Los dueños de la panificadora que arrojaron a la basura el brazo de un trabajador después de que una máquina se lo arrancara, aceptan 23 meses de cárcel

Los dueños de la panificadora que arrojaron a la basura el brazo de un trabajador después de que una máquina se lo arrancara, aceptan 23 meses de cárcel

El accidente ocurrió en Gandía el año 2009 y el trabajador no tenía contrato
3 Marzo 2014

Los dos hermanos, dueños de una panificadora de Real de Gandia, Javier y Raúl Rovira, donde el empleado en situación irregular Edgar Franns Riller Melgar perdió un brazo en mayo de 2009, han aceptado la condena de 23 meses de cárcel. Los empresarios arrojaron a la basura la extremidad del trabajador boliviano, que entonces tenía 33 años, después de que una máquina amasadora espiral se lo arrancara. La víctima carecía de contrato de trabajo y no estaba dada de alta en la seguridad social.

Los gerentes reconocieron los hechos durante la vista celebrada ayer en un juzgado de lo Penal de Gandía. Tanto fiscal como acusación particular y popular se han mostrado conformes con una condena de 11 meses de cárcel con inhabilitación para la profesión para cada uno de los dos acusados por un delito contra los derechos de los trabajadores «en concurso ideal con lesiones por imprudencia grave».

A ello hay que sumar otro año de prisión por la contratación ilegal, más cinco meses y 29 días de multa, con una cuota diaria de siete euros. La indemnización a la víctima ya fue abonada en su día por la aseguradora.

El siniestro laboral ocurrió el 28 de mayo poco después de la una de la madrugada en las instalaciones de la mercantil Hornos Rovira S.L, en el polígono de Real de Gandia. La extremidad izquierda de Franns Riller se quedó enganchada en un dispositivo de amasar pan. Este le seccionó y le trituró parte del brazo.

El hombre, que llevaba trabajando desde noviembre de 2007, sufrió el accidente laboral al verter la levadura en el interior de la amasadora con la rejilla retirada, lo que le ocasionó la amputación traumática del miembro por encima del codo. Dos meses después del accidente relataba a este periódico: «Me siento muy mal y tengo unos dolores horribles. Todavía tengo la sensación de que tengo brazo y lo puedo mover». Precisó 140 días de curación.
Los acusados eran conscientes de que la máquina amasadora en la que se registró el accidente no tenía operativo el dispositivo de seguridad de la apertura de la alimentación.

La víctima, tras el suceso, fue trasladada de inmediato al hospital Francesc de Borja de Gandia. Franns Riller siempre ha asegurado que fue abandonado antes de llegar a las puertas del centro sanitario y que uno de sus jefes le dijo que si le preguntaban qué le había pasado, que contestara que había ocurrido una desgracia. Sin embargo, los empresarios defendían que le dejaron en la rampa de Urgencias y que uno de ellos incluso tuvo que ser atendido «por estado de shock». Con respecto al brazo, fue recogido de un contenedor por los agentes de la Policía Nacional unas horas después del accidente.

En su declaración en la fase de instrucción, los acusados ya defendieron que no tenían ninguna responsabilidad en lo sucedido porque las medidas de seguridad fueron manipuladas por los trabajadores.

Asimismo, aseveraron que se deshicieron del brazo del joven boliviano porque consideraron que era «inservible», ya que estaba «totalmente destrozado».

Ambos remarcaron que trasladaron al trabajador hasta el hospital para que fuera atendido. Franns Riller no era el único en situación ilegal en la empresa. En total, entre 2006 y 2009 hubo entre cuatro y ocho empleados extranjeros irregulares, que trabajaban más de ocho horas diarias y percibían por ello una cantidad de dinero de aproximadamente 700 euros mensuales, según recoge el escrito fiscal.

Tras el accidente, Inspección de Trabajo de Valencia levantó actas por falta muy grave, por falta de las medidas de seguridad, contra la mercantil 'Hoyos Rovira Safor S.L', y efectuó un recargo de las prestaciones de la seguridad social en un 50 por ciento a favor del lesionado.

Se da la circunstancia de que la panificadora fue inspeccionada por técnicos de la Conselleria de Sanitat sólo dieciséis días antes del dramático accidente laboral. El suelo estaba sucio; la ropa, colocada al lado del recipiente de extraer la harina; había sacos de cereal en el pavimento; capazos esparcidos por el local; y bicicletas aparcadas en un almacén.

Los profesionales, durante esta visita, detectaron «deficiencias higiénicas», por lo que cursaron un expediente para que se estableciera la pertinente sanción. Inspección de Trabajo paralizó el horno tras el siniestro.

Fuente: Las Provincias
 

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