El malestar emocional y el trabajo pesado, desencadenantes de infarto

El malestar emocional y el trabajo pesado, desencadenantes de infarto

Un estudio con pacientes infartados de más de 52 países establece una asociación entre el enfado o el esfuerzo físico y la aparición de los síntomas de infarto al cabo de una hora
19 Noviembre 2016

Experimentar enfado/malestar emocional o un esfuerzo físico pesado duplica el riesgo de infarto, y estar enojado o molesto emocionalmente mientras se realiza algún esfuerzo físico pesado lo triplica, según una nueva investigación que se publica en Circulation, la revista de la Asociación Americana del Corazón.

Los investigadores encontraron una asociación (más del doble de riesgo) entre el malestar emocional y la aparición de los síntomas de ataque al corazón dentro de una hora; igual que ocurre con el esfuerzo físico pesado durante la hora anterior a un primer ataque al corazón. Sin embargo, la relación fue más estrecha (más de tres veces el riesgo) se da en aquellos pacientes que recordaban estar tristes o tener un trastorno emocional y al mismo tiempo realizar un esfuerzo físico pesado.

"Estudios anteriores habían explorado estos desencadenantes de un ataque al corazón; pero tenían menor número de participantes o se completaron en un solo país", afirma Andrew Smyth, autor principal del estudio e investigador en el Instituto de Investigación de la Salud de la Población en la Universidad McMaster en Canadá, y en el Centro de Investigación Clínica HRB en Galway, Irlanda. "Este es el primer estudio que representa incluye la mayoría de los principales grupos étnicos de todo el mundo", subraya.

Los investigadores analizaron los datos de 12.461 pacientes con una edad media de 58 años que participaron en InterHeart, un estudio de pacientes infartados de 52 países. Los participantes completaron un cuestionario acerca de si habían tenido alguno de los factores desencadenantes durante la hora anterior al infarto y si habían experimentado alguno de los factores desencadenantes a la misma hora durante el día anterior al infarto.

Los autores afirmaron que estos detonantes parecían aumentar de forma independiente el riesgo de infarto de una persona más allá de lo planteado por otros factores de riesgo, como la edad, el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial y otros problemas de salud. Según Smyth, se cree que los factores emocionales y físicos extremos tienen efectos similares en el organismo.

"Ambos pueden aumentar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, cambiando el flujo de la sangre a través de los vasos sanguíneos y reduciendo el suministro de sangre al corazón -explica--. Esto es particularmente importante en los vasos sanguíneos ya estrechados por la placa, lo que podría bloquear el flujo de sangre que conduce a un ataque al corazón".

"La actividad física regular tiene muchos beneficios para la salud, incluyendo la prevención de enfermedades del corazón, por lo que queremos que esto continúe", apunta. "Sin embargo, recomendamos que una persona que está enfadada o molesta que quiere hacer ejercicio para despejar la mente no vaya más allá de su rutina normal hasta los extremos de la actividad", añade.

Una limitación del estudio fue que los participantes tenían que recordar sus desencadenantes y que tras un ataque al corazón, una persona puede tender más a decir que experimentó un detonante más de lo que diría si no hubiera sufrido el infarto cardiaco. Además, no se les dio a los participantes ninguna descripción exacta de qué era estar triste o tener un trastorno emocional o realizar grandes esfuerzos físicos. Estos detonantes autodefinidos parecen tener el mismo efecto en todos los países y grupos étnicos.

Adjuntamos el artículo original en texto completo.

Fuente: Jano

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