La prevención de riesgos, ¿coste o inversión?

La prevención de riesgos, ¿coste o inversión?

dijous, 22 març 2001

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales del año 1995 pretendió dar un giro de ciento ochenta grados al tema de la seguridad y salud de los trabajadores, y pasar de la anterior cultura reactiva en la materia a otra eminentemente preventiva. Así, la norma tiene como objetivo promover la seguridad y salud de los trabajadores mediante la aplicación de medidas y el desarrollo de las actividades necesarias para la prevención de riesgos derivados del trabajo.

Esta Ley y sus normas de desarrollo establecen unos principios básicos, que se pueden resumir en universalización, coordinación, información, formación, participación, prevención, responsabilidad empresarial, integración, evaluación, planificación y actuación multidisciplinar.

El nuevo modelo concretó el método de implementación de la prevención en la empresa, básicamente a través de una evaluación de los riesgos para detectar les deficiencias de cada puesto de trabajo, así como de la planificación de las medidas correctoras propuestas para cada caso concreto, potenciando la participación de los trabajadores y fomentando la cultura preventiva.

Pero la oportunidad que nos ofrecía la Ley no se ha sabido aprovechar del todo. En muchos casos, la aplicación de la Ley no ha pasado de ser un entramado burocrático sin aplicación real, que inmuniza a las empresas ante la Autoridad Laboral, pero que no se identifica con la idea de cultura preventiva que con la entrada en vigor de la Ley se pretendía fomentar.

Lo cierto es que los índices de siniestralidad no sólo no se han reducido desde la entrada en vigor de la Ley, sinó que han aumentado considerablemente; por no hablar de aquellos accidentes y enfermedades, comunes en apariencia, pero que, en realidad, tienen su origen en los riesgos derivados del puesto de trabajo.

Los datos hablan por sí solos. Este último año 2000 (hasta noviembre), en Cataluña, han muerto en accidente de trabajo 137 personas. El total de accidentes de trabajo ha aumentado un 8'7% con respecto al mismo período del año anterior.

La causa principal de estos resultados tan negativos es la falta de aplicación real de la normativa. No hemos sido capaces de fomentar una verdadera cultura preventiva en la empresa. En muchos casos esta actitud proviene de un desconocimiento de las obligaciones preventivas, que llega al 75%, sobretodo en la pequeña y mediana empresa.

La precariedad y la alta rotación en el empleo, así como las nuevas estrategias empresariales de subcontratación tienen también mucho que ver en el aumento de la siniestralidad en los últimos años. La rotación en el empleo es incompatible con la formación y la información preventiva, hecho nada desdeñable, pues afecta a más del 30% de los trabajadores.

La prevención debe ser un elemento que forme parte de la cultura de la empresa, desde la concepción que la prevención no es un coste, sino una inversión. Muchos son los beneficios de la prevención en la empresa. Entre ellos evitar no sólo (y sobretodo) el coste humano y social, sino también el económico.

La actuación preventiva en la empresa debe ser una tarea permanente, coordinada y participada por los trabajadores a través de los Delegados de Prevención y los Comités de Seguridad y Salud, en sus funciones de consulta, propuesta y seguimiento de medidas preventivas. Para ello es necesario fomentar la cultura preventiva a través de la educación en esta materia en todos los niveles educativos, involucrando a la sociedad en su conjunto.

Se hace necesario promover actitudes seguras entre empresarios y trabajadores. No es una actitud segura el cumplimiento formal de la imposición legal, para cuyo cumplimiento se invierten los menores recursos posibles en detrimento de la calidad del servicio de prevención (creencia errónea, pues mayores serán los costes finales derivados de un servicio preventivo insuficiente). Tampoco es una actitud segura el cumplimiento a posteriori de situaciones de riesgo ya manifestadas.

La cultura preventiva pasa por el convencimiento de empresarios y trabajadores, y de la sociedad en general, de los beneficios de la prevención y de su necesaria concepción, articulación e implementación de forma conjunta. Desde la premisa de la concertación y de la proximidad, el mejor instrumento para la articulación de la prevención en la empresa es la negociación colectiva. Su desarrollo real es un reto para dibujar un futuro que aglutine los máximos esfuerzos en la minimización del riesgo, todo ello en aras de la eficiencia y de la competitividad.

¿Qué opinas de este artículo?