Efectos beneficiosos del ejercicio sobre el cerebro
Efectos beneficiosos del ejercicio sobre el cerebro
Lo que diferencia este trabajo de otros de temática similar es que su enfoque es eminentemente neurocientífico, por lo que se centra en los mecanismos neurobiológicos en sus explicaciones de los efectos del ejercicio. Por tanto, no se valoran los aspectos psicológicos, culturales y antropológicos de la cuestión.
También se especifica que el ámbito de estudio es el estilo de vida y desde ahí se definen los términos de referencia que serán empleados a lo largo del libro como sedentarismo, ejercicio físico, plasticidad, hormesis.
Hormesis
Este último concepto resulta especialmente interesante para el asunto tratado. Con él se designa el proceso “que es capaz de hacer al organismo resistente a un estímulo muy estresante mediante un inesperado medio: la exposición previa al mismo estímulo en dosis bajas, o muy atenuado. De este modo, un estímulo estresante de baja intensidad genera en el cuerpo una serie de respuestas celulares de adaptación, que “entrenan” al organismo para hacer frente a futuras exposiciones al mismo estímulo a una intensidad mayor” (página 16).
Este principio se aplica al ejercicio porque constituye una forma de estrés, aunque, practicado de la manera correcta, puede tener efectos beneficiosos en parte por esa respuesta hormética. Es decir, la exposición paulatina y repetida regularmente al ejercicio físico provocará una mejora de la capacidad de respuesta al mismo.
Para entender mejor el funcionamiento de la hormesis, los autores lo aplican al caso concreto de la capacidad cardiorrespiratoria y la posibilidad de incrementarla con el ejercicio. También se aclara que ésta no sólo la puede conseguir el deporte propiamente dicho, sino también otro tipo de actividades físicas como andar, subir escaleras, bailar, etc.
Plasticidad neural
A continuación, se analizan los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la plasticidad neural. Éste es el mecanismo encargado de la respuesta y adaptación a los cambios medioambientales y del medio interno. La mejora de la misma por el deporte es debida, en primer lugar, a la liberación de neutrofinas. Por otra parte, se debe también al incremento de los niveles de neurotransmisores del cerebro encargados de codificar la información, y, por tanto, de gestionar el pensamiento y las funciones cerebrales, especialmente de la dopamina y la serotonina. En este caso se ha demostrado que hay que alcanzar un nivel mínimo de ejercicio para que se produzca el efecto. Igualmente, se aclara que solo la práctica moderada será capaz de mantener los niveles, pues, en el momento en que se convirtiera en extenuante, las neuronas que se activarían serían las relacionadas con el estrés.
Por último, recientes estudios de 2018, han comprobado que la actividad física también contribuye a la liberación de opioides endógenos y endocannabinoides. Estos modulan el estado de ánimo y contribuyen a la sensación de bienestar. Este sería uno de los motivos por los cuales el ejercicio tiene efectos antidepresivos y ansiolíticos.
Neurogénesis
El libro prosigue con el análisis de los efectos sobre la neurogénesis adulta, la formación de nuevas neuronas. Hasta hace 50 años se consideraba que ésta no existía. Sin embargo estudios realizados más recientemente apuntan a que este fenómeno de creación sí se produce pero solo en regiones reducidas del cerebro. Y además parece incrementarse con la actividad cognitiva y el ejercicio físico. En lo que respecta al tema del libro, la relación de movimiento e información es debida a que “cuanto mayor es el movimiento del sujeto más información procesa y por lo tanto más recursos neurales moviliza” (página 48).
Sin embargo, este incremento no se produce de una manera directa. Así que no a más actividad física, mayor aumento de neuronas y de capacidad cognitiva hasta llegar a un tope máximo. Por el contrario, esta relación se rige también por una curva hormética. El efecto es debido, por un lado, al aumento del flujo sanguíneo con la consiguiente subida del aporte de oxígeno, nutrientes y neurotrofinas. Al mismo tiempo se produce una modificación de las ondas cerebrales y de los ritmos específicos de activación de las regiones de esta zona, así como de los potenciales relacionales con los sucesos.
Entre las mejoras más estudiadas del ejercicio físico sobre la conducta se pueden señalar:
-ejecución en pruebas que miden el aprendizaje y memoria espacial y no espacial,
-aprendizaje y memoria de tares asociadas a recompensa y castigo con un lugar específico,
-memoria al miedo asociado a un lugar o contexto,
-capacidad de discriminar estímulos.
Cambios estructurales
Pero, además, la práctica regular de ejercicio tiene la capacidad de inducir cambios en la estructura cerebral. El efecto más evidente es un aumento de la masa gris. También se producen otras modificaciones que dependerán del deporte específico que se practique.
“En general, los deportistas realizan un procesamiento más rápido y eficiente de los circuitos neuronales correspondientes a funciones visuoespaciales y de memoria que los no deportistas. También muestran mayor flexibilidad cognitiva y control ejecutivo, derivadas de mejor funcionalidad en la corteza prefrontal. Todo ello les permite adaptarse anticipadamente al movimiento y tomar decisiones rápidas y flexibles” (página 62).
Pero quizás lo más útil es que esta mejora de las habilidades cognitivas de percepción, anticipación, memoria y toma de decisiones se hace extensible al resto de las facetas de la vida. Y, además, se produce en todas las edades incluidas la infancia y la vejez.
Envejecimiento
El siguiente tema que se expone es la relación existente entre ejercicio y envejecimiento. A ese respecto se afirma que el primero contribuye a mitigar las perdidas leves de capacidad cognitiva (memoria, toma de decisiones, rapidez, etc.) que provoca el deterioro normal del envejecimiento. Así, se citan varios estudios que demuestran la relación existente entre capacidad aeróbica cardiorrespiratoria y preservación de la memoria. Además, el deporte puede revertir o paliar los cambios estructurales y funcionales que se asocian a la edad consiguiendo, por ejemplo:
-incremento del volumen del hipocampo y otras regiones cerebrales,
-aumento del volumen de la materia gris,
-mejora de la neurogénesis adulta y la plasticidad neuronal,
-disminución del estrés oxidativo e inflamación cerebral.
Por último, diversos estudios científicos han demostrado que el ejercicio físico disminuye la mortalidad por todas las causas en personas entre 50 y 70 años. En parte este efecto es debido a que evita o retrasa el desarrollo de las enfermedades asociadas a la edad y el sedentarismo como diabetes tipo 2, cardiovasculares, ictus y algunos cánceres.
Enfermedades psiquiátricas
El libro termina ofreciendo una panorámica de las investigaciones realizadas sobre la influencia del ejercicio físico sobre el Alzheimer, la demencia y otras enfermedades psiquiátricas. En lo que atañe a la primera se indica que ha sido demostrado que la práctica de ejercicio aeróbico disminuye el riesgo de pérdida cognitiva y de desarrollar la enfermedad. De forma que tendría efectos preventivos sobre la aparición de Alzheimer. Y, una vez diagnosticada, seguir con el ejercicio induce una ligera mejora cognitiva, aunque, en ningún caso, frena la progresión de la dolencia.
También se aportan datos que apuntan a que el ejercicio físico mejora otras demencias y lesiones cerebrales de origen vascular, así como la recuperación de ictus y la depresión. Este último punto da pie a que se termine recordando los efectos beneficiosos de la actividad física sobre el bienestar psicológico.
“Los múltiples cambios hormonales del organismo inducidos por el ejercicio físico, entre ellos el aumento de secreción de endorfinas y otros opioides endógenos que proporcionan bienestar y regulación de las hormonas de estrés, se suman al mejor equilibrio de los neurotransmisores y el aumento de la funcionalidad cerebral. Todo ello mejora el estado de ánimo, autoestima y equilibrio psicológico en su conjunto. Además, la actividad moderada practicada durante el día facilita el sueño reparador, en un ciclo de autoalimentado de disminución del estrés y aumento de salud mental” (página 89).
Terminamos esta entrada del blog recomendando “Cerebro y ejercicio”, un libro con un perfil menos de divulgación y más cientificista que los que solemos comentar aquí pero que aporta una visión muy útil y sintética sobre los datos actualizados de los efectos beneficiosos de la actividad física sobre el cerebro y sus funciones. Aunque estos son difíciles de evaluar a priori porque dependerán de una serie de factores como:
-la intensidad y duración del mismo,
-el estado de salud y la forma física previa,
-la percepción subjetiva de la actividad que se realice.