La formación en prevención de riesgos laborales
La formación en prevención de riesgos laborales
Como profesor en diferentes másters de prevención de riesgos laborales impartiendo las materias de formación y comunicación, quiero hacer una breve reflexión en voz alta sobre el significado y contenido de la formación en el contexto actual de la prevención de riesgos laborales.
La primera reflexión es sobre el tipo de formación a la que se alude y que se propone, que lejos de ser genérica y válida para diversidad de alumnos debe ser aplicada y adaptada a las necesidades, características del alumno, circunstancias y contexto. Interesa que la formación sea a medida para un grupo de alumnos cuyas necesidades de formación pretendamos satisfacer.
La evaluación de necesidades de formación es por tanto la fase cero sin la cual la formación difícilmente podría orientarse a la satisfacción de la necesidad o solución del problema.
En la evaluación de necesidades puede aplicarse y de hecho se aplica un criterio reactivo, es decir, ante un problema o necesidad actual se arbitra la solución formativa más adecuada para solucionarlo. Este enfoque resuelve los problemas de forma puntual a medida que surgen, pero no afronta los problemas futuros, no hace prevención.
Ver el futuro, anticiparlo, prevenir los sucesos, proveer los medios para procurar el estado deseado, es sin duda una forma de actuar mucho más conveniente. Dentro de la provisión de medios estaría la formación, no como solución a un problema existente sino como prevención de un problema futuro que se intenta evitar.
La previsión actúa, sin embargo, de modo convergente, es decir, deduciendo los problemas o necesidades futuras de lo que ha ocurrido antes y ocurre ahora. Esta forma de pensar lineal y causal ha funcionado durante siglos y ha funcionado bien debido a que la evolución también era convergente, el cambio era evolución sin ruptura, progreso y mejora a partir de lo existente, sin embargo en la actualidad estamos sufriendo procesos de cambio y evolución absolutamente divergente. Baste señalar el paso de lo analógico a lo digital y lo que esto ha supuesto en cuanto a la transformación del pensamiento, la organización del trabajo, la aparición de maquinaria e instrumental sin semejanza alguna en cuanto a forma y manejo con las que antes hacían la misma función.
El cambio generalizado que estamos viviendo, en ocasiones traumático, afecta a todos los ámbitos de actividad, exige el reciclaje constante, la formación continuada, la adaptación a nuevas herramientas y métodos, haciendo incluso que la experiencia en algún caso sea un problema para la adaptación, por la radicalidad de las transformaciones. Si antes se hablaba de puesto de trabajo ahora hay que hablar de área de actividad considerando esta cambiante y evolutiva.
En este contexto la prevención se ha de traducir en proacción en más que prevenir el futuro, preparar para lo imprevisible, preparar para el aprendizaje, la adaptación y acomodación a nuevas circunstancias.
¿Qué nos depara el futuro? Tal vez la movilidad del personal sea algo extendido dentro de algún tiempo en nuestro país, la utilización de la informática puede extenderse hasta las actividades más insospechadas, la concentración de funciones en una sola persona formada y con un equipamiento especializado sustituirá a varias personas que antes realizaban esas funciones etc.
Este cambio exige formación proactiva y formación continuada y sobre todo exige una formación centrada en las aptitudes y en las actitudes sin por ello dejar de lado los conocimientos. Cada vez más las personas necesitaremos estar en constante proces de formación, pero además debe intentar ser proactiva, ir más allá de los conocimientos y las técnicas que irán al ritmo en algunos casos trepidante de la caducidad y renovación de las tecnologías aplicadas al mundo del trabajo.
Decíamos al principio de este escrito que la formación en prevención debe hacerse a medida, evaluando las necesidades, considerando el perfil del alumnado y el contexto en que habrá de impartirse la formación, pero además debe intentar ser proactiva, ir más allá de los conocimientos y las técnicas, incidir en los aspectos motivacionales y aptitudinales teniendo presente que con la formación planificada e impartida no se concluye la formación, sinó que empieza, que cada alumno lejos de darse por formado al finalizar el proceso de enseñanza sea consciente del interés y necesidad de su formación permanente.