Lenguaje de influencia y los conflictos.

Lenguaje de influencia y los conflictos.

Las posiciones en la relación
30 Septiembre 2021

Redacción

Las palabras que empleamos tienen mucho poder y pueden perpetuar dinámicas disfuncionales o bien favorecer el entendimiento mutuo y la negociación. Podemos, a través de las palabras, adentrarnos en estados agradables y desagradables. Vamos a tratar sobre ciertas expresiones que solemos emplear con mucha frecuencia, que ayudan enormemente a favorecer los conflictos y los malos entendidos, y a sustituirlas por otras expresiones que nos ayuden en nuestras relaciones con los demás.

· Mensajes tú.

· Mensajes yo.

· “Pero…”.

· “Sí, y también…”.

· Sistemas representacionales.

Mensajes tú

Los mensajes tú son aquellas expresiones que hacen referencia a la otra persona, destacando sus errores, su forma de ser o atribuyéndole el poder de modificar mi estado sin ninguna intervención por mi parte. Al ser construcciones verbales que se relacionan con el hecho de juzgar desfavorablemente a la otra persona. Por ejemplo “me haces estar triste”, “me aburres”. Son un medio prácticamente infalible para generar o mantener conflictos. Expresar nuestro malestar a través de mensajes tú permite que la otra persona reciba nuestro mensaje como un ataque, haciendo más probable su contraataque.

Los mensajes tú suponen desviar la atención hacia el otro; lo que el otro hace, dice o es según nosotros. Dejamos de centrarnos en lo que realmente importa: ¿Cómo me afecta a mí lo que sucede?

Con una persona en una determinada situación puedo sentir que estoy perdiendo los nervios. Expresar esta experiencia puede hacerse a través de mensajes tú o yo:

Mensaje tú: “Me pones de los nervios”

Mensaje yo: “Me pongo nervioso cuando…”

Por supuesto, el impacto de nuestro mensaje en uno u otro caso será totalmente diferente.

Mensajes yo

Los mensajes yo implican tomar la propia responsabilidad sobre mis sentimientos, pensamiento y conductas. Para ello, expreso cómo hago yo para sentirme afectado de la manera en que me siento por la situación. Suena muy diferente ante una misma situación decir “no me gusta escuchar eso que dices” o “eres muy cruel diciéndome eso”. La persona que los recibe sentirá algo totalmente distinto ante la recepción de estos dos mensajes. La segunda opción hace un juicio y una crítica que no ayudará en absoluto a superar el conflicto.

Para emplear los mensajes yo es necesario que nos centremos en cómo hacemos para activar la situación, cómo hago para que me influya de esa manera en la que me influye, cómo me lo tomo, cómo interpreto la situación. De esta manera, no habrá lugar para el contraataque de la otra persona. Por ejemplo, siguiendo el ejemplo anterior “me pongo nervioso cuando escucho que levantas el tono de voz”. De esa manera, estoy señalando lo que la persona hace sin juzgarlo, centrándome en que mi problema es cómo me lo tomo, cómo vivo yo que alces la voz.

El hecho de que las frases que empleamos contengan “yo” al principio no implica necesariamente que se trate de un mensaje tú. Por ejemplo “yo pienso que eres un irresponsable”, ya que este sería más bien un mensaje tú camuflado.

Pero

Las conjunciones adversativas como “pero”, “aunque”, “sin embargo” … etc., tienen el efecto de contraponer lo que venga detrás de ellas a lo que tenía delante. Es decir, el “pero” anula la validez de lo anterior, y hace prevalecer lo que se menciona en último lugar.

Por ejemplo, no produce el mismo efecto en una persona si le digo “Jaime es buena persona, pero es un engreído” que si digo “Jaime es engreído, pero es buena persona”. Con este ejemplo podemos darnos cuenta que dejando la frase favorecedora en segunda posición, emitimos un mensaje más positivo. O lo que es lo mismo, si la frase menos favorecedora para la persona va antes que “pero”, mejoraremos notablemente el mensaje, haciéndolo más positivo. Sin embargo, creemos que sigue siendo arriesgado utilizar “pero”, ya que de alguna manera estamos expresando que la parte descrita en la primera parte debería ser de otra manera, que no es muy deseable.

Las conjunciones adversativas tienen precisamente como característica que niegan el valor al realizar un juicio negativo de la primera frase. Esa es la esencia.

Este carácter juicioso de las conjunciones adversativas es especialmente peligroso en algunas conversaciones entre personas. X podría decir “yo pienso que esto es así”, a lo que Y podría contestar “sí, pero en realidad esto es de esta manera”. No importará mucho si Y sonríe al anular a X dando a entender que su mapa del mundo es más acertado. X detectará que su afirmación ha sido negada, aunque no sea muy consciente de ello.

El “pero”, es como un borrador universal, ya que minimiza y reduce el valor de lo que se ha señalado previamente antes que él. Es una manera excelente de expresar a la otra persona que su mapa es peor que el nuestro. Lo que muy probablemente acarreará en la otra persona una actitud defensiva, y un camino para los conflictos.

Sí, y también

El “sí, pero” trata de imponer su mapa, suponiendo que hay solamente una verdad y que precisamente es la mía. Existe un mapa mucho más útil y práctico para tener relaciones más exitosas: el que supone que cada persona ha captado una parte válida de la realidad.

Como sabéis, por limitaciones neurológicas sólo podemos percibir algunos aspectos de cualquier situación, por lo que, a través de “retazos de verdad” de unos y otros, podemos construir sumando una propuesta más rica y completa.

Las conjunciones copulativas como “y”, “también” o “además” nos sirven para dar espacio tanto a tu mapa como al mío. Siguiendo el ejemplo que hemos puesto anteriormente, utilizando conjunciones copulativas, este sería el resultado:

X: Pienso que los tiempos hoy en día no son buenos.

Y: Sí, y también ha habido grandes cambios.

Sin duda sonaría diferente si hubiésemos empleado “pero”. Utilizar las conjunciones copulativas cuando queramos llevar a un acuerdo mutuo será de gran utilidad y nos dará muy buenos resultados.

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