LA MOVILIDAD, MOTOR DEL CAMBIO DE LAS CIUDADES

LA MOVILIDAD, MOTOR DEL CAMBIO DE LAS CIUDADES

Cualquier proyecto de futuro que tenga como objetivo el bienestar, la salud y la convivencia entre las personas, pasa por tener como prioridad el medioambiente del entorno donde las personas viven y se desplazan cotidianamente. Las ciudades y entornos metropolitanos deben de ser el centro de atención preferente de la aplicación de medidas preventivas que atiendan coordinadamente acciones de movilidad y de sostenibilidad. Nuestro mejor experto en la materia Manel Ferri nos pone en antecedentes en este artículo.
30 Enero 2019

El acuerdo derivado de la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21) que tuvo lugar en París en 2015 exige a los Estados metas concretas para reducir las emisiones y fija obligaciones a las autoridades locales que sitúen la eficiencia energética y la protección del clima en el centro de sus políticas de movilidad. En este sentido, propone impulsar acciones concretas para transformar la movilidad de los centros urbanos y reducir progresivamente la circulación de los automóviles diésel y gasolina a partir de 2030, hasta su eliminación completa en 2050.

A partir de estas condiciones incuestionables se daría paso también a un uso extensivo de las energías no fósiles al servicio de la movilidad urbana. Este es un requisito esencial para que la Unión Europea, y nuestro país incluido, pueda cumplir sus compromisos, tanto en lo que se refiere a esta cuestión como en relación con la reducción de las emisiones de efecto invernadero y de la contaminación atmosférica.

Para alcanzar estos objetivos deberá darse prioridad en los planes de movilidad a los modos de transporte limpios como los tranvías, trolebuses, ferrocarril de cercanías, vehículos eléctricos, bicicletas y coches compartidos. Es importante que los diferentes niveles de la Administración –estatal, regional y local– realicen esfuerzos más decididos para impulsar el cambio modal de la carretera al transporte ferroviario y que concedan particular importancia a sistemas intermodales que combinen los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público colectivo. A este respecto, es fundamental impulsar el uso de la bicicleta en las áreas urbanas y ampliar la densidad de vías ciclables, así como las redes de transporte colectivo público y la frecuencia del servicio.

Los estados y las autoridades locales deben disponer de planes de movilidad urbana sostenible y de planes de desplazamiento de empresa (PDE) para todas las administraciones públicas y organizaciones –públicas y privadas–, además de incorporar a gestores y gestoras de la movilidad cotidiana al trabajo.

A partir de ahora el coche pasa de su condición de anfitrión a ser un invitado en nuestras ciudades, abriéndose paso a la ciudad vivible o la ciudad del postcarcity.

Además, no hay que olvidar integrar los planes de movilidad y los planes de desplazamiento al trabajo (PDE) en una estrategia más amplia de desarrollo territorial o urbano sostenible. Se debe alentar a las autoridades a que, en el marco de estos planes, sitúen a los ciudadanos en el centro de las políticas de movilidad y les ofrezcan la posibilidad de ser consultados antes, durante y después de su aplicación. Estos planes son también un medio para promover acciones en favor de los objetivos de la Unión Europea en materia de emisiones de efecto invernadero, de contaminación acústica, de accidentalidad y de exclusión social relacionada con la movilidad.

Para que la movilidad sostenible tenga mayor presencia en las ciudades, hay que replantearse seriamente la cuestión de la velocidad de los vehículos, calmando el tráfico y adoptando un nuevo límite de velocidad de 30 km/hcomo medida realmente efectiva para reducir el número de muertos y heridos en accidentes de tráfico. De este modo se conseguirá que los vehículos de motor sean más compatibles con otras formas de desplazamiento más eficientes, saludables y seguras. Un buen ejemplo es la limitación de la circulación de vehículos contaminantes, creando zonas de bajas emisiones en el centro de Madrid.

Las conductas negacionistas del cambio climático y las conductas negacionistas del mal de los coches, no tienen futuro. A partir de ahora el coche pasa de su condición de anfitrión a ser un invitado en nuestras ciudades, abriéndose paso a la ciudad vivible o la ciudad del postcarcity.

¿Qué opinas de este artículo?