El coste de los incidentes

Caben pocas dudas de que los accidentes de trabajo no sólo (y sobre todo) cuestan salud, sino también dinero. La abundante literatura al respecto lo demuestra concluyentemente: a nivel nacional, los accidentes de trabajo cuestan entre un 2 y un 3% del producto interior bruto, lo que en el caso de España viene a representar más de 2 billones de pesetas al año.

Lo abultado de estas cifras no debería hacernos olvidar, sin embargo, un problema mucho más costoso y profundamente relacionado con el de los accidentes: el de los incidentes, esos hechos que “por poco” no han producido daños personales pero que, casi invariablemente, van acompañados de daños materiales.

No hace falta ser un lince para sospechar que los incidentes han de costar mucho más dinero que los accidentes porque, como todo el mundo sabe, son mucho más frecuentes. Según las estimaciones más conservadoras, por cada accidente se producen no menos de veinte incidentes. Y en consecuencia, aunque en promedio los incidentes costaran sólo la décima parte que los accidentes, en conjunto costarían el doble. Pero estas cifras son erróneamente optimistas.

En efecto, en un estudio realizado por el Health&Safety Executive inglés a principios de la década de los noventa, se demostraba ya claramente que los incidentes no sólo no cuestan en promedio menos que los accidentes, sino que cuestan mucho más. Los datos, obtenidos en cinco empresas de distintos sector de actividad (una constructora, un hospital, una planta lechera, una empresa de transporte y una plataforma petrolífera) mostraron que el coste medio de los incidentes es, en conjunto, más de tres veces superior al de los accidentes y en el caso de la constructora fueron nueve veces superiores.

La moraleja es obvia: prevenir los incidentes no sólo es necesario, porque no son otra cosa que los precursores de los accidentes, sino que además resulta enormemente rentable. ¿A qué esperamos?