Incentivación de la prevención
Incentivación de la prevención
En España, el 95% de las empresas tiene menos de 50 trabajadores; en esas empresas se ocupan el 45% de la población trabajadora y se producen el 60% de los accidentes. De lo anterior se deduce que si en esas empresas de menos de 50 trabajadores no se realiza una prevención eficaz, será difícil que los índices de siniestralidad desciendan, para el conjunto del país, de una manera importante y permanente.
Ahora bien, en las empresas de pequeño tamaño consideradas individualmente, los accidentes son fenómenos relativamente poco frecuentes. Por ello, es poco probable que los dirigentes de esas empresas se sientan motivados a dedicar recursos para resolver un problema que, en su opinión, es de escasa relevancia. Para modificar esa actitud caben básicamente dos opciones: las sanciones y la incentivación.
Entendemos por incentivación las actuaciones no represoras que tienen como objetivo conseguir que las empresas realicen una acción preventiva más eficaz.
Las acciones de incentivación pueden ser básicamente de tres tipos: la incentivación distintiva; la incentivación económica y la incentivación mediante la asistencia técnica.
La eficacia de la incentivación distintiva es desconocida, pero en general su coste es muy pequeño, por lo que ello no tiene importancia.
La forma más habitual de incentivación económica es la que consiste en la modulación de la tarifa del seguro a través del mecanismo conocido como bonus-malus, cuya eficacia se ha estudiado mucho pero con resultados poco concluyentes respecto su capacidad incentivadora.
Finalmente, la incentivación mediante la asistencia técnica ya demostró en el pasado y en nuestro país su gran capacidad de reducir la siniestralidad. Por ello se considera que ésta es la mejor opción, si bien para ello debería crearse un sistema público de asistencia técnica dirigido de forma exclusiva a las pequeñas y medianas empresas.