Cerrar el círculo
Cerrar el círculo
Parte fundamental del trabajo cotidiano del técnico en prevención de riesgos laborales es la realización de intervenciones preventivas: actuaciones o intentos de cambiar la forma en que se realizan las tareas para mejorar la situación preventiva. El técnico, partiendo de las evaluaciones de riesgos, diseña un plan de actuaciones que, posteriormente es implantado. Sin embargo, en raras ocasiones, se toman las medidas necesarias para medir la efectividad de cada una de las intervenciones, algo que puede acabar repercutiendo en un posterior informe de auditoría.
Al medir la efectividad, lo que se quiere saber es si la intervención ha producido el efecto que se pretendía y en qué grado (cuánto). Si se clasifican las intervenciones en función de su enfoque (la organización de la prevención, el subsistema técnico o el subsistema humano):
a) Cambios en la organización de la prevención (por ejemplo, criterios en los informes sobre incidencias, el sistema de incentivos, etc.).
b) Modificaciones en maquinaria o instalaciones.
c) Programas formativos, cursos, esquemas de motivación, etc.
Es evidente que algunas de estas intervenciones van a conducir a una nueva evaluación de los riesgos ("La evaluación será actualizada cuando cambien las condiciones de trabajo...", Ley 31/95 de prevención de riesgos laborales - artº 16). Como resultado de la nueva evaluación, el técnico dispondrá de una nueva descripción de la situación preventiva pero, en algunos casos, partiendo únicamente de ésta le será difícil extraer conclusiones concretas sobre la efectividad de su intervención.
Desde el punto de vista de la gestión esta medida es crucial. Para la gestión es fundamental conocer si, por ejemplo, un determinado curso de formación ha modificado el comportamiento de los trabajadores, o ha reducido los índices de accidentalidad, y en qué medida. Para poder medir la efectividad es necesario que el técnico en prevención lo haya previsto desde el principio, adoptando una metodología con las siguientes etapas:
1) Objetivos de la intervención y base conceptual. ¿Cuáles son los objetivos que se pretenden? y ¿Porqué se elige una determinada intervención y no otra?. Esta fase permite detectar la adecuación de la intervención a los objetivos propuestos.
2) Diseño de la intervención. Para poder medir la efectividad lo más adecuado desde el punto de vista científico es plantearse la intervención como un diseño experimental: hacer una selección aleatoria de elementos para elegir el grupo al que se le realizará la intervención y mantener un grupo de control, para poder realizar comparaciones. Este tipo de diseños son muy difíciles de llevar a la práctica (por cuestiones técnicas o incluso éticas) y se sustituyen por diseños cuasi-experimentales (en los que la selección no es aleatoria, por ejemplo, se interviene por departamentos) ó incluso diseños no-experimentales (no utilizando grupos de control, por ejemplo, se hace la intervención a todo el grupo, midiendo antes y después).
3) Variables a medir. No sólo los datos de la intervención (duración, alcance, costes), sinó también los resultados, en función de los objetivos y el diseño. En algunos casos estas variables serán índices (por ejemplo, índices de gravedad o de incidencia), medibles a largo plazo; en otros casos el técnico utilizará variables de plazo intermedio (analizando posibles modificaciones del comportamiento en el puesto de trabajo); a veces es necesario quedarse con variables inmediatas (tales como mediciones sobre el conocimiento de técnicas preventivas).
4) Validez y fiabilidad. En función del tipo de diseño adoptado y de las variables a medir, el técnico debe asegurarse que las variaciones en las variables cuantificadas es achacable exclusivamente a la intervención y no a otros factores. También, en el caso de utilizar variables intermedias o inmediatas, puede ser necesario razonar sobre el impacto que dichas variables acabarán teniendo sobre los índices. En este estudio de la validez puede ser fundamental la inclusión de variables cualitativas, entrevistas a los trabajadores, análisis de documentos internos, etc.
5) Análisis estadístico. Por último, deben realizarse análisis estadísticos adecuados al diseño. Estos análisis incluirán estudios descriptivos (medias, desviaciones típicas), así como los análisis específicos (inferenciales) que procedan (tablas de contingencia, tests para comparación, etc.).
Actuando de esta forma, el técnico da un paso más hacia "cerrar el circulo" de la mejora continua. Además, al disponer de instrumentos de medida de la efectividad concreta de cada intervención, se puede optimizar la asignación de recursos a dichas intervenciones, resultando una mejora de la gestión.