Argentina: la Justicia laboral impide el crecimiento del país. ¿Cómo puede arreglarse?

Argentina: la Justicia laboral impide el crecimiento del país. ¿Cómo puede arreglarse?

En los procesos laborales – según la autora - se premia al mentiroso, al torpe, al deshonesto
24 Agosto 2019

Ocho millones de pesos para alguien que trabajó menos de una semana y por un accidente que sufrió 3 años antes. Hace pocos días se dio a conocer el fallo de la Corte Suprema en la causa "Cannao, Néstor Fabián c/ Congeladores Patagónicos SA y Otro s/ Accidente – Acción Civil". De dicho expediente surge que el trabajador comenzó a trabajar en el buque pesquero el 27/09/2012 y que reclamó indemnizaciones tanto a la aseguradora de riesgos del trabajo como a su empleador porque, prestando labores el 4/10/2012 (aparentemente levantando una caja de langostinos o en algún tipo de contacto con esta), se habría fracturado dos falanges del dedo meñique de la mano izquierda.

Sin embargo, de la historia clínica que se presentó como prueba surgió que la fractura era de fecha muy anterior, ya que en el año 2009 se lo habría intervenido quirúrgicamente en ese mismo dedo por la fractura de ambas falanges, teniendo que unirlas con material metálico. La demanda fue rechazada en primera instancia, por el juez a cargo del Juzgado 66, en virtud de que no existía, según él, relación causal entre el hecho y el daño que reclamaba.

La parte actora apeló y la Sala I de la Cámara Nacional del Trabajo revirtió el fallo y condenó a la sideral suma de dos millones doscientos mil pesos, a lo que corresponde adicionarle intereses tasa activa que se computan desde la fecha del hecho, lo que equivaldría, según el fallo, a que la empresa y la ART debieran pagar más de ocho millones de pesos al trabajador. Esta suma se corresponde a la supuesta minusvalía sufrida por el actor en un 26,44% (discriminado 14% por la disminución de la movilidad del dedo meñique y 10% por reacción vivencial anormal neurótica y 2,44% por factores de ponderación).

Es necesario destacar que el actor se hizo acreedor de la millonaria suma habiendo trabajado menos de una semana al momento de cometer una torpeza que le permitió reclamar a su jefe y a la ART por una lesión anterior. La Corte Suprema, en su fallo del 11/06/2019, se limitó a decretar la arbitrariedad de la sentencia de segunda instancia, porque se excedió del baremo establecido por el decreto 659/96 reglamentario de la ley 24577 de riesgos del trabajo, el cual preve hasta un 5% de incapacidad total por la amputación del dedo mencionado, es decir, por la lesión más grave, circunstancia que no se observa en la especie, más aún teniendo en cuenta que el siniestro es consecuencia de un hecho anterior al reclamo.

Esos son brevemente los hechos del caso que en pocas líneas demuestran la gravísima situación en la que se encuentra nuestro país en materia laboral.

Hemos corrompido las reglas bases del sistema protectorio. Hemos desvirtuado completamente el significado de las normas constitucionales aplicables a la materia. Este fallo que cito, a modo de ejemplo, deja en claro cómo funcionan los procesos laborales, donde se premia al mentiroso, al torpe, al deshonesto. La Justicia, mejor dicho, sus operadores, alientan prácticas desleales, se desinteresan de la verdad de los hechos y se convierten no solo en cómplices sino también en instigadores, que compelen y hostigan a los empleadores a pagar sumas millonarias de pesos, aunque el trabajador haya sido desidioso, falte continuamente al trabajo, no cumpla sus tareas, preste un servicio de pésima calidad, no respete órdenes impartidas, no respete a la autoridad, se lo despida con causa, o peor aún, se presente ante el juez falseando hechos y con testigos amigos que lo secundan.

Son verdaderos hacedores de la gran desgracia argentina, un país inmenso, despoblado, atrasado, con muy poca gente que tenga muchas ganas de trabajar. Como consecuencia se desalienta el derecho al trabajo del verdadero ciudadano que quiere conseguir lo suyo con esfuerzo y sacrificio. Se violenta el derecho al trabajo del pequeño comerciante, del grande o mediano empresario. Se desanima la inversión nacional y extranjera.

Ello gracias a la Justicia laboral, que no quiere decir basta al abuso en el que incurren los especuladores. La Justicia laboral te impone un sistema que violenta la garantía de igualdad ante la ley, el debido proceso, que arrasa con tu derecho a la propiedad y a la libertad de decidir quién está o no apto para el empleo que vos, como empleador, estás ofreciendo. La Justicia laboral creó un sistema absolutamente perverso, donde cualquier emprendedor tiene miedo a contratar a un trabajador, por las consecuencias que se le avecinan. La Justicia laboral actúa como un sistema de amenazas para quien se anime a contratar, cuando debía precisamente fomentar el empleo, lo está destruyendo.

Los derechos reconocidos a los trabajadores por nuestra Constitución Nacional han nacido para evitar el abuso que se pudo o se pueda cometer sobre ellos, no para permitir que ellos abusaran del sistema o de sus empleadores. Es vox populi escuchar: "Si tenés un juicio laboral, estás acabado, ningún empleador puede ganarlos, los costos, las condenas, te arruinan". Y eso mismo te confirman los jueces cuando vas a la primera audiencia, te doblegan hasta sacarte hasta el último centavo. Ellos terminan siendo empleados de esos supuestos trabajadores. No importa qué tan fuerte sea tu defensa, no te creen, te prejuzgan, te obligan y alientan a los trabajadores a iniciar más y más juicios. Mientras la empresa siga funcionando, habrá más para sacarle; en resumen, la terminan destruyendo.

Otro ejemplo de cómo opera la Justicia es el hecho de que te impiden acceder a información sobre el demandante, por ejemplo, no podés averiguar ante la Cámara Laboral si ese mismo actor ha iniciado juicio contra otra persona o empresa con base en los mismos datos de la supuesta relación laboral. Es decir, si hay juicios siameses contra distintos demandados. Está vedado acceder a la información, porque se nos quiere someter a la mentira y al engaño. Esto se comprueba con el hecho de que jamás el trabajador vencido en el juicio paga un solo centavo, es el demandado quien debe afrontar las costas aun cuando hubiese ganado, lo cual es excepcional. Un verdadero disparate.

Este fallo deja a las claras el despropósito del sistema laboral. Jueces que jamás han contratado un solo empleado, que no saben lo que es lidiar con las cuentas, con la carga impositiva más cara del mundo, con empleados que en gran parte no están capacitados, ni se quieren capacitar, que quieren trabajar un par de meses y ganar fortunas, con base en juicios inventados, como se habría descubierto en el presente.

Esa es la educación hacia el trabajo que ustedes, señores jueces, han brindado durante tantos años a través de sus sentencias. El resultado está a la vista: una Argentina empobrecida, repleta de personas que necesitan trabajar y pocas fuentes de trabajo; ustedes se han encargado de destruirlas. Ustedes han fomentado la especulación y la avaricia, y han privado al país de su verdadera riqueza, la que proviene del producto del trabajo honesto y del fomento de la industria.

Es momento de que los jueces laborales y de todos los fueros comprendan las graves consecuencias de sus actos, que restauren el equilibrio que toda relación necesita, que actúen con moderación y mesura en el cumplimiento de su rol y se somentan a las leyes y al espíritu de nuestra Constitución. Y que se dediquen a cumplir con la misión que les fue encomendada, esto es, proteger la fuente laboral, no destruirla. Que también establezcan la Justicia que el caso necesita, aplicando la ley, impidiendo los abusos y cultivando el amor por la patria que todos deberíamos tener. En definitiva incentivando la honestidad que nuestra nación y su pueblo necesitan para progresar.

Déborah Huczek

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