La edición de recuerdos podría hacerse realidad gracias este microscopio
La edición de recuerdos podría hacerse realidad gracias este microscopio
Un fotograma del vídeo que muestra la creación y destrucción de sinapsis (USC)
Por primera vez en la historia, un grupo de científicos ha conseguido grabar en vídeo cómo un cerebro crea recuerdos. A partir de este asombroso logro han realizado un descubrimiento importante: al aprender, el cerebro crea sinapsis entre neuronas y destruye otras. Este avance abre un nuevo camino no sólo al tratamiento de enfermedades neurodegenerativas sino también a la manipulación de la memoria.
Según los científicos de USC, “hasta ahora no era posible determinar la localización de una sinapsis en un cerebro vivo sin modificar su estructura y función, algo que hacía imposible comparaciones de antes y después de [la estructura] de la memoria”. Anteriormente se pensaba que las sinapsis sólo cambiaban su fuerza para crear recuerdos, pero el nuevo estudio dice que unas desaparecen en algunas áreas y se multiplican en otras. Este mecanismo, afirman, explica por qué algunos recuerdos son más fuertes que otros.
Aunque todavía estamos muy lejos de emular a los protagonistas de la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind — donde la pareja protagonizada por Kate Winslet y Jim Carrey decide separarse y borrar la memoria de la relación de sus respectivas mentes — sus observaciones ya son útiles para estudiar y tratar fenómenos como el síndrome de estrés post-traumático (PTSD en sus siglas en inglés).
Según el equipo de científicos de la facultad de ingeniería Viterbi — perteneciente a USC (University of Southern California) — las observaciones de su experimento indican que las experiencias negativas resultan en mayor densidad de conexiones neuronales, algo que hace que el PTSD sea tan potente en las víctimas de accidentes o abusos.
Cómo lo han hecho
El equipo ha conseguido este impresionante avance después de seis años de investigación y la creación de un nuevo microscopio especialmente diseñado para grabar las neuronas y la formación o destrucción de las sinapsis. La clave de este aparato, aseguran, es que debe ser lo suficientemente potente como para penetrar en el cerebr,o pero no tanto como para matar el tejido orgánico del sujeto del estudio.
El experimento se realizó con peces cebra, un animal habitual de los laboratorios de neurología cuyo cerebro es parecido al del ser humano. Los científicos de USC afirman que “el cerebro del pez cebra es lo suficientemente grande para funcionar como el nuestro, pero son lo suficientemente pequeños y transparentes para poder ver el cerebro vivo”.
En su estudio publicado en el diario científico PNAS, describen un experimento en el que peces cebra de 12 días aprendieron “asociar la activación de una señal luminosa con el disparo de un láser infrarrojo a sus cabezas”, una sensación desagradable que les hacía huir. Al poco tiempo los peces salían nadando a toda velocidad cada vez que la luz se encendía, un claro signo de que habían aprendido el significado. “A las cinco horas de entrenamiento”, afirman, “el equipo fue capaz de observar y capturar cambios significativos en el cerebro de los peces cebra”.
Anteriormente, la única manera de detectar cambios era comparando los cerebros muertos de dos animales, uno condicionado y el otro libre. Ahora, los científicos pueden ver exactamente el cambio a medida que un individuo aprende.
Nunca observado antes
Carl Kesselman — uno de los autores y científico computacional — afirma que "durante los últimos 40 años, pensábamos que aprendíamos incrementando o disminuyendo la fuerza de las sinapsis, pero no es el caso”. Otro de los autores — el neurocientífico Don Arnold — asegura “éste fue el mejor resultado posible [...] porque vimos un cambio dramático en el número de sinapsis, algunas desapareciendo, otras formándose, y lo vimos en una parte muy distinta del cerebro [...] me sorprendió ver este fenómeno de 'empujar y tirar' y no un cambio en la fuerza de las sinapsis".
El cambio, apunta Arnold ,que han observado “puede deberse a que este estudio se centró en las memorias asociativas, que son mucho más robustas que otras memorias y se forman en un lugar diferente del cerebro, la amígdala, frente al hipocampo usado para la mayoría de recuerdos”. Esto, según él, “puede algún día tener relevancia para el PTSD, que se cree ocurre por la formación de recuerdos asociativos".
Ahora sólo hace falta que estos se junten con los científicos del Pentágono que están construyendo nanobots para la manipulación del cerebro a nivel celular. En veinte años no nos va a conocer ni la madre nos parió (literalmente, porque editará sus memorias).