Riesgos laborales: la cultura “legalitis” actual no es preventiva
Riesgos laborales: la cultura “legalitis” actual no es preventiva
La prevención de los accidentes laborales se ha dado y continúa dándose en una cultura defensiva o reactiva. En este ambiente defensivo se da la “legalitis, o sea una importancia excesiva por las disposiciones legales y su cumplimiento documental.
Sin embargo la cultura defensiva reactiva no sirve a penas para la prevención de los accidentes. Cuando un conductor ha de hacer una entrega de mercancía y tiene la dirección mal, se da una condición de riesgo: detener el coche, llamar a fábrica, prisas etc. La condición de riesgo propicia el accidente y le afecta a él y todos los demás que van conduciendo.
El hecho de que la dirección de entrega esté mal, se ha producido por defecto de alguno de los procesos de trabajo de la organización (un pedido mal rellenado por el vendedor, un recado mal tomado o mal transmitido por telefonistas o encargados etc.) y no se ve afectado por el que los trabajadores de esa cadena de procesos usen o no los elementos de protección, hayan firmado su recepción o se hayan realizado actividades de “legalitis”.
La dirección de entrega estará bien, sólo si todos los procesos de su cadena de valor están ejecutados correctamente: sin incumplimientos. Por eso la prevención de los accidentes es la prevención de los incumplimientos en los procesos de trabajo. Si eliminamos los incumplimientos se eliminan las condiciones de riesgo, y los accidentes.
La cultura preventiva es la cultura de hacer las cosas bien. Para prevenir los accidentes, las empresas deben pasar de una cultura de legalitis a una cultura del cumplimiento de los requisitos de los procesos de trabajo.
En la empresa, el líder para el cambio cultural es su empresario. Sólo él hace cambiar las costumbres poniendo en marcha el efecto dominó en la Cadena de Mando. Un empresario puntual implantará una cultura de puntualidad, uno ordenado tendrá una empresa ordenada. La cultura no depende tanto de la actividad como del empresario.
Un empresario que comprenda que “hacer las cosas bien” es del interés para la empresa hará que esa cultura se implante en ella y la convertirá en la base de su sistema de gestión.
“Hacer las cosas bien” es del interés de la empresa porque los incumplimientos, además de producir condiciones de riesgo, cuestan dinero: el precio del incumplimiento (PDI).
Que el conductor tenga la dirección mal cuesta dinero: llamadas, nervios, entregas fuera de plazo, perdidas de imagen etc. Es un PDI individual. Los trabajadores, los encargados saben en qué procesos se dan los precios del incumplimiento. Hay PDI de sección, de departamento, de Empresa etc. que se obtiene sumando los individuales.
Conocer el precio del incumplimiento de la empresa da idea de su nivel de seguridad laboral: a mayor valor más inseguridad, a menor valor menos inseguridad. El PDI permite al empresario la gestión de la seguridad: fijar metas, diseñar acciones estratégicas, medir su efecto, tomar acciones correctoras etc.
La implantación de la cultura preventiva entendida como hacer las cosas bien tiene un gran interés económico para la empresa: puede ahorrarse, según Crosby, hasta lo equivalente a un 30% de la facturación en concepto de coste de la no calidad. El empresario avanzado se ha dado ya cuenta de ello, al resto hay que ayudarles.
Los demás “actores” de la prevención: autoridad laboral, inspección de trabajo, técnicos y profesionales, etc. tendrían que ayudar al empresario a identificar esta oportunidad de mejora y animarle a que tome su papel de liderazgo. La cultura de la prevención entendida como hacer las cosas bien proporciona una plataforma en la que todos ganan: unos seguridad, otros dinero, todos tranquilidad.
Para implantarla se necesitan buenos sistemas de gestión de la prevención en las empresas; basados en la gestión del cambio cultural, con orientación al proceso individual y capaces de ser medidos económicamente.
Pongámonos en marcha, cuanto antes mejor, para gestionar ese cambio cultural. Cada uno en su puesto.