¿Por qué no usamos el casco? Segunda parte: Más allá de lo obvio
¿Por qué no usamos el casco? Segunda parte: Más allá de lo obvio
Siguiendo con el hilo del editorial anterior, ir más allá de lo obvio significa realizar un análisis causal del comportamiento de los trabajadores, al objeto de poder intervenir sobre dichas causas para mejorar el comportamiento, en este caso la frecuencia diaria de utilización de los EPI de uso general. Este reto supone acudir a los especialistas en comportamiento (principalmente, psicólogos) para que nos proporcionen un modelo que podamos aplicar en nuestro análisis. No obstante, antes de seguir, quiero recalcar que los resultados que se exponen deben ser contemplados con enorme cautela, dado el exiguo tamaño muestral (26 casos) y, por ello, las conclusiones no son ni siquiera provisionales, sino tan sólo ilustrativas.
Entre los modelos más utilizados en la literatura científica para analizar este tipo de comportamientos se encuentra la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB) de Icek Aizen[1]. De acuerdo con este modelo, de una forma muy resumida (véase el diagrama), el comportamiento es la respuesta observable en una situación dada respecto a un objetivo determinado, en nuestro caso, utilizar diariamente los EPI de uso general en esta obra (p.ej.: ¿con que frecuencia utiliza diariamente estos EPI?). Este comportamiento depende de:
- La intención: la disposición o predisposición del trabajador a realizar el comportamiento (p.ej.: espero utilizar estos EPI durante mi próxima jornada laboral).
- La actitud: la valoración, positiva o negativa, del trabajador sobre el resultado del comportamiento (p.ej.: utilizar estos EPI es, ¿limitante o liberador?).
- La norma subjetiva: la presión social que el trabajador percibe para comprometerse con el comportamiento (p.ej.: los sindicatos recomiendan su uso).
- El control: la capacidad del trabajador para poder realizar el comportamiento (p.ej.: utilizar estos EPI es difícil).
Pasemos por alto la cuestión de cómo medir estos conceptos, más allá de indicar que los textos entre paréntesis reflejan algunas de las cuestiones planteadas a los trabajadores[2], y estudiemos los resultados de utilizar este modelo (coeficientes estandarizados) representados por las cifras que se han añadido en el diagrama[3].
Por un lado, la actitud, la norma subjetiva y el control explican, más o menos adecuadamente (R2=0,73) la intención o predisposición del trabajador. Los coeficientes vienen a señalar que una posible estrategia de intervención es incrementar la presión social (la norma subjetiva tiene el coeficiente más elevado, 0,615), bien a través de los sindicatos, promoviendo el uso de EPI en todo el grupo de trabajadores, o a través de otros agentes, por ejemplo, la familia. No obstante, lo que más llama la atención es el coeficiente negativo del control (un concepto cuya medida es mejorable, véase nota 2) y que puede explicarse cuando se analizan sus antecedentes (lo haré posteriormente) pero que, en cualquier caso, también abre oportunidades si mediante una intervención se consigue, no sólo, aumentar la capacidad (el control) del trabajador (por ejemplo, proporcionándole EPIs más cómodos de utilizar, cascos más ligeros, …) sino además eliminar cualquier factor limitativo a este control, aumentando (y haciendo positivo) el impacto del control sobre la intención.
Por otro lado, el comportamiento (medido por la frecuencia de uso) también puede explicarse más o menos adecuadamente (R2=0,67) mediante la intención. En este caso, los dos coeficientes tienen el signo adecuado y, aunque una estrategia directa (aumentar la intención) pueda ser la más eficaz de cara a un aumento local de la frecuencia de uso, la reflexión hecha en el párrafo anterior nos hace pensar que, probablemente, la mejora del control produzca un resultado multiplicativo y tenga un mayor impacto global sobre la frecuencia de utilización.
Pero no habríamos ido mucho más allá de lo obvio si, una vez más no nos preguntamos por los antecedentes de los tres constructos independientes: la actitud, la norma subjetiva y el control. A estas alturas, es probable que ya lo hayan adivinado, factores que tienen poco que ver con la voluntad del trabajador y mucho con la del contratista y/o promotor: en el caso de la actitud y la norma subjetiva el haber recibido formación, en el caso del control el disponer de los EPI, particularmente entre los trabajadores de las subcontratas. Espero haberlo explicado con claridad[4] y les deseo unas buenas vacaciones.
[1]The Theory of Planned Behavior.
[2]Por si ha llegado hasta aquí algún lector más interesado por estas cuestiones, el instrumento es un cuestionario simplificado, con trece preguntas. Las fiabilidades de los constructos, de acuerdo con los criterios de Nunally, son aceptables para la intención (α=0,822) y la actitud (α=0,730), e inaceptables para la norma subjetiva (α=0,611) y, sobre todo, para el control (α=0,427); por lo que, para realizar un estudio definitivo será necesario replantearse algunos ítem. De momento, prosigo.
[3]Una vez más, para el lector interesado, el ajuste es perfecto χ2(2)=2,457 (p<0,2927), lo que por otra parte no es extraño dado el pequeño tamaño muestral. No obstante, el remuestreo secuencial (bootstrap) muestra la validez del resultado para la muestra, y (como Joe Rigoli) yo sigo.
[4]Si no lo he hecho, merecería el destino deseado por Becky para sus profesores (y este sí que es gracioso).