Ergonomía de Oficinas. Evolución y Futuro

Ergonomía de Oficinas. Evolución y Futuro

Tratamos aspectos de la evolución en el puesto de trabajo de oficinas, tecnología, nuevas tendencias, comunicación, y cómo han influido en el trabajador y su tarea. Se discutirán las tendencias evolutivas que han ido tomando forma a lo largo de los años, y se especulará sobre su continuación en el futuro.
27 October 2020

Redacción 

Las oficinas han ido cambiando con el paso del tiempo y lo seguirán haciendo en el futuro. Tan sólo se puede especular sobre el futuro, pero diversos expertos han ido ofreciendo sus predicciones.

El proceso de cambio en el puesto de trabajo

Probablemente, la mejor base para la predicción del curso del futuro de la evolución en la oficina provenga del examen de las condiciones del entorno y su primera evolución.

Cambios del pasado

La historia de la oficina muestra que en los cambios generalmente se veían reflejados uno de estos dos motivos:

  1. La mejora de la eficiencia o la productividad a través de un mayor confort, o seguridad del trabajador;
  2. La satisfacción de presiones externas generalmente recibidas por organizaciones sindicales o el propio gobierno.

Por ejemplo, en EEUU poco después de comienzos del siglo XX, las empresas instalaron sistemas de ventilación eléctricos, en gran parte debido a las reivindicaciones de las organizaciones de trabajadores y por la creencia de que un trabajador “bien aireado” trabajaría de un modo más productivo.

Incluso los cambios más rápidos que se produjeron en el entorno de la oficina, tardaron más de diez años en implantarse de modo general. Entornos obsoletos persistieron a pesar de la aparición de aquellos más modernos. Por ejemplo, la luz eléctrica tardó aproximadamente diez años en ser de uso común.

La evolución de la mejora de los puestos de trabajo ha sido lenta, al menos por alguna de estas dos razones: los costes y el tiempo requerido para renovar los edificios existentes ponían muchas barreras a la velocidad de los cambios, aun cuando los inversores sabían que esa inversión se vería amortizada; un edificio nuevo suponía muchos años de planificación y construcción, y los propietarios se mostraban reticentes a nuevas tecnologías que no habían sido probadas.

Cuando los cambios llegaron al puesto de trabajo, éstos a menudo incluían la introducción de tecnología relativamente nueva. Muchas compañías de los años 30 “promocionaron” las oficinas de mayor tamaño debido a la incorporación de los equipos eléctricos de aire acondicionado.

Anteriormente las oficinas ocupaban pequeñas habitaciones provistas de unas ventanas que permitiesen una adecuada ventilación e iluminación. La oficina fue cambiando a medida que la tecnología necesaria fue estando disponible, y cuando los cambios de las estructuras organizativas lo convirtieron en una necesidad.

Sin embargo, aun cuando la tecnología fue algo que se encontraba al alcance de la mano, muchos cambios fueron lentos y no se llevaron a cabo hasta que sus resultados demostraron ser ciertamente favorables. El más claro ejemplo está en la luz eléctrica, que a pesar de ser un útil disponible desde 1880, no pasó a ser algo habitual en la oficina hasta cerca de 1930. Hasta entonces, la mayoría de las oficinas se abastecían de la luz a través de las ventanas, lo que provocaba que gran parte de estas oficinas no respetaran las normativas vigentes. Algunos hechos favorecieron la introducción de la luz eléctrica en las oficinas en los años 30. Las compañías eléctricas comenzaron a promocionar su producto y a ofrecerlo a un precio razonable. Los nuevos sistemas de aire acondicionados facilitaron interiores confortables en las épocas estivales, y quizá lo más importante, se reconoció la idea de que la ayuda eléctrica favorecía la eficacia y el rendimiento. Esto ocurrió cuando se comenzaron a publicar los resultados productivos de empresas que habían incorporado la luz eléctrica a sus fábricas y oficinas.

La combinación de los avances tecnológicos y los cambios organizacionales precipitaron esta evolución. Todas las oficinas no sufrieron el mismo nivel de cambio. El cambio importante lo aportó la tecnología, con el fin de crear un mayor confort, ya que la relación productividad-confort pasó a ser de reconocimiento general. Por ejemplo, la introducción de la luz eléctrica significó un gran cambio en aquellas empresas que lo adoptaron. La aparición de la máquina de escribir, y posteriormente de la máquina eléctrica, permitía a la gente desarrollar su trabajo de un modo más rápido y eficiente que antes. Los detalles de los trabajos cambiaron, pero la tarea era esencialmente la misma. Sin embargo, la aparición de estos avances tecnológicos cambió las relaciones trabajador-supervisor. Esto provocó una serie de cambios en las cantidades y tipo de espacio que se necesitaban. La aparición del ordenador reemplazó a muchos oficinistas y, sin embargo, provocó la demanda de trabajadores con mayor conocimiento técnico.

Cuando la innovación tecnológica originó la sustitución de muchos empleados por la nueva maquinaria, dicha transición se fue realizando de una forma muy progresiva, que duró incluso décadas. Un nuevo diseño físico de una oficina necesita de mucho tiempo, y el trabajador que lo sufre necesita de una adaptación muy gradual. Además de los avances tecnológicos y lo que éstos implicaron, se fueron produciendo otros de carácter organizativo y de relación interpersonal que fomentaban la comunicación y la identificación del trabajador con su empresa.

En resumen, los cambios que se han ido produciendo en la oficina se originaron como consecuencia del deseo de mejorar la eficiencia o satisfacer presiones externas. La gran mayoría de estos cambios han sido de carácter tecnológico, con la consiguiente reestructuración organizativa en algunos casos. Tales cambios organizativos también implicaron una necesidad de alterar en el entorno físico, ya sea por la adaptación al número de trabajadores o por el papel de cada uno de ellos. Sin embargo, aquellos que proponían el cambio no fueron realmente conscientes del impacto de la nueva tecnología.

El actual debate sobre el futuro de las oficinas se centra en tres aspectos:

 1. ¿En qué medida el trabajo de oficina migrará a las casas?

2. ¿En qué medida las telecomunicaciones suplantarán los encuentros personales?

3. ¿Participarán más los empleados en el diseño de las oficinas?

Dependiendo de las respuestas a estas tres preguntas, el futuro entorno de la oficina diferirá en gran medida del actual. Sin embargo, algunos expertos se muestran reticentes a este potencial de cambio.

El cambio será bueno siempre que la primera consecuencia del mismo sea un mayor bienestar del trabajador.

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