El cigarrillo electrónico hace furor entre los jóvenes
El cigarrillo electrónico hace furor entre los jóvenes
El cigarrillo electrónico se está convirtiendo en el caballo de Troya para la industria del tabaco, acosada desde hace años por una legislación muy restrictiva y el innegable conocimiento del carácter letal del tabaquismo para la salud, en contra de lo que las tabacaleras aseguraron durante años.
Los medios de comunicación han recogido ampliamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en su último informe sobre esta nueva modalidad de toma de nicotina mediante “sistemas electrónicos”, en el que reclama a los gobiernos que prohíban esta modalidad de fumar (vapear le llaman) en lugares cerrados “hasta que se pruebe que el vapor no es nocivo para terceros”, además de que se prohíba la venta a menores y su comercialización con alegaciones sanitarias como el efecto positivo que pueda tener para dejar de fumar, lo que no ha podido ser demostrado hasta ahora.
Sin embargo, lo que ha tenido menos eco en los medios ha sido un artículo elaborado por científicos del CDC, el centro estadounidense para el control y prevención de enfermedades, y publicado en la revista Nicotine and Tobacco Research, en el que un grupo de investigadores, ha estudiado con profundidad la relación entre la práctica de vapear con el cigarrillo electrónico y la intención de fumar tabaco convecional entre los jóvenes estadounidenses.
El estudio se ha realizado durante tres años, 2011-2013, y concluye que mientras en el primer año solamente 79.000 estudiantes (entre 13 y 18 años, grados 6-12), que no habían fumado nunca, reconocían haber utilizado el cigarrillo electrónico, en 2013 el número de usuarios se había más que triplicado, hasta la cifra de 263.000, y lo que es más relevante, había un claro sesgo entre los que se habían iniciado en el vapeo de pasar a fumar tabaco. Entre los no fumadores que habían vapeado, el 43,9% dijeron que probarían tabaco convencional en un año, mientras que ese porcentaje bajó hasta el 21,5% en el caso de quienes no vapeaban.
La directora del estudio, Rebecca Bunnell, ha advertido a los padres y a los médicos y autoridades sanitarias del preocupante resultado. “Debería inquietarles el creciente número de jóvenes que se inician en esta práctica”. Recientemente, la American Heart Association (AHA) se mostró muy crítica por el impacto de la nicotina inhalada a través del cigarrillo electrónico en la salud de los jóvenes, y el peligro de que muchos de sus usuarios caigan en el mal hábito de fumar.
La nicotina es muy adictiva, y está bien documentado que alrededor de tres de cada cuatro menores de 20 años que fuman se convierten en fumadores adultos, aunque muchos de ellos intenten dejar el hábito al cabo de pocos años.
La reglamentación del cigarrillo electrónico en la Unión Europea está en pañales y muy condicionada por el lobby de las tabaqueras, que han entrado a fondo en esta nueva industria. En España se reguló mínimamente a través de la reforma de la Ley de Defensa del Consumidor, aunque incluyó a estos dispositivos en la ley antitabaco, pero con muchas salvedades. Así, permite vapear en bares, restaurantes y centros de trabajo, aunque sí prohíbe su venta a menores.
Las multinacionales tabaqueras han entrado a saco en este negocio. Altria, más conocida por ser la propietaria de Marlboro, tiene el cigarrillo electrónico MarkTen. Su rival tradicional, Reynolds, propietario de la marca Camel, saca al mercado con muchos recursos el dispositivo Vuse, y Lorillard, un experto en sabores mentolados, vende el Blu. Los dos primeros gastan en torno a 150 millones de dólares al año en promocionar sus cigarrillos electrónicos, según ha informado el WSJ.
Fuente: La Celosía
Foto: Wikimedia Commons