad de una acción ética es un valor efectivo o si es sólo una percepción derivada de un pensamiento y una acción estratégicos.

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