El humanismo tecnológico llega a las aulas: "Para encontrar trabajo en 2040 hay que estudiar Filosofía y leer a Dylan Thomas"

El humanismo tecnológico llega a las aulas: "Para encontrar trabajo en 2040 hay que estudiar Filosofía y leer a Dylan Thomas"

Expertos reflexionan sobre la educación que viene: "La memoria es algo que se debe de entrenar como si fuera un músculo"
20 Abril 2021

Lo primero que hacen las niñas de 10 años que participan en los talleres tecnológicos que organiza Inspiring Girls es asistir a una sesión de inteligencia emocional. Antes de encender el ordenador y ponerse con la robótica, la electrónica y la impresión 3-D, las crías aprenden a mirar dentro de sí mismas y a comprender a los demás. En esta fundación dedicada a aumentar el interés profesional de las chicas por carreras tradicionalmente masculinas son conscientes de que nadie llega muy lejos laboralmente sin creatividad. La educación STEM (acrónimo que en inglés engloba las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y Matemáticas), que tan de moda estaba en los últimos tiempos, ha incorporado las Artes y se ha convertido definitivamente en STEAM.

El humanismo tecnológico ha llegado a la escuela de la mano del Covid-19, un virus que en un año ha cambiado el aprendizaje más que en el último siglo. Este movimiento que aboga por «conformar las tecnologías de acuerdo con los valores y las necesidades humanas», según estableció en 2019 el llamado Manifiesto de Viena, en línea con la Declaración de Derechos Humanos en Entornos Digitales proclamada un año antes por la Universidad de Deusto, está comenzando a extenderse por las aulas de la era pandémica. Lo sabe bien Nieves Segovia, presidenta de la Institución Educativa SEK y la primera persona que en España generalizó las tabletas para uso académico, que apunta que «el Covid ha hecho que nos demos cuenta de que las escuelas no son sólo lugares para aprender, sino para ser». Que se lo digan al grupo IREF o al Centro de Filosofía para Niños, que enseñan a entender a Kant y a Platón dentro de los colegios.

Se trata, en palabras del sabio bielorruso Evgeny Morozov, de entender «la Red no como un mero instrumento, sino como un conjunto de infraestructuras para facilitar la vida, el trabajo y la cooperación».

Lo curioso es que este movimiento lo impulsan los propios gurús de lo virtual. El analista económico y divulgador tecnológico Marc Vidal, que avisó antes que nadie de la crisis económica de 2008, cuenta que, cuando a él los padres le preguntan qué carrera tienen que estudiar sus hijos para encontrar trabajo, «allá por 2040», siempre recomienda «que aprendan Filosofía y lean a Dylan Thomas».

«El futuro es tecnológicamente más humano», proclamaba Vidal el pasado jueves en el foro La educación que viene: más digital y personalizada, organizado por EL MUNDO y la Fundación Telefónica.

Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación, inauguró este encuentro online recordando que «si algo hemos descubierto durante el confinamiento es el valor de la presencialidad en las aulas» y que «el contacto interpersonal es irrenunciable». «No se trata de hacer personas que sepan manejar un dispositivo, sino de que tengan la capacidad de utilizar lo digital en sentido creativo, para tener mejores interacciones y desarrollarse como personas», apuntaba el representante del Gobierno, que va a dar 500.000 portátiles a alumnos de enseñanza obligatoria.

"LA ESCUELA DEBE RESISTIRSE A LA SOCIEDAD DEL IMPULSO"

Una cantidad similar de ordenadores se repartió hace una década por el entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y los profesores recuerdan que muchos de ellos se quedaron sin estrenar, guardados dentro de sus cajas. Ahora hablamos del modelo híbrido, de la flipped classroom, del machine learning y del blockchain, mientras profesores, padres y alumnos claman por un orden que regule todo esto. Como dice Carlos Magro, presidente de la asociación Educación Abierta, «la escuela debe resistirse a la sociedad del impulso».

«Una metodología innovadora mal aplicada puede ser un caos educativo. La tecnología tiene que ser justa e inclusiva», reflexiona Luis Miguel Olivas, director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica.

Este ingeniero de Telecomunicaciones, que está al frente del Campus 42 (una escuela de programación donde no hay libros, ni profesores, ni horarios fijos), reconoce estar «preocupado por cómo se va a poner en marcha el currículo» que se encuentra elaborando el Gobierno. «Si hay tiempos políticos podemos cometer errores y lamentarlo. No se trata de innovar por innovar», avisa.

A lo largo de este año Isabel Celaá va a tener que definir los saberes que aprenderán todos los alumnos españoles de Primaria y la ESO en los próximos años. Ha dicho que se van a estudiar menos contenidos que ahora y que serán «menos memorísticos». Hay consenso entre los expertos en que hay que potenciar las habilidades. Pero sin pasarse. Nieves Segovia recuerda que «se necesitan conocimientos sobre los que poder desarrollar las competencias».

«Está de moda decir que no hay que aprender las cosas de memoria», apunta Marta Pérez Dorao, presidenta de Inspiring Girls España. «Pero la memoria es importante y se debe entrenar como si fuera un músculo, porque se están encontrando carencias».

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