El valor de la emoción frente a la robotización

El valor de la emoción frente a la robotización

En un par de décadas —puede que menos—, los robots harán muchos de los trabajos que ahora desempeñan los humanos. Pero antes de hacer saltar las alarmas, escuchemos a los expertos. Ellos apuntan que en esta carrera hombre-máquina, el ser humano cuenta con una ventaja competitiva: la Inteligencia Emocional.
10 Junio 2021

Las tareas que requieran habilidades relacionadas con la inteligencia emocional seguirán siendo ejercidas por humanos.

El impacto de la robotización en el trabajo

Los robots ya están aquí y, aunque nadie sabe a ciencia cierta el impacto de la robotización en el trabajo a unas décadas vista, existen datos que dan algunas pistas. Por ejemplo, un informe de Mckinsey Global afirmaba que, hasta 2030, 800 millones de trabajadores podrían perder sus trabajos en pro de los robots y los cobots. Y es que numerosas actividades realizadas actualmente por humanos son potencialmente automatizables. ¿Cuáles? Las más físicas, mecánicas y repetitivas. Por sectores los más afectados serán los de fabricación, transporte y logística. Pero esta es solo una cara de la moneda.

En la otra, nos encontramos con dos certezas. La primera es que, en contraposición a los perdidos, surgirán numerosos empleos.  The Future of Jobs elaborado por el World Economic Forum señalaba los perfiles más emergentes: analista de datos, especialista en Inteligencia Artificial, desarrollador de software, entre otros. La segunda tiene que ver con lo que dice James Timbie, académico de la Universidad de Stanford: “Muchos trabajos rutinarios serán paulatinamente asumidos por las máquinas, dejando las tareas más complicadas a los humanos que poseen habilidades interpersonales”. Por tanto, las labores que quedarán en manos de los humanos serán las que requieran de destrezas que, por el momento, no están al alcance de las máquinas. Hablamos de áreas como la educación, la salud o el arte.

Automatización, robótica e inteligencia artificial

¿A qué nos referimos cuando hablamos de automatización, robótica e Inteligencia Artificial? La automatización consiste en la utilización de un software que establece y sigue unos pasos preprogramados para automatizar una tarea. La robótica es una rama de la ingeniería mecatrónica que, básicamente, se encarga de diseñar y construir robots. Y la Inteligencia Artificial es la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas.

La combinación de estas tres disciplinas marcará el futuro del mundo laboral, pero es la Inteligencia Artificial la que, quizás por influencia de obras literarias y cinematográficas de ciencia ficción, nos hace pensar irremediablemente en una paulatina sustitución de mano de obra humana por humanoide. El investigador del MIT, Joseph Paradiso, cree que es difícil que algo así suceda y se agarra a una de las habilidades inherentemente humanas para justificarlo: "La creatividad es una capacidad humana que probablemente las máquinas nunca puedan desarrollar por completo, y por tanto, uno de los campos en los que habrá más oportunidades de trabajo en el futuro". 

Las habilidades interpersonales como ventaja competitiva

En este contexto, y tal y como apuntaba Timbie, las habilidades interpersonales se presentan como una clara ventaja competitiva frente a la robotización en el ámbito laboral. Esas destrezas, también conocidas como soft skills —o habilidades blandas—, son aquellas que tienen que ver con la inteligencia emocional, es decir, con la capacidad de gestionar de forma eficaz nuestras emociones, reconocer las de los demás y establecer relaciones positivas con otras personas. Hablamos de creatividad, colaboración, flexibilidad, negociación y otras habilidades que, aplicadas al mundo laboral, se traducen en personas capaces de encontrar las mejores estrategias para alcanzar el éxito.

La valoración de estas capacidades alcanza ahora su cénit, pero son apreciadas desde antes de que la robotización fuera tangible, tal y como prueban diferentes estudios. Así lo atestiguó, por ejemplo, uno realizado por el Instituto de Investigación de Stanford y la Fundación Carnegie Mellon en 2008. Los 500 CEO consultados aseguraron que el 75% del éxito en el trabajo a largo plazo se deberá a las habilidades blandas y solo el 25% a las técnicas. En 2011, una encuesta elaborada por Career Builder entre responsables de departamentos de RR. HH. ratificó la percepción de los directivos. Los datos, que desglosaremos a continuación, reflejaron una tendencia que, a día de hoy, persiste en los procesos de selección: valorar el desempeño social de sus futuros trabajadores tanto como sus conocimientos técnicos.

  • El 71% de los encuestados afirmó que valoraba la inteligencia emocional de un empleado por encima de otros atributos, incluido el cociente intelectual.
  • El 75% dijo que era más probable que ofrecieran un ascenso a un trabajador con alto nivel de inteligencia emocional.
  • El 59% aseguró que descartarían a un candidato con un coeficiente de inteligencia alto pero poca inteligencia emocional.

Estos datos no son fruto de la casualidad. Está demostrado que los empleados con altos niveles de inteligencia emocional cooperan más con sus compañeros, gestionan mejor el estrés del día a día, resuelven conflictos laborales más fácilmente y aprenden de sus errores. La inteligencia emocional se convierte así en el último gran bastión de los humanos frente a la robotización.

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