Los muertos por accidente laboral este año en Euskadi superan ya a los de tráfico

Los muertos por accidente laboral este año en Euskadi superan ya a los de tráfico

La cifra de muertes en el trabajo en Euskadi supera en lo que llevamos de año a la de vidas que se ha cobrado la carretera. Son 40 fallecimientos frente a los 34 registrados en el asfalto
22 Noviembre 2018

Un septiembre trágico en lo que respecta a la siniestralidad laboral, con cinco fallecimientos en Euskadi, hizo saltar todas las alarmas. Se sumaban a las 22 muertes registradas hasta agosto. Y en lo que llevamos de octubre sigue aumentando la cifra, hasta el punto, de que a falta de que se publiquen los registros oficiales, ELA advierte de que ya son cuarenta los fallecidos en el País Vasco, ocho más que en el mismo periodo del año anterior. Una realidad dramática, como deja patente el hecho de que ya sean más las muertes laborales que las que se cobra la carretera, 40 frente a 34. Ante esta realidad, DV ha querido analizar la situación con diferentes agentes implicados: el sindicato mayoritario, la patronal vasca, la propia Osalan y un experto en prevención de riesgos laborales. La mayoría coinciden en que la siniestralidad está muy ligada a la precariedad laboral, en que hace falta todavía integrar la cultura de la prevención en la empresa y en la necesidad de incidir en una formación de calidad.

El responsable de Negociación Colectiva de ELA, Pello Igeregi, destaca que el hecho de que haya más o menos muertes en un momento determinado es «circunstancial». El responsable sindical sí considera que es digna de análisis la tendencia de los últimos años, que es ascendente, tanto en las cifras totales como en el índice de incidencia, que mide los siniestros por cada mil trabajadores, y que también ha subido. Considera que esta evolución es achacable al «empeoramiento» de la calidad del trabajo. «La propia Osalan admite que la mitad de los siniestros se producen en los dos primeros meses de contrato, y si se tiene en cuenta que la mitad de los contratos son inferiores a un mes, la correlación es clara, ya que la formación se resiente». Igeregi considera que a la falta de formación se añade la escasez de medios de Osalan. «Tenemos un tercio de inspectores en relación a la media europea, con lo que es más difícil asegurar que la legislación se cumpla».

El responsable de ELA afirma que falta voluntad política real para atajar esta realidad. «El Gobierno Vasco sabe cuáles son los tres focos principales donde se producen los accidentes: caída en altura, atrapamiento en máquinas en mal estado o sin formación de los operarios y accidentes de carretera». «Por lo tanto -añade- es cuestión de poner los medios necesarios para que nadie trabaje en esas circunstancias, como controlar las cargas y establecer ritmos de trabajo adecuados».

Cuando se le pregunta si la actual legislación, que data de 1995, es válida, se muestra tajante. «Se tiene que modificar la ley. Establecer sanciones no es suficiente. Incluso cuando la Inspección actúa, sale muy barato». E incide en esta idea. «Sale más barato pagar la multa que hacer que la gente trabaje en condiciones dignas». Por lo tanto, insiste en los dos motivos principales: falta de medios y una legislación no adecuada.

Igeregi apunta que la normativa laboral tampoco ayuda, sino todo lo contrario, ya que no hace más que poner impedimentos a los agentes sociales para poder controlar las condiciones laborales. «La legislación laboral está pensada para abaratar costes de trabajo y poner dificultades a la actividad sindical, con lo cual facilita que no se cumpla la ley de prevención de riesgos laborales».

El responsable de Negociación Colectiva y Seguridad Laboral de Confebask, Jon Bilbao, destaca que desde la patronal vasca se realiza un seguimiento on-line de los accidentes laborales, sobre todo de los mortales, lo que les da una visión inmediata y muy cercana. Bilbao esgrime que desde el año 2000 se ha reducido la cifra de accidentes mortales de una media de cien a una treintena, «algo que no es casual», resalta. Subraya que la línea es descendente, aunque admite que son conscientes de que «detrás de cada siniestro mortal hay una desgracia humana».

Pero cuando se le cuestiona por el incremento que la siniestralidad está registrando con la recuperación económica, apunta que «una vez que se ha logrado un descenso relevante, cuesta más seguir bajando». Con todo, matiza que aunque se meten en el mismo saco todos los siniestros mortales, la posibilidad de incidir en los cardiovasculares no es la misma que en otro tipo de accidentes. Y recuerda que de los 22 accidentes mortales registrados hasta agosto, siete tenían algún problema cardiovascular, «con lo que te da una cifra que no es real».

Respecto al aumento del índice de incidencia, señala que es poco significativo, ya que se ha pasado en el último año de 25,27 accidentes laborales por mil trabajadores a 25,30, y destaca que en la industria ha bajado. Además, matiza que con la recuperacón económica se ha incrementado el PIB, «lo que significa que hay más gente trabajando a más ritmo. Y en ese contexto conseguir que el índice de incidencia suba tan solo tres centésimas no se logra sin esfuerzo».

Jon Bilbao asegura que la alarma no se deriva del incremento de la siniestralidad sino de la acumulación. «Y eso es puramente aleatorio». Con todo, considera que se tiene que ir mejorando en la prevención de riesgos laborales, aunque hay factores, apunta, que ayudarán, como la incorporación de más mujeres al mercado laboral, «ya que las estadísticas indican que el índice es bajísimo allí donde ellas trabajan».

Pese a todo ello, el responsable de Confebask apunta que desde la patronal se está promoviendo la cultura de que cada siniestro se considere como si fuera una «disfunción, algo que no debería haber pasado. Una actitud que te lleva a poner remedios. Ese análisis sistemático es el que estamos impulsando entre todos». Asegura que analizan toda la información que reciben después de cada accidente y que la comparten con responsables de riesgos laborales de las empresas en lo que denominan 'comunidad de aprendizaje'. Además, mantienen reuniones sistemáticas tanto con Osalan como con Inspección de Trabajo «para que nos digan qué ven».

Bilbao quiere rebatir en parte el 'mito de la precariedad', ya que apunta que aunque la mayor concentración de la siniestralidad global se produce en las nuevas incorporaciones, la mayoría de accidentes graves y mortales «se deben a un exceso de confianza. Se trata de personas con enorme experiencia. Según sube la gravedad del accidente, la tipología es la de un hombre de cierta edad y experimentado». Pese a todo, admite que la problemática es muy compleja y hay que abordarla desde perspectivas muy diferentes. Por ejemplo, explica que los jóvenes tienen un concepto de la seguridad mayor.

Respecto a la ley de riesgos laborales, el responsable de Confebask admite que «empieza a tener sus añitos», pero reflexiona que en los temas de seguridad se han notado grandes avances en las mejoras organizativas de las empresas. Destaca que el avance es general y que «no habrá ninguna empresa que mejore en exportación, competitividad... sin hacerlo en prevención. Se da por sabido».

El director general de Osalan, Alberto Alonso, comenta que la siniestralidad laboral registra ligeros dientes de sierra y admite que septiembre ha sido el primer mes que sube. «Ya no baja». Pero coincide con Confebask en que la realidad no es nada simple. «La siniestralidad es multicausal, aunque es verdad que hay un vínculo muy directo entre temporalidad y siniestralidad». Así, explica que, según las estadísticas del organismo, uno de cada tres accidentes se producen en el primer año de contrato y dentro de ese año, uno de cada cinco, en el primer mes. Si el 60% de los contratos tienen una duración inferior a un mes...».

Alonso considera absolutamente obligado definir el problema, pero también las soluciones. Y en lo que respecta a la temporalidad, señala que la solución más importante es evitarla. Pero dicho lo cual, pone el foco en la formación. «Se tiene que hacer desde el minuto uno», resalta. «Tiene que haber una cultura preventiva». El máximo responsable de Osalan apunta que todavía sigue imperando el cumplimiento formal. «Cuando llegas al escenario de un accidente lo primero que hacen es sacar todos los papeles y decirte que están en regla. Hay que sacar la cultura de la prevención del papel. Ese es el gran reto. Hay que estar en el taller, hablar con los trabajadores, creérselo. Hay que integrar esa cultura en la empresa».

Alonso incide en este aspecto: «Falta la idea de que la prevención es una inversión, y tiene retorno, por un lado económico y por otro, social».

Respecto a la crítica de que faltan inspectores, el director general de Osalan destaca que esta legislatura se han sacado plazas de subinspectores de Trabajo, que se dedican a velar por el cumplimiento de las normas de prevención de riesgos. Además, añade quese ha incrementado en cuatro la plantilla de técnicos de Osalan, que además de asesorar, acompañar y realizar campañas, llevan a cabo una labor de peritaje sobre el terreno.

Alonso no se pronuncia sobre si es más barato incumplir. «No lo sé, porque las sanciones no son de nuestra incumbencia». Pero apunta que la cultura preventiva no puede ser solo eso y no se soluciona incrementando las sanciones. «Hay que integrar la cultura preventiva en toda la organización, adaptándola a cada empresa, y para eso es primordial la implicación de la empresa y de los sindicatos».

Fuente. Diario Vasco

¿Qué opinas de este artículo?