Trabajar seis horas, deseo imposible

Trabajar seis horas, deseo imposible

Suecia asume el fracaso de la jornada reducida y Francia se replantea las 35 horas
28 Febrero 2017

“Tres horas de trabajo cada día, o una semana de quince horas son una ración suficiente para saciar al hombre”. Es la célebre previsión que hizo en 1930 el economista John Maynard Keynes, en la que pronosticaba que para 2030, gracias al progreso y el crecimiento económico, nuestras necesidades materiales quedarían satisfechas. Pero su pronóstico corre el riesgo de pecar de optimista.

Suecia ha bajado hace unos días el telón sobre un experimento novedoso: una semana laboral de 30 horas, seis horas diarias (manteniendo el salario de ocho). La iniciativa que se llevó a cabo en el sector público de la asistencia a los ancianos presentó algunos datos positivos. Las enfermeras se declaraban más felices (es como si la hora de trabajo se pagara un 33% más) y su productividad aumentó.

Sin embargo, los costes económicos no eran sostenibles, porque se tuvo que contratar personal extra (17 trabajadores más sobre una plantilla de 82) para llevar a cabo tareas que, con la jornada más corta, se dejaban de hacer y esto supuso aumentar los presupuestos un 22%.

En Francia, el país de referencia al haber introducido, en el 2000, la semana corta de 35 horas laborales, el tema vuelve a estar en el centro del debate político. Su efectividad es discutida. El candidato favorito a las presidenciales, François Fillon, quiere acabar de una vez por toda con esta limitación “para ganar competitividad”. ¿Debemos abandonar el deseo de trabajar menos?

“Se pretende que al trabajar menos, trabajen más personas. Pero la falacia es considerar fija la cantidad de trabajo”, argumenta Jesús Mercader, abogado laboralista y profesor de la Universidad Carlos III. “Es un tema complejo. Si trabajas menos, también podrías al final cotizar menos y estar obligado a jubilarte más tarde. Y en lo que se refiere a la economía de los hogares, cada hora no trabajada supone un coste, porque acabas consumiendo y gastando. En todo caso, el debate está superado. Si se desarrolla la robotización en la economía, al final habrá menos trabajo que repartir”.

Gonzalo Pino, secretario de política sindical de UGT, reconoce que “desde hace años no se hablaba de este tema, pero, tras la recuperación, al paro le cuesta cada vez más bajar. Se ha convertido el algo estructural. Hay que pensar en esta opción”. Según él, en la actualidad hay muchos recursos públicos contra el desempleo que son poco eficaces y que podrían destinarse a implantar las 35 horas semanales”. El sindicalista coincide con Mercader. “En todo caso, la automatización nos obligará a todos a trabajar menos. Tenemos que asumir que habrá un desplazamiento de los trabajadores en el mercado laboral”.

Curiosamente, a partir de un cierto nivel de reducción, un segmento de los trabajadores, en particular los directivos de cuello blanco, no tienen intención de trabajar menos. Sara Moreno, investigadora de la Universitat Autònoma, cita un caso de hace años en Finlandia, donde pusieron dos turnos de seis horas. “Al principio todo iba bien. Pero al cabo de un tiempo, especialmente los hombres, no le veían significado social al mayor tiempo libre. Todavía tenemos una cultura industrial muy fuerte que condiciona la vida social. Los estudios han demostrado que las mujeres sí que valoran trabajar menos, aunque luego les toca desempeñar un trabajo en casa no remunerado. Hay un problema cultural”, opina.

En un reciente artículo, el investigador francés Henri Jorda parecía desencantado. “El derecho a la pereza que defendía Paul Lafargue está a punto de perderse. El aire de nuestros tiempos va más bien en aplazar la edad de jubilación y aumentar las horas trabajadas”.

En Francia las 35 horas ya casi no se aplican, entre horas extras y días de vacaciones. De hecho, según Eurostat en Francia trabajan 40,5 horas a la semana. Y la productividad en Francia ya es alta: 45 euros por hora trabajada (en la Unión Europea son 32 euros). Fillon quiere pasar a 39 horas semanales pero pagar sólo 37.

Fuente: La Vanguardia

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