Palabras a los asistentes al II Congreso Internacional de Prevención de Riesgos Laborales

Palabras a los asistentes al II Congreso Internacional de Prevención de Riesgos Laborales

dijous, 28 febrer 2002

En primer lugar quiero agradecer a la organización el haberme invitado a participar en este 2º Congreso Internacional de Prevención de Riesgos Laborales que, por su vasto y versátil contenido va a constituir para los profesionales y gestores de la prevención de los riesgos laborales una referencia obligada y un punto de encuentro de ideas que se extenderá más allá de estos días de febrero.

En segundo lugar quiero manifestar mi satisfacción por volver a visitar esta isla afortunada que, viniendo del frío invierno de Madrid, supone algo así como un viaje al porvenir de la próxima primavera peninsular.

Señoras y señores congresistas, no me corresponde, ni es mi deseo, saludarles con las siempre malas noticias que significan los accidentes laborales. Aunque la lista de los riesgos clásicos es larga, y la de los nuevos crece, como consecuencia de las nuevas estrategias de producción y de la alteración de las condiciones ambientales y personales que las mismas conllevan, tampoco es mi intención deliberar sobre la necesidad y las bondades de la prevención; estos aspectos han sido debatidos con éxito en las múltiples conferencias, comunicaciones y talleres de este congreso y, además, ya forman parte de los comunes sobrentendidos de nuestra actividad.

Yo prefiero dedicar las breves palabras que caben en el periodo de tiempo que se me ha asignado en este acto de clausura, en señalar la posición de la Seguridad Social con relación a las actividades de prevención que, en síntesis, se identifican con la investigación y análisis de las causas que originan los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Asimismo reiterar que forma parte del interés de la Seguridad Social asistir a las empresas para que estas incorporen la cultura de la prevención a sus organizaciones y desarrollen eficazmente las funciones que en esta materia la Ley le ordena.

Ello implica un compromiso que se extiende más allá del simple pago de las prestaciones que originan las contingencias que ampara el Sistema de Seguridad Social; pero también tiene un límite natural que se concreta en la inherente responsabilidad que la Ley de Prevención confiere a la empresa en relación con los riesgos laborales. Lo que supone situar ésta en el ámbito privado y en el marco del contrato de trabajo.

Pero en este reparto de responsabilidades, además de la Seguridad Social y de la empresa privada, intervienen también otros actores no menos importantes. Al sector laboral de las Administraciones Públicas le corresponde vigilar que el empresario cumpla con sus obligaciones y al delegado de prevención en las empresas, notificar los nuevos riesgos a los que los cambios de las condiciones laborales puedan dar lugar.

La Seguridad Social, que es uno más de esos actores, no puede ni quiere situarse al margen de los accidentes de trabajo y de las enfermedades profesionales, contingencias que ampara el Sistema de protección pública; pero tampoco desea suplantar o sustituir al empresario en el cumplimiento de sus obligaciones. Somos parte de un todo, que bien engranado, debe suponer un beneficio social y, al mismo tiempo, un orgullo profesional y un reto permanente para el justo fin que supone la prevención de los riesgos y enfermedades laborales. Nunca vamos a eludir nuestras responsabilidades; pero, por el propio bien de la prevención, tampoco vamos a asumir competencias que no nos correspondan.

En este sentido de renuncia por el bien general de la prevención, hay que entender la definitiva desaparición en el año 2002 de los reconocimientos médicos de carácter general que venían dispensándose a través de las mutuas de accidentes de trabajo. Con la salvedad de aquellas empresas que tuvieran reconocido este derecho para 2002 mediante convenio colectivo o acuerdo de empresa firmados en el año 2001.

En definitiva, en el presente año se ha producido una modificación sustancial de la situación. Ya no se prorrogan los reconocimientos médicos generales, pues se considera que debe apoyarse con rotundidad, evitando cualquier equívoco, la vigilancia de la salud que establece la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, pues ya ha transcurrido tiempo suficiente (5 años, incluido 1997) para que se hayan cubierto las necesidades entonces existentes.

En el capítulo de asunción de responsabilidades, que la Seguridad Social cumple gracias a la elogiable labor de esa parte imprescindible del Sistema de Seguridad Social que son las Mutuas hay que destacar el Plan general de actividades preventivas de la Seguridad Social que, como ustedes conocen, es de desarrollo anual.

Bajo este Plan, en el año 2001, y dentro de los programas preferentes (Programa de visitas a empresas, Programa de capacitación de empresarios, Programa específico para empresas de especial accidentalidad y Programa básico de prevención) se llevaron a cabo actividades que tenían como objetivo principal asistir a las PYMES y a las empresas de hasta 250 trabajadores con altas tasas de siniestralidad, para ayudarlas a afrontar con éxito la prevención de los riesgos de sus trabajadores.

Estas actividades que, por la limitación de los recursos disponibles, estuvieron supeditadas a un orden de prelación en el que las PYMES ocuparon el primer lugar, se complementaron con otras actuaciones orientadas al estudio y prospección estadística de los riesgos y la prevención, a la sensibilización de la opinión pública hacia los riesgos laborales, con una campaña de publicidad e información que enseguida recordarán ustedes si les cito su eslogan: "Trabaja para ganarte la vida, no para perderla" y al desarrollo de los mencionados reconocimientos médicos de carácter general.

Todas las actividades del Plan general de actividades preventivas del año 2001 se desarrollaron con unos recursos económicos de 37.125 millones de pesetas. Recursos que siempre consideraremos limitados si pensamos en el objetivo perseguido, pero que son bienvenidos y tienen vocación de crecimiento.

Por su parte, el Plan general de actividades preventivas para 2002, va a consistir en una prórroga del Plan del año 2001, ya que éste no ha cumplido todos sus objetivos debido, principalmente, a que sólo se ha podido desarrollar durante el último cuatrimestre del año.

En este Plan de 2002 se incorpora una mejora consistente en la autorización de visitas a las empresas de mayor siniestralidad, con el fin de conocer la causa de esa superior tasa de incidencia de siniestros y asesorarlas en la toma de medidas para una pronta solución.

Asimismo está previsto para este año 2002 desarrollar una nueva campaña de publicidad que reincida en la sensibilización de la población en general, y de las empresas en particular, hacia la prevención de los riesgos laborales.

Como pueden ustedes deducir de mis palabras y de las actividades que les he descrito, la Seguridad Social no es la responsable directa de que los riesgos derivados de la actividad laboral desaparezcan o disminuyan, ni debe ser la vanguardia de esta lucha; pero sí es su deber estar plenamente involucrada en que este fin se consiga y, aunque no seamos el actor principal de esta empresa, siempre seremos, y perdonen la inmodestia, una parte necesaria sin la cual será imposible la consecución de los objetivos que se persiguen en el mundo de la prevención de los riesgos laborales.

De la sinergia de estas responsabilidades compartidas por empresarios, Seguridad Social y otros sectores de la Administración Central y de las Administraciones Autonómicas, va a depender en gran parte el rebajar esas odiosas cifras de la siniestralidad laboral en nuestro país. Esa es en definitiva la meta en la que todos nos debemos saludar algún día.

Antes de finalizar deseo rendir un modesto homenaje verbal al conjunto de las mutuas de accidentes de trabajo, tan necesarias para la sociedad como imprescindibles para el Sistema. Desde aquí nuestro reconocimiento y afecto, especialmente a las Mutuas Cyclops y MAC, que han tenido un papel protagonista en este Congreso, e Ibermutuamur y Asepeyo, que han estado representadas con sendos stands.

Quiero concluir mi intervención citando al conocido escritor inglés Gilber Keith Chesterton, que en una de sus novelas hace decir a su sagaz detective, el padre Brown, que "hay que predecir lo imprevisible" lo que, traducido a nuestro lenguaje y a nuestro deseo, supondría la eliminación de esas pertinaces cifras de accidentes laborales y enfermedades profesionales que tanto nos duelen a todos y tanto nos deben movilizar. Muchas gracias.

José Luis Gómez-Calcerrada Gascón

Director General de Ordenación Económica

de la Seguridad Social.

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