Cualquier tiempo pasado fue… pasado. La trampa de la nostalgia
Cualquier tiempo pasado fue… pasado. La trampa de la nostalgia
Sólo podemos respirar ahora, sentir ahora y pensar ahora. Aunque nuestro cuerpo vive en un constante aquí y ahora, nuestra mente sólo es capaz de tomar conciencia del presente algunas veces al día, por lo que pasamos la mayor parte del tiempo navegando entre recuerdos del pasado y fantasías del futuro.
Poner conciencia en el momento presente es un antídoto para gran parte de nuestros males (ansiedad, depresión, miedos, inseguridades…), pero también conlleva unas responsabilidades que no siempre somos capaces de asumir.
Implica que aquí, ahora, contactemos con nosotros y con lo que nos rodea y nos ocupemos en gestionar lo que nos sucede. Pero posiblemente la implicación más difícil y complicada de todas sea la de aceptar el presente tal y como es.
Si no somos capaces de asumir el presente, podemos acabar cayendo en algún complicado laberinto emocional que nos lleve a vivir en cualquier parte menos en el ahora:
Hay personas, por ejemplo, que creen que la felicidad se esconde en el futuro y que ésta llegará cuando suceda algo concreto: «cuando me jubile / adelgace / esté de vacaciones / tenga un hijo…». Otra manera de evitar el presente es la de estar imaginando, previendo o controlando lo que va a suceder, alimentando sin saberlo al peligroso monstruo de la ansiedad.
Como dice la frase que hoy nos ocupa, algunas personas creen que la felicidad se quedó en el pasado. Aunque todos hemos experimentado alguna vez la sensación agridulce de revivir un recuerdo bonito, cuando esa actitud se vuelve frecuente existe el peligro de terminar atrapados en nuestros propios recuerdos.
La nostalgia patológica se produce cuando idealizamos el pasado y nos refugiamos en él. A veces esta añoranza se asocia a un recuerdo o período determinado de nuestra vida: «cuando era joven sí que era feliz» «cuando vivía en la ciudad / estaba con mi novia / estaba más delgada…» pero a veces la añoranza no sólo se refiere a períodos ni momentos concretos, sino que simplemente se relaciona con el pasado en sí, dando sentido a la frase que hoy analizamos.
Si algo de nuestro presente nos resulta doloroso o frustrante y no somos capaces de confrontarlo, podemos acabar escapando al pasado como manera de huir de nuestra realidad actual.
En toda esta mitificación del pasado tenemos que tener en cuenta unas trampas tan sutiles como engañosas:
1- Si pudiera viajar en el tiempo y hablar conmigo mismo en ese momento tan maravilloso, seguramente mi yo del pasado diría que no todo es tan perfecto ni extraordinario como ahora lo recuerdo.
Puesto que la felicidad nunca es absoluta, sino que es algo muy subjetivo, mi yo de entonces diría que también tiene alguna dificultad o preocupación, convenientemente borrada en el presente por el paso del tiempo pero sobre todo, gracias al Photoshop idealizador. En realidad, no fue ni tan feliz ni tan perfecto.
Como dice Sabina, «no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió»
2- Si he conocido «el paraíso» y ahora no estoy en él, la sensación predominante siempre será la carencia, la impresión de que me falta algo. Y si ese «algo», además, lo sitúo en el pasado, no podré recuperarlo nunca. De esta manera, mi infelicidad se puede perpetuar… para siempre!
3- El ahora, el momento actual en el que no soy tan feliz como entonces, se convertirá algún día en un «pasado a añorar»… ¿Irónico, no?
4- Todo lo que hay AHORA es contrastado con esa imagen dulce e irreal de lo vivido. La realidad presente se compara con lo que podría ser, con lo que «fue, pero ya no es», y siempre sale perdiendo.
Lo positivo que puedo encontrar en el presente, o lo menosprecio o directamente soy incapaz de verlo. Y no sólo lo positivo es digno de ser vivido y experimentado, sino cualquier experiencia que me esté sucediendo en el ahora, que, a diferencia del recuerdo, sí es real.
Cuando me refugio en el pasado pierdo el contacto con mi propia realidad. Me desconecto de mí mismo, del aquí, el único sitio en el que puedo estar, y del ahora, el único momento que existe… en definitiva, me pierdo mi propia vida.
Si te reconoces entre los que dicen o sienten que «cualquier tiempo pasado fue mejor«, puede ser síntoma de que tienes dificultades en soltar o superar situaciones o bien que hay alguna dificultad en tu presente que puedes no estar aceptando.
Si por el contrario te reconoces en estar rememorando situaciones dolorosas y las emociones que experimentaste en ella, lo más probable es que dichas situaciones no quedasen realmente cerradas en tu interior y necesites realizar algún trabajo terapéutico para liberarte de ellas.