Empleabilidad sénior: un desafío económico, social y humano
Empleabilidad sénior: un desafío económico, social y humano
La digitalización ha traído un gran fantasma que es la discriminación generacional que, junto a un modelo caduco de reestructuración empresarial basada en la prejubilación, ha generado una tormenta perfecta de incomprensión sobre la edad. Y esta situación es insostenible por razones socioeconómicas, empresariales y en última instancia, por humanismo. La empleabilidad sénior es el mayor elefante que tenemos en la habitación de la gestión de Personas. Y como dicen los chinos, no deja de ser un tigre de papel, pues no es una opción, sino una verdadera oportunidad.
Vamos a empezar destruyendo los prejuicios sobre la edad, pues la psicología científica ha desmitificado algunos principios sobre lo que se sustentaban las razones de esta discriminación. En primer lugar, la estereotipificación por la edad. El atributo viejo/joven es un enclave nicho de discriminación, como se ha demostrado con la utilización del “currículum ciego”, gracias al cual se ha podido contrastar una variación en la preselección del curriculum de un 32% por el mero hecho de no conocer la edad. Este es uno de los mayores atributos donde se instalan los estereotipos: “Es que los del Baby Boomers...”, “Es que los jóvenes...”.
En segundo lugar, en el último libro de Daniel Kahneman, Noise (“ruido”), queda clara la cantidad de sesgos cognitivos que aplicamos a la edad, y cómo atribuimos los conocidos sesgos de saliencia, de halo, de anclaje, etcétera, a las creencias limitantes sobre la edad. Tenemos multitud de sesgos a la hora de hablar de edad.