Digitalizar no es transformar: requiere un profundo cambio de mentalidad

Digitalizar no es transformar: requiere un profundo cambio de mentalidad

Hace tiempo que la pregunta de si eres o no digital dejó de tener sentido. Porque en el entorno empresarial (y vital) de hoy ser digital no es una opción. O lo eres... o lo eres. Fuera de esa realidad sólo está la nada, el vacío más absoluto. Algo que cada vez más empresas están comprendiendo y a lo que intentan adaptarse a marchas forzadas.
1 Marzo 2017

Hasta tal punto nos ha marcado este cambio de paradigma que no sólo ha extendido sus redes sobre la realidad empresarial, sino también sobre las conversaciones acerca de la empresa y de su nuevo rol en entorno digital. Es en este campo, en el del debate alrededor de las implicaciones de esta revolución, en el que los términos utilizados pueden llevar a errores de concepto cuyas consecuencias podrían ser de cierta gravedad para quien los maneje con demasiada ligereza.

El primero de estos errores, muy extendido gracias a la fiebre mediática y de sobreinformación que este fenómeno ha traído consigo, es confundir transformación digital con digitalización. Porque, aunque pueda parecerlo, no se trata de lo mismo.

Se asume que transformación digital es todo lo relacionado con el enorme arsenal de nuevas tecnologías, aplicaciones o dispositivos del que han hecho acopio las organizaciones para hacer frente a los retos del presente y futuro inmediatos. Se habla de transformación digital y automáticamente a la mente de muchas personas acuden conceptos como La Nube, redes sociales internas, APPs corporativas, sistemas de mensajería instantánea, streaming o herramientas de colaboración en Red. Pero eso es digitalización, no transformación digital.

Porque aunque todas esas herramientas y muchas otras están presentes y cumplen un papel en este imparable proceso, no son ni mucho menos sus protagonistas ni constituyen su esencia.

La tecnología, no lo olvidemos, siendo importante, no deja de ser un vehículo para alcanzar un fin, pero no es el fin en sí mismo. En el profundo cambio de mentalidad que implica la verdadera transformación digital, la tecnología un acelerador del éxito pero no el éxito; es una pieza más, pero no "la pieza".

En este punto es en el que podemos hablar de un segundo error de concepto. Y es que, en realidad, más que de transformación digital, convendría hablar de transformación cultural. Porque de eso es, ni más ni menos, de lo que estamos hablando. De un cambio de mentalidad de extraordinario calado que se extiende transversal y longitudinalmente por todos y cada uno de los rincones de la organización y que alcanza a todos y cada uno de sus estamentos.

Por esta razón, la terminología puede adquirir una importancia singular, ya que si se pone el acento en las herramientas tecnológicas, se corre el riesgo de que el deslumbramiento que estas suelen irradiar impida a las organizaciones afrontar la cuestión con el foco adecuado: las personas.

Las personas de la organización serán la verdadera palanca de ese cambio, no la tecnología. Si bien no podremos desprendernos de ella y, de hecho, será el vehículo en el que deberemos subir a nuestro equipo si queremos llegar sanos y salvos y a tempo a la inminente e innegociable nueva realidad en la que ya estamos inmersos.

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