Ocho hábitos que creíamos que eran saludables y sería mejor dejar de inmediato

Ocho hábitos que creíamos que eran saludables y sería mejor dejar de inmediato

Los practicamos pensando que es lo más recomendable para nuestro organismo y en realidad no tienen ningún beneficio o incluso resultan contraproducentes
18 Enero 2017

La salud es lo que importa. Es una afirmación tan recurrente como cierta, y los datos (y los hechos) así lo confirman: para el 44% de los españoles es lo más importante (según los resultados de la encuesta. El estilo de vida de los españoles, de la consultora Nielsen, y el 72% considera que tiene buena salud, y en esto sí podemos dar una lección (pequeña) a los finlandeses, ya que les ganamos por tres puntos, como figura en el Índice para una vida mejor, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE. El mensaje de que el estilo de vida es fundamental para mantenernos sanos ha calado y por ello incorporamos a nuestra rutina hábitos aparentemente saludables aunque algunos no nos aportan tanto beneficio como esperamos (lo que no significa que sean dañinos). Estos son algunos de los falsos talismanes:

1. Sustituir la cena por fruta engorda más

Perder peso es un clásico en la lista de propósitos saludables, y no es de extrañar, porque la mitad de la población va sobrada de kilos. La fruta aporta agua, hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales, pero “como los hidratos de carbono son una fuente de energía, es mejor consumirlos cuando nos vayamos a mantener activos”, explica la endocrinóloga Iris de Luna, del Hospital Universitario Quirón Salud Madrid. El metabolismo mantiene ciertos ritmos a lo largo del día (cronobiología), y por la noche, el hígado es más efectivo para almacenar azúcares en forma de glucógeno. Cuando los depósitos de glucógeno están llenos, el exceso de azúcares se transforma en triglicéridos. La fruta contiene fructosa (un azúcar de absorción rápida), y si no se utiliza al momento, se almacena y puede favorecer el aumento de triglicéridos. Esta es la razón por la que, “en un plan de adelgazamiento, no es recomendable sustituir la cena por fruta”, describe la doctora. Su recomendación: consumir la fruta como desayuno, a media mañana o como merienda.

2. Suprimir el gluten de la dieta hará que se hinche a filetes. 

Sea por motivos de salud o por moda, lo cierto es que los antigluten son cada vez más. En Estados Unidos, un tercio de la población ha sacado esta proteína de su alimentación y en España el ejemplo cunde a juzgar por la oferta de productos sin gluten que se muestra en los estantes de los supermercados (y en las cartas de los restaurantes). Camilo Silva, especialista en Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra, resalta que no se debe hacer ninguna modificación dietética por cuenta propia y sin el diagnóstico de un médico. “Podría derivar en una dieta menos saludable, con un aumento de la ingesta de carnes o quesos magros, pero también podría complicar la dieta en personas con enfermedades, como la diabetes”, alerta. Además de las consecuencias que puede tener sobre la ingesta de fibra y de ciertas vitaminas y hierro, “hay que tener en cuenta que la dieta antigluten puede encarecer la cesta de la compra 1.400 euros al año por persona”.

3. Cambiar la leche de vaca por preparados lácteos le privará de muchas vitaminas. 

Los alérgicos e intolerantes a la lactosa son un colectivo cada vez más numeroso y la leche de vaca es, para muchos, otra de las amenazas para la salud. El endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra advierte de que dejar de tomar leche “podría limitar innecesariamente la ingesta de calcio y el aporte de vitaminas A, D, E y B”. Desmiente que los preparados lácteos sean nutricionalmente equivalentes a la leche de vaca y enfatiza: “La sustitución de la leche como producto de riqueza nutricional no es fácil”.

4. Tomar solo leche desnatada le hará picar entre horas.sa

En contra de la opinión generalizada de que es más saludable tomar productos lácteos desnatados, un estudio publicado en el Scandinavian Journal of Primary Health Care concluye que el consumo de lácteos ricos en grasa se correlaciona con un menor riesgo de desarrollar obesidad central. En opinión del nutricionista Walter Willett, de la Escuela de Salud Pública de Harvard (EE UU), una explicación para este hallazgo es que los productos con toda la grasa son más saciantes y, además, los ácidos grasos de los lácteos tienen un efecto adicional en la regulación del peso.

5. Lavarse las manos con jabón antibacteriano aumenta el riesgo de alergias.

Un buen lavado de manos con agua y jabón es la forma más eficaz para limpiar y eliminar gérmenes. Pero la preocupación por el riesgo de contraer una infección ha favorecido la demanda creciente de jabones antimicrobianos, una medida que no además de no ser útil, puede aumentar el riesgo de enfermedades alérgicas, advierte la Universidad de Harvard (EE UU), además de favorecer el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos.

6. Utilizar mascarillas de papel contra la contaminación no sirve de nada. 

De cara a la contaminación, protegernos con una mascarilla de papel es una medida ineficaz porque, “aunque no dejan pasar las partículas grandes, las más pequeñas (0,1 micras) pasan fácilmente hasta el final del aparato respiratorio (incluso al torrente sanguíneo) y causan problemas”, aclara Carmen Diego, coordinadora del Área de Medioambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Y para protegernos de los gases contaminantes, “no hay mascarilla que valga”, añade la neumóloga. Hay otras mascarillas más sofisticadas, provistas de filtros, que “son mejores que las de papel pero que tampoco evitan que respiremos aire contaminado”, insiste Carmen Diego.

7. Usar bastoncillos para los oídos puede dañar el tímpano.

Cierto que no es grata la visión de suciedad asomando por los oídos, pero de ahí a convertir bastoncillos y sprays en indispensables del aseo diario hay un abismo. Ana Machado, otorrinolaringóloga del Hospital Universitario Quirón Madrid destaca que “el oído tiene sus propios mecanismos de limpieza fisiológicos. El cerumen es una sustancia que protege de las infecciones en el oído debido a que tiene funciones bactericidas”. Si el cerumen se acumula y forma un tapón, “hay que acudir al especialista para que lo retire mediante el procedimiento más conveniente”. Usted no lo intente. Un informe de Oxford University Hospitals (Reino Unido) alerta de que los bastoncillos pueden alterar la mencionada autolimpieza y dañar el tímpano.

8. Limpiar los platos de los niños en el lavavajillas elimina bacterias necesarias.

En la cocina encontramos otro error clásico. El lavavajillas lava temperaturas de hasta 65 grados centígrados, imposibles de soportar al fregar a mano, pero ese exceso de higiene puede no ser tan bueno para los más pequeños. Un estudio sueco publicado en la revista Pediatrics concluye que los niños de familias que friegan a mano tienen menos eccema que los que usan lavaplatos (23% frente al 38%) y sólo el 1,7% de los pequeños donde los platos se limpian a base de estropajo tienen asma, un problema que padecen el 7,3% de los niños de hogares en los que el lavavajillas friega el menaje. La razón, según estos investigadores es que el lavado a mano no es tan eficiente y dejan restos de microbios que hacen que sea más difícil desarrollar alergias.

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