La cada vez más compleja relación con sus subordinados aumenta los casos de jefes quemados por el estrés
La cada vez más compleja relación con sus subordinados aumenta los casos de jefes quemados por el estrés
Los jefes, como los ricos, también lloran. Se ha hablado mucho, por ejemplo, de las encuestas de Gallup y McKinsey según la cual la mitad de los estadounidenses que dejaron un trabajo lo hicieron debido a un mal gerente. Y sí, por supuesto que un mal jefe puede amargar a cualquiera, pero ¿qué pasa con la amargura que puede estar almacenando ese o cualquier otro jefe?
Un dato del “Global Workforce of the Future Report 2023” de Adecco Group ha revelado, además, que los niveles de esa marea de amargura están subiendo peligrosamente. Nada menos que el 68% de los 16.000 jefes encuestados sufrieron el síndrome burnout, o sea, un agotamiento total, en los últimos 12 meses. Los autores del informe concluyeron que “los directivos están más quemados que cualquier otro nivel de la empresa”.
La media de los jefes encuestados para un estudio de Harvard solo disponía de una cuarta parte de sus días de trabajo para estar solos… y buena parte de ese tiempo se les iba en escribir emails.
Pero lo más inquietante es la tendencia: el número de jefes quemados detectados por Adecco fue un 43% mayor que el año anterior. Para encontrar las causas de este deterioro del bienestar de los jefes hay que buscar cambios sustanciales en su contexto.
Un reciente análisis de Raffaella Sadun, Joseph Fuller, Stephen Hansen y P.J. Neal para la Harvard Business Review concluyó que, “hoy en día, para conseguir un puesto de director general ya no basta con tener experiencia en el sector y conocimientos financieros. Lo que realmente buscan las empresas son líderes con grandes habilidades sociales”.
Entre 2000 y 2017, las descripciones de puestos de managers que mencionan habilidades sociales aumentaron en casi un 30%, mientras que las relativas a gestión de los recursos financieros y materiales disminuyeron en un 40%.
Llegaron a esa conclusión tras casi 5.000 descripciones de puestos de responsabilidad en diferentes empresas. Observaron que “las operaciones empresariales son cada vez más complejas y están más centradas en la tecnología, la diversidad de la mano de obra aumenta, y las empresas se enfrentan a un escrutinio público mayor que nunca”. Por eso los jefes tienen que ser, cada vez más, “hábiles comunicadores, creadores de relaciones y solucionadores de problemas orientados a las personas”.
Eso deja poco tiempo para concentrarse y puede llegar a ser muy estresante.
The Economist se ha hecho eco de las consecuencias en un demoledor artículo titulado “Pity the modern manager—burnt-out, distracted and overloaded”. Cita, por ejemplo, a Christoph Schweizer, CEO de Boston Consulting Group: “Hasta principios de la década de 2000, los CEO eran superhéroes: más grandes que la vida, rara vez se equivocaban, no se dudaba de ellos”. Entre otras cosas, porque solo tenían que ser inteligentes. “El mayor cumplido para un ejecutivo era ‘brillante’”, recuerda Hubert Joly, ex CEO de Best Buy y ahora profesor de la Harvard Business School.
Ser inteligente sigue teniendo su peso, pero el énfasis se ha ido desplazando gradualmente hacia las famosas soft skills. “Los ejecutivos deben sentirse cómodos en la ambigüedad y felices de delegar incluso las responsabilidades estratégicas que alguna vez habrían acaparado”, observa Nitin Nohria, ex decano de la Harvard Business School, en el artículo de The Economist.
El estudio de la Harvard Business Review antes mencionado reveló que, entre 2000 y 2017, las descripciones que mencionan habilidades sociales aumentaron en casi un 30%, mientras que las relativas a gestión de los recursos financieros y materiales disminuyeron en un 40%.
Para Nohria, el problema para los gerentes es que “ponerse en el lugar de sus subordinados ya no es automático. Debido a que no puedes asumir que sabes lo que otros están pensando, necesitas una potente antena social”. Y el trabajo híbrido, que mete al jefe en la vida privada del subordinado, lo ha complicado todo aún más.
El problema para los gerentes es que ponerse en el lugar de sus subordinados ya no es automático: necesitan una potente antena social. Además, el trabajo híbrido, que mete al jefe en la vida privada del subordinado, lo complica todo.
El último “Informe Anual del Índice de Tendencias Laborales” de Microsoft, que analiza datos de 31.000 usuarios de su software de oficina en todo el mundo, descubrió que el pasado mes de marzo participaron una media de tres veces más en reuniones y videoconferencia de Teams que en febrero de 2020, y el número de llamadas no programadas aumentó un 8% entre 2020 y 2022.
Fuente: Informe Anual del Índice de Tendencias Laborales de Microsoft.
Llegados a este punto, el estudio de la Harvard Business Review proporciona un dato quizá definitivo: los jefes que encuestaron solo disponían de una cuarta parte de sus días de trabajo para estar solos… y buena parte de ese tiempo se les iba en escribir emails.
Nostalgia de aquellos viajes de trabajo...
Una nota final. Puede parecer anecdótica, pero resulta significativa si se le otorga el rango de la proverbial gota que colma el vaso. Otro estudio de Harvard muestra el paradójico valor que suponen los viajes de trabajo para los jefes, pese a lo fastidiosos que pueden llegar a ser. “Dado que el tiempo en la oficina se consume fácilmente, el tiempo a solas fuera de ella resulta especialmente beneficioso. Los viajes de larga distancia, sin contacto con la oficina, suelen proporcionar un tiempo de reflexión crítica”.
El estudio es de 2018. Antes de la pandemia. Las videoconferencias han sustituido buena parte de los viajes de trabajo. Los jefes ya no tienen ni el consuelo de unas horas con el teléfono en el relajante modo avión.