Mindfulness en neurociencia cognitiva

Mindfulness en neurociencia cognitiva

Mindfulness se define como una forma de ‘atención consciente y deliberada, en el momento presente y sin juzgar’.
6 Abril 2022

Esta definición ha sido mayoritariamente aceptada en la comunidad científica, aunque pueda dar lugar a múltiples interpretaciones y, por lo tanto, carezca de la claridad suficiente en el estudio de las bases neurofisiológicas de las prácticas de mindfulness. El entrenamiento es un elemento central en los programas basados en mindfulness. La repetición de ejercicios pautados podría mejorar funciones básicas como la atención, la regulación emocional o el descentramiento, asociados a variaciones funcionales y estructurales en el sistema nervioso. En palabras de Kabat-Zinn: mindfulness ‘... se consigue concentrándose en un objeto primario (comúnmente el flujo sucesivo de inspiraciones y espiraciones) hasta que la atención es relativamente estable, y luego permitiendo que el campo de objetos de atención se expanda (generalmente por etapas) para incluir, en última instancia, todos los eventos físicos y mentales (sensaciones corporales, pensamientos, recuerdos, emociones, percepciones...). La expansión del campo de atención se enseña gradualmente a lo largo de varias sesiones’.

La neurociencia del mindfulness aporta conocimiento más detallado de la activación cerebral basal, los mecanismos de regulación de la atención, las emociones y la autorreferencia. El campo es muy extenso y son muchos los grupos de investigación que se dedican a entender el mindfulness a través de los mecanismos cerebrales subyacentes. En este artículo hacemos un recorrido por los trabajos que consideramos de mayor interés para el lector que quiere tener un conocimiento de la base neuronal del mindfulness. Además, no podemos ser ajenos a las disyuntivas del contexto de investigación en mindfulness. En la última parte del artículo analizamos dos de los principales problemas epistemológicos de la neurociencia de mindfulness que se presentan debido al origen precientífico de las prácticas de meditación.

 

Neurociencia del mindfulness

Es oportuno empezar por definir el mindfulness, aunque sea una tarea compleja. La palabra es polisémica y la práctica de mindfulness involucra múltiples procesos. No obstante, su definición tiene tres significados diferenciados.

En primer lugar, mindfulness se refiere a un conjunto de prácticas que se desarrollan siguiendo un sistema dado con la intención de ejercitar la atención o desarrollar cualidades afectivas, como la ecuanimidad. Las prácticas de mindfulness pertenecerían a un conjunto más grande de prácticas que comúnmente se llaman prácticas de meditación o contemplación. En segundo lugar, mind­fulness se refiere a un movimiento reciente, que debe su expansión a la creación de un programa basado en el mindfulness para la reducción del estrés y utiliza prácticas que fueron utilizadas en la tradición budista o yóguica, recontextualizadas en un ámbito académico y clínico. En tercer lugar, mindfulness puede ser un constructo psicológico, normalmente cuantificado mediante cuestionarios autoinformados. Se ha construido un gran espectro de constructos con diferentes factores que han tenido más o menos acogida. Quizás uno de los más sintéticos fue propuesto por Shapiro et al, quienes analizaban el constructo en componentes atencionales, motivacionales y afectivos. Así pues, mindfulness es un tipo de atención que se desarrolla en un individuo que es consciente de su propia función atencional, que se enfoca voluntariamente en el presente y que no enjuicia o reacciona ante la experiencia (descentramiento). Pero la situación es muy compleja, pues, aunque se han hecho esfuerzos concertados para proporcionar descripciones consensuadas de la atención plena, siguen existiendo variaciones considerables en cuanto al significado de mindfulness. Ante esta ambigüedad, cabe preguntarse si es necesario desarrollar un constructo de mindfulness para estudiar su impacto desde una perspectiva psicobiológica, o más bien se trata de detectar qué funciones cerebrales, ya conocidas, podrían explicar el potencial terapéutico de las intervenciones basadas en mindfulness. Un buen punto de partida es el que proponen Hölzel et al. En su modelo, dentro de un entrenamiento basado en mindfulness, habría cuatro funciones potencialmente diferenciales; a) regulación atencional; b) consciencia interoceptiva; c) regulación emocional; y d) autorregulación o reorganización de la referencia propia. Nuestro grupo realizó recientemente una revisión de la batería de test psicométricos validados para estimar los cambios psicológicos derivados de una intervención basada en mindfulness mediante un análisis de redes que mostraba los cambios topológicos del estado psicológico como un sistema más que como la composición de variables independientes.

 

Sensación de bienestar: disminución de la red por defecto

Uno de los temas de mayor relevancia para la neurociencia es la caracterización de la red por defecto. Fue descrita por Marcus Raichle et al como una red de regiones cerebrales que están más activas durante el ‘reposo’ que durante la ejecución de una tarea, es decir, identifica las áreas que reducen su actividad al realizar cualquier tarea consciente. Esas áreas son: a) el lóbulo temporal medial, involucrado en la memoria y la planificación; b) la corteza prefrontal medial, clave en la inhibición, el control, y la evaluación propia y de otros; c) la corteza cingulada posterior, motor de la integración emocional y la discriminación de la información relevante; d) la precuña ventral, que integra información de las áreas sensoriales; y e) la corteza parietal, principalmente las áreas motoras del lenguaje. Caracterizar la red por defecto nos lleva a la descripción de un cerebro en ‘reposo’ o ‘que no hace nada’, una mente que vive en la planificación de un futuro, la vivencia de memorias, la experiencia de sensaciones, la escenificación de hipotéticos escenarios donde somos el actor protagonista y mucho diálogo interior de contenido autobiográfico. Todo ello de forma espontánea y rápidamente cambiante. Ésta es también la descripción de una mente divagante o que vive en un estado de ensoñación. La mayoría de las personas pasan en dicho estado aproximadamente el 47% del tiempo. Si consideramos que una actividad elevada o persistente de la red por defecto correlaciona con estados de infelicidad percibida, su disminución debería contribuir al bienestar. En 2011, un consorcio de universidades americanas mostró que la meditación reduce la actividad de la red por defecto, especialmente en las cortezas medial prefrontal y la cingulada posterior y la precuña, y con ello el ajetreo mental y la satisfacción subjetiva percibida. Dicho estudio mostraba, además, que la disminución de la actividad de la corteza cingulada en la red por defecto estaba relacionada con una reorganización del sentimiento de sí mismo. La disminución de esta área en meditadores sugiere también que la red por defecto está menos centrada en la idea de yo, menos ‘egocéntrica’ o autorreferencial. Los cambios observados en la red por defecto en meditadores de larga trayectoria no se limitan sólo al tiempo de la práctica, sino que su disminución es estable en el tiempo y se convierte en un rasgo característico de su cerebro. Como veremos en la descripción de los mecanismos neuronales de la atención, siguiente subsección, la red por defecto es un atractor al que converge el cerebro en momentos en que ‘olvidamos’ el objeto de la atención, es decir, cuando nos distraemos. Diversos estudios han mostrado que meditadores expertos recurren con menor frecuencia a esta red que los principiantes. Una de las aplicaciones de las intervenciones basadas en mindfulness se centra en aumentar la calidad de vida de personas con dolor crónico a través de la reducción de su incrementada actividad de la red por defecto. Estos artículos se convertían en semilla para entender los mecanismos neuronales de por qué el mindfulness contribuye significativamente a mejorar la calidad de vida. Aunque la red por defecto tiene un papel crucial en la creatividad, la planificación, y la consolidación de las memorias y de la identidad, la bibliografía científica señala, como decíamos, el excesivo tiempo que pasa el cerebro en dicha red. La estadística, señalada más arriba, del 47% del tiempo y su correlación con la insatisfacción vital llevan a propagar la reducción de la red por defecto como medida de bienestar.

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