¿Sustituirá el metaverso a las reuniones por videoconferencia?

¿Sustituirá el metaverso a las reuniones por videoconferencia?

Debido a la pandemia y al famoso agotamiento por videoconferencia que ha traído consigo, en los últimos tiempos están surgiendo alternativas al sistema convencional.
9 Diciembre 2022

Buscan una experiencia de usuario más parecida a la de las reuniones físicas para mantener un contacto más frecuente entre compañeros en el entorno laboral. Una de estas alternativas, espoleada por los anuncios tanto de Facebook (ahora Meta) como de Microsoft en octubre del año pasado, es el metaverso. Pero… ¿tendremos de verdad las reuniones en el metaverso?

Para responder adecuadamente a esta pregunta primero deberíamos describir qué es el metaverso. Actualmente no hay una definición consensuada del término, por lo que utilizaré la que, en mi opinión, mejor lo caracteriza para nuestro objetivo. Según Elif Ayiter, los metaversos son “espacios online persistentes, compartidos, en tres dimensiones y con corporeidad, habitados por avatares que lo utilizan como una metáfora del mundo real, sin muchas de sus limitaciones físicas».

Las reuniones como caso de uso del mundo virtual

Uno de los casos de uso de este mundo virtual serían las reuniones de trabajo, una actividad habitual en nuestro día a día como trabajadores del conocimiento. Para analizar cómo evolucionarán dichas reuniones me parece especialmente relevante el concepto del continuo realidad-virtualidad de Milgram y Kishino.

Según este, tendríamos varias opciones para dichos encuentros: desde la reunión física presencial a la reunión en un entorno enteramente virtual, pasando por la realidad y virtualidad aumentadas. Estas alternativas se muestran claramente en las actuales soluciones de videoconferencia del mercado y sus anuncios de evolución. Pero, en mi opinión, no representan solo opciones, sino un desarrollo al que es solo cuestión de tiempo llegar. A continuación argumento por qué.

Realidad virtual frente al agotamiento por videoconferencia

Como demuestran numerosos estudios, la realidad virtual, clave en la construcción del metaverso, presenta características únicas como herramienta de comunicación y colaboración. Gracias a ellas, permitiría solventar al menos dos de los problemas de la videoconferencia identificados durante el periodo de la pandemia.

El primero, el del agotamiento. Pasaríamos de ver recuadros con las imágenes de los participantes de una reunión en una pantalla plana durante largos periodos de tiempo a estar inmersos en un espacio virtual donde la presencia gana protagonismo. Al estar inmersos en dicho espacio todos nuestros sentidos están enfocados en la nueva realidad, la reunión que estamos teniendo (se acabaron las reuniones multitarea). Con las reuniones en el metaverso tampoco tendríamos que estar pendientes de cómo nos ven los demás, nuestro fondo de pantalla, o de la difícil tarea de interpretar la comunicación no verbal de nuestros interlocutores.

Con el objetivo de solucionar algunos de estos problemas las empresas punteras en el mercado de la videoconferencia anunciaron hace unos meses algunas mejoras. Es el caso de la solución Webex Hologram de Cisco y la iniciativa Mesh for Teams de Microsoft, ambas llamadas a convertir las reuniones virtuales en más realistas, pero todavía no llegan a una experiencia de inmersión total como “promete” el metaverso.

No obstante, soluciones de inmersión total existen desde hace años. Son los llamados espacios virtuales inmersivos de colaboración o CVE (Collaborative Virtual Environments) por sus siglas en inglés. Con la pandemia han ganado un nuevo y renovado protagonismo, aunque todavía están lejos de un porcentaje de adopción mundial significativo. Algunos ejemplos son Spatial, MeetinVR o Facebook Workrooms, entornos de realidad virtual especialmente diseñados para facilitar la colaboración entre los participantes de una reunión.

Una comunicación más informal gracias a la realidad virtual

El segundo problema derivado de la pandemia que ayudaría a solventar la realidad virtual es facilitar una comunicación más informal. En los últimos años han aparecido soluciones que tratan de simular muchas de las interacciones sociales que tendríamos en la oficina, más frecuentes e informales que las de las reuniones formales. Estas interacciones, más difíciles de mantener cuando se trabaja de forma remota, son críticas de cara a la construcción de confianza entre compañeros y colaboradores y para facilitar la generación de nuevas ideas. De ahí que el trabajo remoto pueda suponer un obstáculo a la innovación si no se gestiona adecuadamente.

Algunos ejemplos de soluciones de este tipo que han ganado adeptos durante la pandemia son Gather, Remo o SpatialChat. Consisten en una representación de la oficina en 2D en la que se puede ver a los empleados moviéndose por ella e interactuando entre sí de forma informal en un entorno algunas veces “gamificado”. No obstante, adolecen del efecto de inmersión propio del entorno 3D de la realidad virtual. Algunos ejemplos de estas soluciones, enmarcados dentro de la categoría de realidad virtual social o Social VR, son EngageVR, AltSpaceVR, VRChat, RecRoom o Horizon Worlds de Meta.

Los dispositivos de acceso y la aceptabilidad social, dos aspectos clave

En ambos casos, sean entornos virtuales de colaboración (CVE) o realidad virtual social (Social VR), dos aspectos importantísimos son el abaratamiento de los dispositivos de acceso y un mayor grado de aceptabilidad social. Actualmente hay varias opciones en el mercado y otras muchas en desarrollo que, sin duda, deben ayudar en este sentido.

¿Para cuándo nos comunicaremos en el metaverso?

Si miramos con perspectiva la tendencia del continuo realidad-virtualidad vemos que los movimientos son claros para que la comunicación en el metaverso sustituya algunos casos de uso que actualmente cubre la videoconferencia convencional.

Pero ¿tendremos reuniones en el metaverso en el corto plazo? Según la consultora Aragon Research en el evento “Metaverso: entretenimiento o empresa”, celebrado el pasado 16 de marzo, esta transición no se producirá antes de 2025. En mi opinión sucederá antes, todo dependerá de cómo se muevan los grandes jugadores en este terreno. Sin duda, su apuesta será clave para entender el futuro de las comunicaciones y la colaboración en el trabajo.

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