Eso que admiras del que parece fuerte no es un «superpoder», sino resiliencia

Eso que admiras del que parece fuerte no es un «superpoder», sino resiliencia

Una persona con resiliencia sabe pedir ayuda, gestiona bien sus emociones y sabe cómo levantarse después de caer
16 April 2020

La resiliencia permite sacar lo mejor de nosotros en el momento que más se necesita

Suele ver las cosas de forma objetiva, no tiene respuestas demasiado emocionales a los estímulos, es paciente y activo, no elude las situaciones negativas, sino que las afronta, es perserverante, creativo y tiene confianza y seguridad. No es un superhéroe, no, lo que esa persona es en realidad, según explica la psicóloga Ana Lucas, es alguien que sabe pedir ayuda, gestiona bien sus emociones y sabe cómo levantarse después de caer. Es alguien que tiene, en definitiva, resiliencia.

Pero, ¿qué es exactamente esa especie de superpoder? «La resiliencia permite vivir de forma consciente y ordenada situaciones que de otra forma podrían dejarnos un poso negativo hasta el punto de sobrepasarnos. No es una capacidad sino el resultado de haber superado situaciones difíciles en las que hemos tenido que desarrollar un aprendizaje y nuevas capacidades ante nuevos eventos de los que hemos salido airosos», define la psicóloga.

La Real Academia de la Lengua (RAE) define la palabra resiliencia como la «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situaciones adversas» pero lo cierto es que, tal como revela Ana Lucas, a los psicólogos se les queda corta esa definición. Así, ella relaciona el éxito de este concepto con la triple osadía (vital, intelectual y publicitaria) que, según revela, cometió el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik.

Osadía vital porque su familia de origen ruso judío fue masacrada por los nazis, porque escapó con seis años de un campo de concentración y porque, a pesar de esos sucesos se ha convertido en uno de los médicos más influyentes de su tiempo.

Osadía intelectual porque con su libro sobre la resiliencia evitó, según asegura Ana Lucas, uno del os viejos determinismos de la psicología clásica según el cual un niño traumatizado por una infancia terrible estaba condenado a una vida problemática como adulto.

Y, por último, osadía publicitaria, porque su libro sobre la resiliencia tiene, según opina la psicóloga, uno de los mejores títulos de la historia de la literatura médica: «Los patitos feos: La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida». A lo largo de sus páginas da la vuelta a algunas de las consideraciones grabadas a sangre y fuego como inamovibles por el psicoanálisis como el concepto de culpa. «Cyrulnik tuvo la inteligencia de sugerir que la culpa tiene elementos que pueden ayudar a poner en marcha la resiliencia», revela Ana Lucas.

Cómo entrenar la resiliencia

Para Ana Lucas la resiliencia es un aprendizaje y un arte. «Es un aprendizaje porque considero que es mucho más que adaptarse a situaciones de cambio brusco o traumáticas y que conecta más bien con una actitud que permite sacar lo mejor de nosotros en los momentos vitales donde más se necesita. Y es un arte porque responde a una mezcla de intuición personal, confianza en el trabajo propio y energía íntima para superar los obstáculos y eso es algo que está muy relacionado con el proceso creativo de los artistas», explica. En definitiva, la resiliencia es para la psicóloga lo que nos hace superar esas situaciones con éxito gracias a una gestión correcta de las emociones.

Pero lo mejor de todo, según revela la experta, es que esa capacidad no es innata y se puede aprender, entrenar y fomentar. Y eso es lo que se hace en una terapia. «Es un proceso que no hacen los pacientes solos sino acompañados por un psicólogo«, aclara. Así, la experta explica que durante el proceso se acompaña al paciente para que integre la realidad con una visión lo más objetiva posible. «Intentamos crear una gestión emocional ajustada a la situación para permitir que el paciente desarrolle un nivel de afrontamiento ajustado al evento», explica. Pero esto no quiere decir que ese proceso tenga que ver solamente con eventos negativos pues, por ejemplo, un ascenso laboral inesperado requiere el desarrollo de nuevos recursos para hacer frente a la nueva situación.

Pedir ayuda es la clave

Una de las claves en el proceso de entrenamiento de la resiliencia es saber contar con los recursos propios, pero también saber pedir ayuda. «En nuestra sociedad a veces se entiende como una debilidad pedir ayuda, pero en realidad es una fortaleza. Somos animales sociales y el grupo es fundamental para el bienestar. La resiliencia es el músculo de la resistencia ante las situaciones que nos encontramos en la vida y se entrena a medida que vivimos», aclara Ana Lucas.

¿Es posible aprender desde niños?

«¡Claro que se puede trabajar la resiliencia en los niños!», exclama Ana Lucas. La experta relata que hace unos años escuchó una frase a una psicóloga que le dejó impactada. Un padre estaba ayudando a su hija de dos años a hacer una torre con piezas de madera, pero entonces ella le espetó: «¡No le completes la torre»! «Desde entonces repito esa frase a los padres. Les digo que le completen la torre, que permitan que aprendan por sí mismos, que ayuden a gestionar la frustración si no lo consiguen y que les acompañen en el proceso de aprendizaje, pero dejando que generen recursos propios, seguridad y gestión de sus emociones. Les digo que dejen que se caigan, les ayuden a levantarse y les enseñen a pedir ayuda. Después deben preguntarle lo que han aprendido y ayudar a que se guarden ese aprendizaje en el cerebro. Así estarán fomentando la resiliencia».


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