Educación continua: no hay edad para aprender

Educación continua: no hay edad para aprender

El aprendizaje es uno de los motores más importantes para el desarrollo personal. ¿Cómo mantener este impulso una vez pasados los 25 años?
21 Mayo 2019

“Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo”

En 1982, mucho antes de las redes sociales, los teléfonos inteligentes y los drones, el poeta chileno Julio Numhauser compuso la ya famosa canción “Todo cambia”. 37 años más tarde, la habilidad de adaptarnos al cambio sigue siendo una de las destrezas más útiles y valoradas a la hora de enfrentar los desafíos de la vida en el siglo XXI.

La adaptabilidad, es decir la habilidad de responder ante circunstancias inesperadas y aprender rápidamente, requiere la combinación de habilidades cognitivas (pensamiento crítico, solución de problemas, entre otras) así como de destrezas sociales, como la curiosidad y la creatividad.

La naturaleza cambiante del mundo del trabajo está aumentando la demanda por el desarrollo de nuevas habilidades más complejas e integrales. En Bolivia, por ejemplo, el porcentaje de trabajadores en puestos altamente calificados se incrementó casi un 10% en los últimos 14 años. Estas tendencias obligan a que cada vez más adultos permanezcan en un ciclo de aprendizaje continuo si quieren mantenerse y avanzar en el mercado laboral.

Según hallazgos recientes, los cerebros adultos aprenden diferente, siendo más difícil la incorporación de nuevos conocimientos. Además, el estrés y las presiones de la vida cotidiana no hace más que comprometer una buena porción de la capacidad mental.

La existencia de un capital humano pujante en América Latina coloca a la región frente a una oportunidad clave para sumarse con éxito al futuro del trabajo.

¿Qué se necesita para que este capital humano pueda seguir desarrollándose sin importar la edad? Planteamos aquí 3 puntos a tener en cuenta:

  • Contenidos

Los programas educativos para adultos pueden presentar distintos objetivos. En general, se pueden reunir en tres grupos principales: aquellos que apuntan a promover la alfabetización, los que desarrollan habilidades para el desarrollo profesional y aquellos que auspician el emprendedurismo.

Los tres grupos sufren importantes retos dado el clima social actual: se requiere mucho tiempo para que la mayoría de estos programas alcancen resultados positivos y sean sostenibles en el futuro.

Para América Latina, promover la alfabetización sigue siendo un desafío importante. Según datos del Banco Mundial, un 44% de los trabajadores latinoamericanos no cuentan con las competencias esperadas de lectoescritura, fundamentales para adaptarse al nuevo mundo del trabajo.

El informe sobre el desarrollo mundial 2019 del Banco Mundial plantea que todos los programas educativos para adultos deben desarrollar una correcta combinación entre habilidades generales y técnicas, adaptándose así a las demandas del mercado laboral, y el desarrollo de capacidades socio conductuales como el trabajo en equipo, la resiliencia, el autoconocimiento y la negociación.

El desarrollo de habilidades generales debe plantearse de manera integral. En un mundo interdependiente y complejo, la única forma de asegurar el éxito es a través de la capacidad de pensar soluciones globales y reconocer interconexiones.

  • Metodología

La educación continua de los adultos busca incentivar el interés y el deseo de todas las personas por el estudio como una actividad enriquecedora y placentera, que permite mejorar la calidad de vida, promover la cultura, estimular las capacidades propias y generar mejores oportunidades. Para lograr estos objetivos, los programas educativos para adultos deben ser lo suficientemente flexibles como para adaptarse a su público y atender los limitantes de la vida adulta, respetando sus horarios y ritmos de aprendizaje.

El otorgamiento de acreditaciones parciales puede ser una buena herramienta para fomentar la participación y aprendizaje de los contenidos formales. Estas iniciativas son mucho más exitosas cuando están unidas a programas formales de empleos, ya sea a través de pasantías o formación profesional que vinculen el aprendizaje con la experiencia cotidiana y motiven a los estudiantes.

“La flexibilidad se incrementa al garantizar que cuando los estudiantes abren una puerta, otras opciones sigan estando disponibles”, sugieren los expertos a cargo del informe sobre el Desarrollo Mundial 2019.

  • Puntos de acceso

El derecho a la educación casi siempre está asociado con los niños. Sin embargo, uno de los principios fundamentales que sustentan la declaración de los derechos humanos es la universalidad. Toda persona tiene derecho a la educación, sin importar su edad.

El acceso de las personas adultas a servicios educativos de alta calidad juega un rol decisivo a la hora de desarrollar mejores habilidades y competencias que promuevan su progreso personal y laboral, lo que permitirá también una mejora de la competitividad económica de América Latina y el Caribe.

También la tecnología es una aliada importante para fortalecer el acceso a una educación de calidad, especialmente para aquellos grupos que se encuentran en puntos remotos o en situaciones de vulnerabilidad.

Contenidos bien articulados, metodologías flexibles y abundantes puntos de acceso a la educación pueden también tener un fuerte impacto económico para la región. Datos del Banco Mundial destacan que el 35 por ciento de las compañías de América Latina sostienen que el principal impedimento para su expansión es la falta de una fuerza laboral bien capacitada.

Volviendo a Julio Numhauser, lo que cambió ayer, tendrá que seguir cambiando mañana. El desarrollo de nuevas habilidades para un mundo cambiante requiere de un aprendizaje permanente, que solo puede darse si se garantiza el aprendizaje de todos, sin importar la edad.

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