Igualdad de género y SST: protegiendo a las trabajadoras en sectores vulnerables
Igualdad de género y SST: protegiendo a las trabajadoras en sectores vulnerables

Redacción
Sin embargo, cuando se aborda la SST desde una perspectiva de género, se evidencian brechas importantes que afectan especialmente a las trabajadoras en estos ámbitos. La igualdad de género no solo implica acceso equitativo al empleo, sino también la adaptación de las políticas, normativas y prácticas de SST para responder a las necesidades específicas de las mujeres, quienes a menudo enfrentan riesgos particulares y condiciones laborales poco consideradas.
En Europa, la evolución normativa en SST ha incorporado cada vez más el enfoque de género, reconociendo que las mujeres en sectores tradicionalmente masculinizados están expuestas a riesgos diferentes, tanto físicos como psicosociales. La Directiva Europea 89/391/CEE sobre la mejora de la seguridad y salud de los trabajadores en el trabajo, junto con sus posteriores actualizaciones, establece la necesidad de realizar evaluaciones de riesgo teniendo en cuenta las características específicas de cada grupo, incluyendo las diferencias de género. Así, se promueve la gestión de riesgos sectoriales y la inclusión de medidas específicas para proteger a las trabajadoras en la construcción, minería y agricultura. Por ejemplo, la ergonomía aplicada a herramientas y equipos se está ajustando para que se adapten mejor a la complexión física femenina, evitando así trastornos musculoesqueléticos, uno de los problemas más frecuentes en estos sectores (EU-OSHA, 2022).
A pesar de estos avances regulatorios, la realidad práctica aún presenta desafíos. La integración real del enfoque de género en los planes de prevención es todavía limitada, y las trabajadoras muchas veces se ven expuestas a entornos que no consideran sus particularidades, como jornadas extensas sin descansos adecuados, falta de equipo de protección personal diseñado para mujeres o carencia de protocolos para prevenir acoso y violencia laboral. La escasez de datos desagregados por género sobre accidentes y enfermedades laborales dificulta además la implementación de estrategias focalizadas que atiendan estas problemáticas.
En Latinoamérica, la situación presenta matices similares pero con retos adicionales vinculados a la informalidad y la desigualdad estructural. Sectores como la minería y la construcción siguen siendo de alto riesgo, con alta incidencia de siniestralidad laboral. Aunque algunos países han mejorado sus marcos legales en materia de SST y derechos laborales, la aplicación efectiva de estas normativas sigue siendo un gran desafío, especialmente para las mujeres que trabajan en condiciones precarias o en el sector informal. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado que en América Latina las mujeres tienen menos acceso a equipos de protección adecuados y a formación específica en seguridad, lo que las hace particularmente vulnerables a accidentes y enfermedades profesionales (OIT, 2023).
Además, la segregación ocupacional y los estereotipos de género influyen en que muchas mujeres terminen realizando tareas menos visibles pero no menos peligrosas, como el trabajo doméstico o auxiliar dentro de las faenas mineras o agrícolas, con exposiciones a sustancias químicas, condiciones climáticas adversas o cargas físicas intensas sin protección suficiente. La carencia de políticas públicas que integren un enfoque interseccional –que considere género, clase social, etnia y formalidad laboral– limita la eficacia de las acciones de prevención y promoción de la salud laboral para este colectivo.
Un aspecto clave para avanzar en la protección de las trabajadoras en sectores vulnerables es fortalecer la capacitación con perspectiva de género. Esto implica no solo formar en técnicas de seguridad adaptadas, sino también sensibilizar a empleadores y trabajadores sobre las desigualdades y los riesgos diferenciados que enfrentan las mujeres. Las campañas de difusión, protocolos antiacoso, acceso a servicios médicos y mecanismos de denuncia efectivos son herramientas que deben ser parte integral de cualquier plan de SST con enfoque inclusivo.
El desarrollo tecnológico también puede ser un aliado si se orienta adecuadamente. Por ejemplo, la incorporación de dispositivos de protección personal diseñados específicamente para mujeres, el uso de aplicaciones móviles para reportar condiciones inseguras o el análisis de datos desagregados por género pueden ayudar a mejorar las intervenciones preventivas. Sin embargo, es fundamental que estas innovaciones estén acompañadas de un compromiso real por parte de las organizaciones y los gobiernos para cambiar estructuras y prácticas discriminatorias.
Finalmente, el avance hacia la igualdad de género en SST debe formar parte de una estrategia más amplia que incluya el empoderamiento laboral, la reducción de brechas salariales y la promoción de ambientes de trabajo libres de violencia. Solo así se garantizará un entorno seguro y saludable para todas las personas, contribuyendo a un desarrollo sostenible y justo.
Para promover el debate y reflexión sobre este tema tan crucial, planteamos las siguientes cuestiones:
- ¿Cómo pueden las normativas de SST evolucionar para integrar de forma efectiva un enfoque de género en sectores tradicionalmente masculinizados?
- ¿Qué estrategias pueden implementarse para garantizar que las mujeres en el sector informal accedan a condiciones seguras de trabajo?
- ¿De qué manera la tecnología puede contribuir a proteger a las trabajadoras sin reproducir desigualdades existentes?
- ¿Qué rol deben jugar las empresas y los sindicatos para fomentar una cultura preventiva inclusiva y libre de discriminación?
- ¿Cómo se pueden recoger y utilizar datos desagregados por género para mejorar las políticas de SST y reducir la siniestralidad femenina?