La pérdida y desperdicio de los alimentos se sitúa ya en torno al 30% del total producido

La pérdida y desperdicio de los alimentos se sitúa ya en torno al 30% del total producido

En España se desperdician en torno a las 8 millones de toneladas de alimentos anualmente
3 Abril 2014

El Banco Mundial dedica en su último informe trimestral sobre los precios de las materias primas agroalimentarias un apartado al grave problema de la pérdida y desperdicio de aquellas y de alimentos elaborados. Las cifras aportadas son tremendas. Entre una cuarta parte y una tercera parte de los 4.000 millones de toneladas métricas de alimentos que se producen anualmente para consumo humano se pierden o se desperdician.

Cuando hablamos de comida perdida o desperdiciada nos referimos a todas las partes comestibles de plantas y animales que se producen y cosechan para el consumo humano pero no llegan a las personas. El concepto de “perdida” se refiere en general a aquella que se vierte, derrama, estropea o pudre, o incurre en una reducción anormal de la calidad por marchitarse la planta o sufre heridas un animal, en un proceso ocurrido siempre antes de que llegue al consumidor. Suelen producirse a causa de limitaciones técnicas de almacenamiento, infraestructuras, embalaje, comercialización y por supuesto también por un fallo en el proceso agrícola.

En cuanto a la comida desperdiciada es un concepto que se liga con alimentos de calidad preparados para el consumo, pero que no son finalmente consumidos porque son desechados antes o después de que se estropeen. En este caso hay que achacar la pérdida fundamentalmente a la negligencia o malos hábitos de consumo.

El Banco Mundial asegura que son los cereales la materia prima que más pérdida registra. En torno al 53% por contenido calórico, por peso se llevan la palma las frutas y verduras, con un 44% de merma. La mayor parte de las pérdidas y desperdicio  dentro de la cadena de valor tienen lugar en el consumo, con un 35%, seguido de la producción (24%) y el manejo y almacenamiento (24%).

Obviamente hay marcadas diferencias entre los países desarrollados y los pobres, centrándose más el desperdicio en los primeros y las pérdidas en los segundos, con un reparto total del 56% en el mundo rico y 44% en el resto. Estas cifras tienen un impacto muy negativo tanto económicamente como medioambientalmente. Algunos estudios apuntan que si se redujera a la mitad la pérdida total hasta el año 2050 (9.300 millones de personas), las necesidades de alimentación para esta fecha se cubrirían en más de una quinta parte. Los expertos reclaman medidas como las tomadas en los años setenta del pasado siglo cuando el petróleo multiplicó su precio por diez y hubo que desarrollar una estrategia de ahorro.

Entre las medidas a tomar que proponen un grupo de científicos, encabezado por Brian Lipinsky y Craig Hanson, destacan la de desarrollar un protocolo de medición de las pérdidas y establecer objetivos de reducción, aumentar considerablemente las inversiones en el proceso que sigue a la cosecha en los países menos desarrollados, constituir entidades centradas en reducir el desperdicio en los países ricos y aumentar la cooperación a todos los niveles.

La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) ha cuantificado las pérdidas totales en los países ricos en 250-300 kilos per cápita de media por año, de los cuales debido al desperdicio son entre 75 y 115 kilogramos. En total calórico habla de entre 750 y 1.500 kilocalorías por persona diariamente. Un auténtica barbaridad. En el mundo pobre, a pesar de todos los problemas de nutrición que sufren en muchos países de África y Asia, las pérdidas son también muy altas, de entre 120 y 220 kilogramos por persona y año. Aquí el desperdicio es mínimo.

En España se desperdician en torno a las 8 millones de toneladas de alimentos anualmente, siendo el sexto país que peor lo hace, según datos de la CE. El ministerio de Agricultura, que encabeza Miguel Arias Cañete, ha establecido una estrategia, exigida por el Parlamento Europeo, ya que se quiere reducir a la mitad el desperdicio para 2025 y ha declarado 2014 como el año europeo contra el desperdicio alimentario. Agricultura ha determinado cinco grandes áreas de actuación de la Estrategia, centradas en los ámbitos relativos al conocimiento de los límites y circunstancias relativas a este problema; el establecimiento e identificación de modelos de buenas prácticas para su difusión y promoción; los aspectos normativos; la colaboración con otros agentes; y el fomento y desarrollo de nuevas tecnologías que ayuden a minimizar su magnitud.

Arias Cañete dijo hace pocos meses que el objetivo de su Departamento es conocer fielmente cuáles son las pérdidas de alimentos que se producen en las distintas etapas y procesos de la cadena de alimentación, para lo que se han puesto en marcha diversos estudios “que nos permitirán disponer de información para identificar la cuantía y naturaleza de las pérdidas alimentarias en cada eslabón de la cadena”, pero todavía no se ha hecho público el resultado de ningún estudio. También ha publicado el ministerio un catálogo de iniciativas, tanto nacionales como internacionales, para evitar el desperdicio. Los bancos europeos de alimentos también se han involucrado en esta batalla, con el objetivo de ser además los receptores de todos los alimentos que están en la cadena y no se consumen, con el fin de destinarlos a los desfavorecidos.

Una buena noticia que aporta el último boletín del Banco Mundial sobre los precios de las materias primas agroalimentarias es que continúa el descenso de los precios, un 3% entre octubre y enero, continuando el abaratamiento tras los récords alcanzados en agosto de 2012. Las cosechas récord de trigo, maíz y arroz son la razón de estos descensos. En trigo y azúcar, el abaratamiento ha superado el 15% en ese período.

Fuente: La celosía
 

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