Las empresas transparentes son más competitivas

Las empresas transparentes son más competitivas

La cultura de la transparencia debe crearse desde todos los sectores de la sociedad. De este modo, el sector empresarial también debe asumir el compromiso y la responsabilidad de aplicar los principios de la transparencia y el buen gobierno en el ejercicio de sus actividades.
13 Enero 2017

Actualmente la situación del sector empresarial con respecto a la transparencia se encuentra en un momento de transición desde un mercado considerado “ciego” a uno “transparente”, según explica Jaime Silos, director de desarrollo corporativo de Forética, a Compromiso Empresarial.

Dado que las empresas que cotizan en bolsa deben cumplir con los requisitos que les exigen los mercados de valores, han sido las primeras en asumir la transparencia como un nuevo valor. Asimismo, Silos afirma que el auge de la responsabilidad social corporativa y de la sostenibilidad también han ayudado a que las empresas se hayan acostumbrado al “desnudo corporativo” y por este motivo, han comenzado a dar más información sobre otros aspectos como son lo social y ambiental.

Por su parte, el sector de la pyme también avanza en la implantación de la transparencia, aunque de manera más pausada debido a que no dispone de los mismos recursos que las grandes compañías. María Rubiños, responsable de Reputación y Gestión de Intangibles de Kreab, explica a Compromiso Empresarial que la transparencia requiere designar a un responsable que “no sólo vele por la información que se hace pública, sino por promoverla dentro de la compañía” y dicha dedicación precisa de unos recursos que para las pequeñas y grandes empresas resulta bastante costoso.

Sin embargo, Rubiños señala también que este tipo de empresas cuentan con la ventaja de tener unas estructuras más ligeras, en las cuales se pueden implementar cambios internos con mayor agilidad. En este sentido destacan las start-up por incorporar la transparencia como un activo desde el primer momento en el que nacen, debido a las exigencias del entorno actual y, además, su estructura les permite adaptarse mucho más rápido a los cambios que les exige la sociedad en cada momento.

¿Las empresas españolas son transparentes?

Desde el 6 de diciembre está en vigor la Directiva Europea 2014/95/UE sobre divulgación de información no financiera. Con esta medida la Unión Europea quiere incrementar la transparencia en el sector empresarial, obligando a las grandes compañías a incluir su “información no financiera” en sus reportes de responsabilidad social corporativa y sostenibilidad. De este modo, a partir de ahora las grandes empresas además de informar sobre sus aspectos sociales y medioambientales, también deben divulgar su información relativa al personal, los derechos humanos y la lucha contra la corrupción y el soborno.

En España existe un déficit de cultura de transparencia que según los expertos consultados se está superando gracias a las memorias de sostenibilidad; actualmente algunas compañías publican por iniciativa propia su accidentalidad laboral o incluso situaciones de corrupción en la empresa. Además, las herramientas como el Global Reporting Initiative y las recomendaciones de la Comisión Nacional de Mercados y Valores también han permitido que las empresas más herméticas cambien su política y se animen a dar más información a sus stakeholders.

Este cambio de tendencia se ha podido comprobar con la iniciativa del Clúster de transparencia, integridad y buen gobierno, creado por Forética y del cual Jaime Silos destaca la buena acogida que ha tenido en el sector empresarial. Esta iniciativa permite a las empresas el intercambio de conocimiento entre los distintos sectores y departamentos para avanzar de manera conjunta en transparencia y buen gobierno.

Actualmente el Clúster cuenta con 42 grandes compañías y está liderado por AENA, Bankia, Grupo Cooperativo Cajamar y Leroy Merlin, que despuntan por su amplia experiencia e infraestructura de reporte y sistema de prevención de delitos; publican anualmente los resultados de desempeño en materia de transparencia, buen gobierno e integridad, y disponen de un directivo responsable de sostenibilidad, compliance o relaciones con inversores.

Además de los buenos resultados que está dando el networking del Clúster, Silos afirma que otro de los objetivos de la iniciativa es demostrar a la sociedad que existe un grupo de empresas españolas, cada vez más numeroso, “muy comprometidas” con la transparencia y el buen gobierno.

La transparencia como ventaja competitiva

En cuanto a la consideración del principio de la transparencia como un valor competitivo, ambos expertos coinciden unánimemente y de manera tajante en que aquellas empresas que no integren la transparencia entre sus valores corporativos perderán en competitividad.

Silos señala que en un periodo de veinte años los diez países con mejores calificaciones en transparencia “crecen un 20% más rápido que el resto de economías avanzadas”, mientras que Rubiños destaca que la transparencia es “una inversión muy estratégica” con importantes beneficios para las empresas en el medio y largo plazo.

Sobre este aspecto, cabe señalar algunos casos de compañías anglosajonas y nórdicas que entienden la transparencia como una práctica habitual de sus funciones, como la constructora sueca Skanska, cuya estrategia de recuperación de la confianza se basó en una transparencia radical con muy buenos resultados, o la petrolera noruega Statoil, que publicita proactivamente los pagos y transacciones con gobiernos. “Transparencia es ser exquisito y muy explicativo en tu ejercicio de disclousure y saber sacar a la luz tus focos de sospecha”, afirma la responsable de Reputación de Kreab.

Leyes, ¿herramientas u obstáculos?

La regulación de la transparencia en el sector público sirvió para abrir el debate sobre este principio y la necesidad de adoptar medidas que impulsaran la transparencia en los distintos sectores de la sociedad. Sin embargo, la regulación no es una solución en sí misma y en ocasiones demasiadas normas pueden sobrecargar los costes de gestión de las empresas sin que esto repercuta positivamente en el aumento de la transparencia en el sector.

Ambos expertos consultados están de acuerdo en que la Ley 19/2013 sirvió de “ayuda”, pero señalan importantes diferencias entre el sector público y el privado a la hora de interiorizar el principio de la transparencia como principio activo.

María Rubiños afirma que las empresas están afrontando este desafío de manera “proactiva” debido a que las empresas ya consideran la transparencia como “un eje de competitividad”. En esta misma línea, Jaime Silos afirma que desde Forética la visión es que se “está mejorando rápidamente” y la regulación debe acompañar los logros conseguidos, puesto que las compañías que han sido pioneras en adoptar la transparencia como valor, obtienen mayores beneficios económicos y competitivos que aquellas que no lo son; esto se debe a que las empresas más solventes en aspectos sociales, medioambientales y de buen gobierno tienen mejor coste de capital y menor prima de riesgo, lo cual es “incentivo suficiente para que las empresas quieran ser más transparente”, concluye Silos.

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