25 sanitarios vascos sufren cada año accidentes biológicos por pinchazos o contacto con fluidos

25 sanitarios vascos sufren cada año accidentes biológicos por pinchazos o contacto con fluidos

El contagio de Teresa Romero por ébola pone de manifiesto los riesgos a los que se enfrenta el personal sanitario
7 Noviembre 2014

Teresa Romero no es una excepción. El incidente que llevó a la auxiliar de enfermería a convertirse en la primera paciente española de ébola ocurre en Euskadi, aproximadamente, una vez cada quince días. Unos 25 profesionales de la sanidad vasca, tanto en la red pública como privada, sufren cada año lo que se conoce en medicina laboral como un accidente biológico. La mayoría de los percances, en ocho de cada diez ocasiones, se relaciona con cortes y pinchazos con agujas huecas, mientras que el resto se registran por contacto directo con fluidos corporales, como sangre, heces o saliva.

Los sindicatos consideran que existe margen para la mejora de todos estos resultados y se quejan, sobre todo, de la escasa formación recibida para prevenir posibles contagios de fiebre hemorrágica. Mutualia, en cambio, mutua que atiende los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales del 40% de los sanitarios vascos, considera que 25 accidentes entre los millones de atenciones que brindan a lo largo de un año los cerca de 14.000 profesionales de la salud vascos, tanto en la red pública como la privada, supone un «resultado inmejorable». «El tipo de accidente más frecuente es el relacionado con los cortes y pinchazos, que suponen prácticamente un 80% de los accidentes biológicos. Todos ellos son investigados con el fin de poder determinar las causas de los mismos y establecer medidas para tratar que no se repitan o se reduzca su gravedad», explica Miguel Ángel Cabrero, jefe del Servicio de Prevención de Osakidetza.

Una punzada con una aguja, un accidente tonto que generalmente ocurre en el dedo pulgar, puede parecer algo insignificante y sin mayor trascendencia, pero no lo es. La sangre del paciente que se está atendiendo puede estar infectada por el virus del sida o el de las hepatitis B o C y en un segundo, un acto que una enfermera se conoce tan de memoria que casi podría hacerlo con los ojos cerrados, se convierte en una amenaza para la salud.

Carmen Vide, responsable de Salud Laboral del sindicato de enfermería SATSE, lo vivió en primera persona. Estaba atendiendo una operación de trasplante y para evitar que alguien se pinchara con una palomilla utilizada -un pequeño dispositivo de plástico que facilita tanto la extracción de sangre como la introducción de sueros y medicamentos- la introdujo en una gasa antes de echarla a la papelera. Sin querer, se pinchó con ella. «Pasas una angustia tremenda. En esos momentos, piensas en tu futuro, en tu familia, tu pareja. Es un agobio terrible hasta que los análisis de lo que sea dan negativo, como por suerte fue mi caso», relata.

La seguridad del material quirúrgico y de enfermería ha mejorado de manera notable desde los años ochenta y noventa del siglo pasado, cuando estallaron las epidemias de sida y hepatitis, hasta nuestros días. A pesar de que ya entonces todo incidente biológico se registraba, no existe ningún archivo donde conste la cifra de profesionales sanitarios que en aquellos años se infectó con alguno de estos virus en el ejercicio de su actividad laboral.

Sí queda el recuerdo de los profesionales que atendieron la crisis, como el director del Plan vasco del Sida y otras Enfermedades de Transmisión Sexual, Daniel Zulaica. «Entonces, como ahora, la epidemia generó una gran angustia entre los profesionales sanitarios, que íbamos conociendo poco a poco cómo se transmitía la enfermedad y cuáles eran las vías apropiadas para evitar su contagio. El sida ha sido un desastre desde el punto de vista humano, pero tuvo como aspecto positivo que contribuyó a reducir de manera significativa los accidentes laborales provocados por el manejo de material biológico», explica. Los controles sobre el plasma sanguíneo y las donaciones y la normalización de buenas prácticas profesionales,

Según los datos facilitados por Mutualia, los profesionales sanitarios que acumulan la práctica totalidad de los accidentes biológicos son, a partes iguales, los cirujanos, el personal de la limpieza -que suele lesionarse con material abandonado en quirófanos y habitaciones- y, en tercer lugar, la enfermería y los auxiliares de clínica. «Somos las que más tiempo pasamos con el paciente y el riesgo que corremos es muy alto porque nos ocupamos no sólo de vigilar sus constantes vitales y la dieta, sino también de su higiene y aseo personal», destaca Mamen Moneo, portavoz del Sindicato de Auxiliares de Enfermería (SAE).

Con 24 años de experiencia profesional a sus espaldas, a Moneo no le cabe ninguna duda de que lo que le ocurrió a su compañera de Madrid fue un accidente laboral «que puede ocurrirle a cualquiera. Sabemos que tenemos que protegernos y que los residuos orgánicos son material muy tóxico. Dudo de que las cosas ocurrieran tal como se han contado. El problema tuvo que ser otro».

A pesar de que, como revelan las cifras, las posibilidades de un contagio con material orgánico se han reducido notablemente en las últimas décadas -el único dato oficial que aporta Osakidetza es que entre 2008 y 2013 el número de incidentes se ha reducido en un 9%-, los sindicatos del ámbito de la salud consideran que existe margen de mejora. «Especialmente, en tiempos como los actuales, donde falta personal y nos vemos obligadas a trabajar mucho más rápido, lo que aumenta el riesgo de este tipo de accidentes y de bajas por problemas psicosociales, como el estrés», destaca Moneo.

En su última comunicación sobre la atención de la crisis, el consejero de Salud, Jon Darpón, se ha comprometido a reforzar la formación y la información «en todos los niveles de la organización» de Osakidetza y a realizar un seguimiento estricto del conjunto de medidas aplicadas. Los sindicatos, según dicen, están ahora a la espera de la materialización del compromiso.

Más allá de la crisis del ébola, el especialista médico Carlos Sarabia, responsable de la Unidad de Patología Médica de Mutualia, está convencido de que será muy difícil rebajar la cifra de accidentes biológicos contabilizados en Euskadi. Mutualia registró sólo 3 incidencias de este tipo en 2010; 8 al año siguiente, 10 en 2012, trece en 2013 y seis en lo que va de año. «Podría parecer que va en aumento, pero este año son sólo seis y son cifras tan pequeñas que no resulta significativas. No son cifras valorables», concluye. «Es normal que un sanitario tenga un accidente de este tipo. ¿Sabe por qué? Por la misma razón que un bombero se pincha y un ganadero se infecta de brucelosis».

Fuente: Diario Vasco

Foto: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:HypodermicNeedles.jpg

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