Teleoperadora: la cuarentena nos ha hecho a todos más pacientes y comprensivos

Teleoperadora: la cuarentena nos ha hecho a todos más pacientes y comprensivos

Susana es teleoperadora en una empresa que da soporte informático a profesionales como abogados o gestores y, al igual que muchos, teletrabaja desde que se decretó el estado de alarma. Aunque su jornada es casi igual de intensa que antes, sí ha percibido algún cambio: "la cuarentena nos ha hecho más pacientes y comprensivos", asegura.
29 Abril 2020

Cree que su labor es imprescindible, sobre todo en un momento en el que muchos de sus clientes necesitan contar con aplicaciones informáticas para poder hacer frente, a su vez, al papeleo que requieren las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, como los ERTE a los que se han tenido que acoger miles de trabajadores.

Entre 13 y 15 llamadas atiende cada día Susana, en torno a un 20 por ciento menos que antes de la crisis sanitaria, según calcula esta teleoperadora en conversación telefónica con Efe.

Muchos de los clientes también han tenido que dejar sus despachos para evitar los contagios y trabajan desde casa. Quizá por ello, y quizá porque han dejado atrás las prisas, la relación con quien tienen al otro lado del teléfono (o de los cascos, más bien) es "menos agresiva", como explica Susana.

También muchos han tenido que prescindir de algún empleado -suelen ser despachos pequeños- y tampoco tienen al lado a quien consultar. Así que, con medios menos avanzados que en la oficina, a algunos les cuesta más hacerse con las aplicaciones que Susana les va explicando con "mucha paciencia".

Una paciencia que en su trabajo siempre hay que tener y que ahora despliegan también sus clientes, según ha podido constatar esta profesional en una labor diaria que ahora se ha "humanizado" un poco.

"Antes, algunos entraban a la llamada ya muy agresivos. Ahora entienden todo, no se ponen tan nerviosos, no les importa quedarse en cola esperando su turno, no se enfadan tanto", enfatiza Susana.

Y cree que es así porque al fin y al cabo la pandemia "nos afecta a todos de una forma u otra" y "nos solidarizamos los unos con los otros". Todo es "más amable".

De hecho, aunque no sobra el tiempo, sí hay estos días más espacio para una pequeña conversación personal. "Se explayan más en plan humano y yo un poco también", dice Susana, que atiende desde Madrid, la comunidad más afectada por la COVID-19.

Por eso, sus clientes, procedentes de distintas partes de España, se interesan por la situación y por quien les está resolviendo sus dudas al otro lado del teléfono.

Nos cuenta Susana que, según puede comprobar por estas conversaciones, sus clientes están "muy concienciados" con las medidas que hay que tomar para evitar los contagios. Y también "resignados". Por supuesto, la frase "cuídate mucho" pone fin ahora a todas las llamadas.

Susana no ha cambiado la jornada de trabajo (de 9 a 14 horas y de 15 a 18.30). Las comunicaciones no cesan. Tal vez, han bajado un poco entre las 15 y las 17 horas y en ello habrá tenido mucho que ver el teletrabajo, no siempre fácil si se tiene a la familia en casa.

Como otros muchos, Susana está aislada dentro de su aislamiento e intenta no "tropezarse" con su pareja durante la jornada laboral. En su pequeño piso, necesita su propio espacio para ponerse los cascos y conectarse al equipo, que desde casa va un poco más lento.

Pero considera que a ella teletrabajar no le ha causado mucho problema. "Al fin y al cabo es solo un teléfono y un ordenador, que hacen la misma función en mi casa que en la oficina".

A Susana en concreto, la carga de trabajo no se le ha reducido mucho por el tema de los ERTEs y acaba la jornada igual de cansada que antes de la pandemia. Así que las videollamadas a la familia y amigos las deja para los fines de semana.

Echa de menos el trayecto al trabajo porque lo hacía andando. También echa de menos el contacto con los compañeros, poder consultar las dudas con ellos, contarse las anécdotas que puedan surgir en las llamadas, si ha vuelto a llamar "el borde", etc...

"Prefiero estar en la oficina. En casa se hace el día más largo", resalta Susana, que cada día intenta hacer "las mismas rutinas" que antes. Se levanta algo más tarde, eso sí, pero después hace exactamente lo mismo: se ducha, desayuna, se viste como para ir a la oficina (salvo los zapatos), se maquilla, se pone sus pendientes, anillos y pulseras y se encierra en su habitación.

Hasta las 18.30 horas es imprescindible para muchos. Y más ahora.

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