Los buenos trabajadores tienen flow: el estado de flujo dispara los niveles de productividad

Los buenos trabajadores tienen flow: el estado de flujo dispara los niveles de productividad

• Una persona entra en estado de flujo cuando se involucra tanto en su tarea... • ...que prácticamente no existe nada más • ¿Cuáles son los elementos claves para llegar a ese nivel?
5 Septiembre 2021

Dos días y medio. Ese fue el tiempo que le llevó al novelista irlandés John Boyne (Dublín, 1971) escribir del tirón el primer borrador del que hasta la fecha es su mayor éxito editorial, El niño con el pijama de rayas (Salamandra, 2007). Dos días y medio de escritura frenética, sin apenas comer ni dormir. El autor declaró más tarde que había tenido la sensación de que el niño protagonista le susurraba al oído las palabras que debía escribir, empujándolo a llegar hasta el final de la historia. Con apuntador imaginario o no, probablemente lo que Boyne experimentó durante esas sesenta horas de éxtasis productivo es lo que los expertos organizacionales llaman "estado de flujo".

El estado de flujo (flow, en inglés) es uno de los conceptos estrella de la llamada psicología positiva, esa rama de la ciencia que ahonda en el bienestar psicológico de las personas y que tanta aceptación tiene en el management actual. Según uno de sus máximos exponentes, el norteamericano Mihály Csikszentmihalyi, el flow sería "un estado subjetivo que las personas experimentan cuando están completamente involucradas en algo, hasta el extremo de olvidarse del tiempo, la fatiga y de todo lo demás excepto la actividad en sí misma". En otras palabras, el flujo es una especie de trance durante el cual una persona logra una inmersión total en su trabajo, obteniendo los más altos niveles de rendimiento y calidad de ejecución.

Como en el caso del Boyne, el estado de flujo suele asociarse a labores creativas. Sin embargo, pintores, escritores o músicos no son ni mucho menos los únicos capaces de amarrarse a la mesa de trabajo para rentabilizar la vista de las musas. En realidad, cualquier profesional, del ámbito que sea, puede experimentar en algún momento esa mágica sensación de "estoy que me salgo". "Conocí a un directivo del área comercial que solía levantarse a las seis de la mañana los sábados para trabajar en su casa hasta las nueve. Me confesó que esos momentos, en los que había completo silencio y conexión consigo mismo, era cuando más placer obtenía de su trabajo", cuenta Pilar Jericó, presidenta de Be-Up.

"Un empleado feliz es más productivo, comprometido, creativo e innovador"

Y es que el flujo tiene mucho que ver con el placer. Para Manu Romero, fundador de la startup Departamento de Felicidad, un trabajador que fluye es un trabajador feliz, con el impacto que para cualquier organización supone contar con un profesional así en sus filas. "Diversos estudios y experiencias profesionales confirman que un empleado feliz es más productivo, comprometido, creativo e innovador, lo que da lugar a mejores resultados de negocio, mayores ventas y mejores calificaciones de los clientes", asegura.

Quizá feliz, sí, pero también sacrificado. Porque la satisfacción que proporciona ese 'fluir' va frecuentemente acompañada de atracones de trabajo que harían explotar cualquier dispositivo de registro de horario. De hecho, que a un trabajador se le pasen las horas en un suspiro, sin apenas darse cuenta de que el cansancio empieza a hacer mella en él, es un claro síntoma de que está empezando a fluir.

Claro que sarna con gusto no pica. Y es que, advierte Pilar Jericó, el esfuerzo es un requisito innegociable para llegar hasta ese punto de excelencia. "Las cosas que valen la pena siempre requieren esfuerzo, especialmente al principio. En esas fases iniciales el trabajo duro es lo más importante. Pones mucho empeño porque llegar al objetivo es tu máxima motivación, tu sueño o porque te pagan por ello. Pero después, llega un momento en el que de tanto aplicarte en la tarea desarrollas cierta maestría en ella, y ahí es cuando comienzas a fluir".

Naturalmente, que te guste lo que haces es un plus. "Tener la oportunidad de desarrollar aquellas actividades en las cuales nos sentimos más realizados nos ayuda a disfrutar de nuestro puesto de trabajo", dice Manu Romero. ¿Quiere decir esto que quedamos exentos de hacer aquellas otras partes del trabajo que nos resultan menos apetecibles? Desde luego que no, puntualiza este experto. "Pero el prisma es totalmente distinto cuando sabes que esas otras cosas forman parte de unas responsabilidades que, en términos globales, te satisfacen".

Honorio Jorge, experto en Recursos Humanos y Organización, cree, en cambio, que no es imprescindible que una actividad te enamore para realizarla muy bien o incluso con brillantez. "Lo que nunca debe faltar es que la persona disponga de las habilidades necesarias para ejecutar esa función con un resultado exitoso. Y para esto es clave tener a la persona correcta en el puesto correcto", explica. Otras condiciones necesarias para llegar a ese estado deseable son que "las tareas sean moderadamente desafiantes y requieran de concentración y enfoque, tener objetivos claramente establecidos y ofrecer datos que permitan al trabajador autoevaluarse", resume este especialista.

Empresas sin flow

En las cosas del fluir no todo depende exclusivamente del protagonista. El entorno puede tener una influencia notable. Positiva o negativa. "La empresa ha de saber que no desmotivar a sus empleados es rentable, que sus empleados (algunos) saben hacer bien las cosas y que para que, además, quieran hacerlas tienen que poder utilizar sus habilidades y su talento", comenta Luis Colmenero, creador de la marca Coachingümer. Según este coach, "cuando te complican las cosas en el trabajo y tu única emoción es la de no querer volver el día siguiente, es imposible que se de el estado de flujo".

"Cuando te complican las cosas en el trabajo y tu única emoción es la de no querer volver el día siguiente, es imposible que se de el estado de flujo"

El problema, tercia el canario Honorio Jorge, está en que en muchos casos las propias dinámicas laborales dificultan esa manera de funcionar. "Imaginemos a un trabajador que en pleno estado de flujo es interrumpido por la asignación de un nuevo encargo... Esto tiene un impacto negativo en la productividad, y está relacionado con una mala planificación y con el hecho de que en muchas organizaciones lo urgente se come a lo importante de forma recurrente".

También el espacio físico juega su papel. Los 'fluyentes' necesitan cierto aislamiento y alejarse de las distracciones para entrar en modo flow. Unas condiciones que parecen chocar con las últimas tendencias en diseño de oficinas. "Los espacios operativos diáfanos, por ejemplo, aportan muchos beneficios a las empresas en cuanto a la cohesión del equipo, pero no son los más adecuados para la realización de determinadas labores para las que se necesita mucha concentración", reconoce Jorge.

¿Qué pueden hacer las empresas para ayudar a sus trabajadores a alcanzar ese Nirvana productivo? "Facilitarles que hagan aquello en lo que son realmente buenos y que disfrutan haciendo; definir objetivos claros y alcanzables a los que se pueda dar seguimiento; trabajar por dichos objetivos, impulsando la autogestión del tiempo, y reconocer los logros", sintetiza Manu Romero.

La empresa puede allanar el camino poniendo las condiciones adecuadas. Pero al final es el profesional quien debe cruzar ese umbral por propia iniciativa. Luis Colmenero: "Si somos buenos en lo que hacemos, si a la vez estamos motivados y podemos emplear nuestros recursos, el desempeño en nuestro trabajo será el óptimo y rentable para nuestra empresa. Porque cuando estamos sumergidos en una tarea por la pura satisfacción de hacerla bien, es cuando nos suele salir mejor".

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