La cúpula de France Telecom (ahora ORANGE), a juicio por la epidemia de suicidios a finales de los años 2000

La cúpula de France Telecom (ahora ORANGE), a juicio por la epidemia de suicidios a finales de los años 2000

Será la justicia francesa quien deberá arrojar luz sobre los 35 suicidios durante la dura dirección de Didier Lombard y su equipo
3 Septiembre 2018

Didier Lombard, el presidente de la empresa y otros seis ex ejecutivos de "France Telecom", el gigante francés de telecomunicaciones que entre finales de los años noventa y principios de 2000 fue centro de las crónicas por una ola de suicidios entre los empleados, deberán hacer frenta a la acusación por delitos de acoso psicológico e intimidación.

Hoy France Télécom ya no existe, al menos en su nombre: se llama "Orange SA", pero no cambia su inmenso poder: 170 mil empleados, 230,7 millones de clientes en todo el mundo y una nueva oficina en Saint-Denis, entre París y el aeropuerto Charles De Gaulle. Inaugurada en 2010, tiene ventanas no practicables y escaleras internas diseñadas para evitar daños en caso de caída; hay departamentos que apoyan a los trabajadores en dificultad, la movilidad requiere el consentimiento de los empleados, hay diálogo con los interlocutores sociales y han mejorado las relaciones con la dirección y aumentadola presencia de médicos y trabajadores sociales. La ola de suicidios que conmovió a Francia ha enseñado algo.

Lombard y sus antiguos líderes se defienden: la reestructuración interna de 2006 según ellos no tiene nada que ver con esas muertes. De hecho, era el complicado camino de la privatización de la empresa después de un control estatal que había durado desde 1997. Y junto con eso 110 mil millones de euros a cubrir, una competencia que siempre estaba empujando más fuerte y una revolución tecnológica que no se podía dejar escapar. Estaban en juego 22 mil puestos de trabajo y otros 10 mil la recualificar.

En el año 2008, se suicidarom 19 empleados, y otros 12 fueron salvados en el último momento: las presiones para que abandonaran la empresa se habían convertido en irresistibles, y los que resistieron tuvieron que aceptar trabajar más ganando mucho menos. Los sindicatos hablan de ingenieros que, después de veinte años dedicados al estudio de nuevas tecnologías telefónicas, terminaron en call centers..

Y lo que es mejor, incluso en 2010, cuando Lombard abrumado por las críticas abandona y da paso a Stéphane Richard, otro gestor de reconocida dureza que en 2009 declaró: "Debemos poner fin a esta “moda” de los suicidios".

El caso Orange, anteriormente France Télécom, se convierte en nacional: la empresa trata de buscar cobertura mediante la distribución de un cuestionario anónimo. Responde al 80% de los empleados, lo que revela una situación devastadora: movilidad forzada, precariedad, cargas de trabajo inhumanas, objetivos inalcanzables. Poco antes de la llegada de los inspectores enviados por el Ministerio de Trabajo, la movilidad interna iniciada por Lombard se congeló, pero el fiscal de París abrió un expediente de investigación y una investigación preliminar contra la empresa.

El 19 de febrero de 2008, el primer suicidio: un técnico de la unidad de intervención de 51 años de edad fue enviado a un centro de llamadas. Lo encuentran colgado dentro de la compañía. Yonnel, de 49 años, había pasado treinta en France Télécom, hasta que lo degradaron, de un ingeniero de sistemas corporativos a un técnico de asistencia a clientes privados. El primer día del nuevo trabajo, durante la reunión preliminar, saca un cuchillo y se lo mete en el estómago. "No quería que nadie se excusara", dirá al salir del hospital, salvado in extremis. Fanny se arroja al vacío desde la ventana de su oficina: 32 años, vivía en 40 metros cuadrados en París con su gato.

Jean Paul, 51, otro técnico altamente especializado que terminó como recepcionista: una tarde cogió el automóvil y tomó la autopista. En el primer paso elevado para y se arroja: en la carta que se encuentra dentro del automóvil, escribe a la familia "Me mataron, haciendo mi vida imposible".

La compañía admite una participación solo en tres de los 35 casos de suicidio registrados entre 2008 y 2009, para otros habla de "accidentes en el trabajo" o "dramas personales".

Junto a Didier Lombard, se sentarán en el banquillo su número dos, Louis-Pierre Wenes, y el director de recursos humanos Olivier Barberot. Junto a ellos, que se autodenominaban “el bueno, el feo y el malo”, estarán otros cuatro directivos acusados de complicidad en acoso moral: Guy-Patrick Cherouvrier, Jacques Moulin, Brigitte Bravin-Dumont et Nathalie Boulanger-Depommier, que según el auto de procesamiento “estaban perfectamente informados sobre la degradación de las condiciones de trabajo y de las consecuencias que tenían sus métodos de gestión.

La acusación se dirige también contra la empresa (ahora Orange) que es también acusada penalmente como persona jurídica.

Fuente: Italiamagazine y Le Monde

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