el Trabajo Q Viene

el Trabajo Q Viene

Viernes, 6 Abril 2018

El trabajo mata, y mata mucho

En 2017, según los datos provisionales del Ministerio de Trabajo, 618 personas murieron en accidente laboral y 4.510 sufrieron un accidente laboral grave que les dejará alguna secuela permanente. De mantenerse la tasa de incidencia actual, en una vida laboral de 37 años —la que se nos exige para disfrutar del total de nuestra pensión—, de cada 107 trabajadoras una sufrirá secuelas permanentes por un accidente laboral y de cada mil, una morirá.

Por si estos datos no fueran suficientemente alarmantes, hay que tener en cuenta que estas son las cifras “oficiales”, que reflejan solo aquellos accidentes que la ley reconoce como laborales. No están incluidas en esta lista personas que, trabajando sin contrato, temen denunciar a su empleador tras sufrir el accidente —caso frecuente en el servicio doméstico— ni quienes, estando jubilados, se ven forzados a trabajar si quieren comer todos los días —no es difícil encontrar noticias en periódicos locales sobre muertes provocadas por maquinaria agrícola donde la víctima tiene más de 70 años—.

Tampoco recogen los sufridos por el 80% de los 3 millones de autónomos, cuyos ingresos no les permiten cotizar las cuotas por accidente de trabajo, muchos de ellos trabajando en los tres sectores de mayor siniestralidad laboral: el agrícola, la construcción y el transporte. Y, por supuesto, mucho menos se recogen los datos de muertes como la sufrida recientemente en Lavapiés por Mame Mbaye, fallecido a consecuencia de algo que forma parte del día a día del trabajo de un mantero: huir de la policía para preservar su medio de subsistencia.

Es también alarmante que se pretenda subir la edad de jubilación a los 70 años, cuando el riesgo de morir en accidente laboral mortal aumenta conforme aumenta nuestra edad —una persona que tiene más de 60 años corre un riesgo un 400% más alto de morir trabajando que una de 50 años—. Otro motivo que nos parece de peso para rechazar la ampliación de la edad de jubilación.

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Un 48 % de los trabajadores europeos creen que sus empresas no muestran interés por su salud mental

Un 18 % de los trabajadores europeos aseguran soportar estrés diariamente, y un 30 % se sienten tan estresados que están pensando en buscar un nuevo trabajo.

Además, el 14 % de los empleados creen que su empresa no se interesa en absoluto por su salud mental, un 34 % dicen que su empresa tiene poco interés, casi la mitad, el 46 %, dice que su empresa se interesa, y tan solo el 6 % dice que su empresa tiene “un gran interés”.

Así se desprende del estudio 'The Workforce in Europe 2018', realizado para ADP, proveedor global de soluciones de Gestión del Capital Humano, por la agencia independiente de estudios de mercado, Opinion Matters, para ofrecer una visión profunda de cuestiones que son críticas para las empresas, como son el optimismo y la fidelidad, la preparación y la proyección profesional, los retos de la productividad, la tecnología y la automatización, el bienestar y la discriminación.

Por grupos demográficos, el estrés parece disminuir a medida que el trabajador se va haciendo mayor. Más de un tercio (37 %) del grupo de edad de 16 a 24 piensa en cambiar de cargo debido al estrés, en comparación con solo un 17 % del grupo de edad de más de 55.

Por sexos, las mujeres parecen sufrir estrés con mayor frecuencia. Casi una de cada cinco (19 %) dice sentirse estresada cada día, en comparación con el 16 % de sus colegas hombres.

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"Los robots se programarán a sí mismos en el futuro"

"Estamos viviendo una nueva revolución tecnológica y, como en cada cambio de este tipo, hay beneficiados y perjudicados. En esta ocasión, se van a crear muchos puestos de trabajo para creadores, programadores y gente que se encargue del mantenimiento de los robots, pero también se sustituirán otros tantos empleos. 

Lo fascinante es que los robots van a tener capacidad de adaptarse al medio, al ser humano con el que interactúen y tomarán decisiones por sí mismos. No tardaremos en ver robots que programen a otros robots o a ellos mismos, que sean supervisores e incluso jefes de otros robots, pues esta tecnología ya existe, sólo falta que las empresas empiecen a utilizarla", comenta el profesor  Mauro Guillén, actual director del Lauder Institute y catedrático en la Wharton School , que ha sido invitado recientemente a España por la Fundación Ramón Areces para exponer su visión sobre las tendencias tecnológicas.

Hablar de robots no es sólo hablar de destrucción de trabajo. Según Guillén, uno de los máximos desarrollos de la robótica que se verá en un futuro próximo estará centrado en las personas mayores. El crecimiento de la población de más de 60 y 70 años y el aumento de la esperanza de vida hacen imprescindible el esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de este segmento "no sólo con robots humanoides que puedan  dar un abrazo, si no con ropa robotizada que facilite el movimiento de las extremidades o con andadores inteligentes".

¿Y qué hay de los coches autónomos? "No veremos este tipo de vehículos aún circulando por las ciudades. Habrá que cambiar por completo la infraestructura de señales para que en el 100% de los casos los vehículos las puedan interpretar y aclarar los temas de responsabilidad civil.

¿Puede el coche tomar decisiones, por ejemplo, ante un accidente? 

Iremos viendo una transición, pero en 5 años no conduciremos aún este tipo de vehículos. Lo que sí que veremos son los coches eléctricos, y en unos 5 o 10 años muchos de los vehículos en la carretera serán verdes", explica Mauro Guillén.

Bajo el título "Nuevas tendencias tecnológicas en los mercados globales de consumo", el profesor plantea varias paradojas en las que la tecnología está íntimamente ligada a la demografía. "Estamos acostumbrados a estudiar cómo las empresas aplican la tecnología a sus procesos y con qué efectos y beneficios, pero es muy interesante saber cómo las tendencias demográficas crean oportunidades tecnológicas".

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