El triste aniversario de Javier

El triste aniversario de Javier

Desde su accidente en una fábrica de Betanzos, convive con una voluminosa prótesis y su condición de incapacitado
24 Abril 2015

Hoy se cumple un aniversario muy doloroso para Javier Vázquez Varela. El 24 de abril del 2014 su brazo quedó atrapado en una máquina que atendía en la planta de Tableros de Fibra Ibéricos (Tafiber), una empresa de transformación de madera ubicada a las afueras de Betanzos. Desde esa mañana su extremidad es un apéndice inerte («brazo catastrófico con parálisis radial», dicen los informes médicos), sostenido por una voluminosa prótesis que intenta salvar la muñeca. A los 36 años ha quedado marginado de la vida laboral con una incapacidad permanente total. Precisamente este jueves, dos de los responsables de la planta tuvieron que dar cuentas ante el juez del juzgado número 3 de Betanzos tras la demanda presentada por Javier, un caso que también motivó la presencia de Inspección de Trabajo en la fábrica, vendida recientemente a una empresa de Francia.

Aquella mañana del día 24, Javier acudió a una de las líneas de producción alertado por una sirena. Subió por una escalera para ver la incidencia, pero tropezó en el último escalón y cayó sobre una máquina que le atrapó el brazo izquierdo. Con el otro brazo libre Javier no pudo parar la máquina, detalle también recogido en el informe, que destaca que «pudo morir desangrado si el incidente se hubiera producido por la noche, al no encontrarse nadie en las inmediaciones del puesto». Pero Javier se salvó porque «casualmente» otro trabajador pasaba por la zona y le oyó gritar.

El joven puso fin así a su vida laboral, pero recuerda que su caso no es el único. A su lado escucha Lino Grueiro, trabajador de Tafiber hasta julio del 2011. Ese mes sufrió un accidente laboral que también le ha supuesto la incapacidad permanente. El suyo fue en el silo de sierras, el sistema de alimentación de las calderas. «Hubo una deflagración del serrín, la tolva estaba en mal estado, tenía el techo picado, entró una chamusca, se incendió y explotó. Aquello era una bola de fuego», recuerda Lino, cuyo rostro ratifica cada palabra de la narración. Ahí siguen los vestigios en la piel quemada. Sobrevivió tras dos meses en la unidad de quemados del Chuac, donde aún debe acudir periódicamente. «Y sigo a tratamiento psicológico», señala. 

El último accidente laboral se registró hace algo más de un mes, cuando un trabajador fue evacuado al hospital tras perder parte de un dedo. Este mismo empleado había pedido el cambio de puesto, después de sufrir intoxicaciones con lesiones pulmonares (febrero del 2014), junto con otros tres compañeros. Además de mareos, cansancio, e irritaciones cutáneas, también escupían sangre. A dos de ellos se les diagnosticó bronquiectasia pulmonar, una dolencia irreversible. Aquello motivó una reunión extraordinaria el 11 de marzo del 2014 entre la empresa y los trabajadores, quienes preguntaron por los cambios de productos.

«Lo mío no tiene solución, pero hay que evitar que ocurran más casos», dice Javier.

Fuente: La Voz de Galicia

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