La prevención de riesgos por radiaciones no ionizantes

La prevención de riesgos por radiaciones no ionizantes

Friday, 14 January 2005

Considerando su nivel de energía, las radiaciones se clasifican en ionizantes y no ionizantes, en función de su capacidad para ionizar la materia sobre la que interaccionan. El uso de las radiaciones ionizantes está sujeto a una serie de normativas que regulan su utilización y las medidas de protección necesarias. Ello es debido a la gravedad de sus efectos y al mayor conocimiento de los mismos, además de una mayor sensibilización social y medioambiental.

En el caso de las radiaciones no ionizantes, y debido a que algunas de ellas son de utilización reciente, los riesgos que conllevan no son suficientemente conocidos y no se disponía de un marco reglamentario suficiente que regulase su utilización y la protección frente a las mismas. En su ausencia, se han utilizado tradicionalmente, en muchos países, los criterios técnicos de valoración del ICNIRP (International Commission on Non Ionizing Radiation Protection). Éstos mismos criterios son los que iluminan el contenido de la Directiva 2004/40/CE relativa a la protección de la seguridad y la salud de los trabajadores expuestos a agentes físicos: campos electromagnéticos (f<300 GHz).

Esta Directiva, que debe ser transpuesta a la legislación de los países miembros antes del 30 de abril de 2008, empieza a llenar el vacío normativo en lo que respecta a la exposición a campos magnéticos estáticos, radiaciones de extremadamente baja frecuencia (ELF),  radiofrecuencia (RF) y microondas (MO). Próximamente, una nueva Directiva comunitaria (la cuarta relativa a gentes físicos, después del ruido las vibraciones y los campos electromagnéticos) se ocupará de las radiaciones infrarroja, visible y ultravioleta (radiaciones ópticas).

Existen exposiciones laborales a campos magnéticos estáticos en las plantas de proceso electrolítico, donde el uso de corriente continua genera este tipo de campos. Así mismo, en las cercanías de instrumentos de diagnóstico médico (RMI), o análisis químico por resonancia magnética (RMN), existen elevados niveles de intensidad de campos magnéticos estáticos.

La presencia de ondas de ELF es habitual a corta distancia de torres de alta tensión, subestaciones de transformación y en general cerca de conductores de corriente alterna. Se utilizan por otra parte en detección de hurtos y de metales. Los campos electromagnéticos pueden afectar al funcionamiento de los marcapasos cardíacos, tanto por la inducción de fuerzas sobre componentes ferromagnéticos del marcapasos, como por la interferencia que las ondas electromagnéticas puedan ejercer sobre el funcionamiento eléctrico del aparato. A frecuencias tan bajas (0 y 10 kHz), la energía es insuficiente para provocar un aumento significativo de la temperatura corporal, pero los campos eléctricos y magnéticos variables en el tiempo, inducen corrientes eléctricas de determinada densidad en músculos y otros tejidos, que ejercen una estimulación directa de las células musculares y nerviosas.

Se utilizan radiofrecuencias para soldar metal por inducción, calentar tanques industriales, secar pinturas, tejidos, o papel, etc. Están expuestos a RF y MO los profesionales de la fisioterapia al aplicar este tipo de radiación a los pacientes. La telefonía móvil y la utilización de radares suponen la existencia de microondas. Se cree que los efectos adversos para la salud generados por exposición a este tipo de radiaciones (RF y MO), son debidos al aumento de la temperatura de los tejidos como consecuencia de la transformación en calor de la energía absorbida.

La energía fotónica correspondiente a las radiaciones ópticas es elevada, absorbiéndose en la piel y los ojos y se relaciona en concreto la exposición a radiación ultravioleta con la aparición de cáncer de piel. La existencia de radiación infrarroja y ultravioleta en el trabajo es frecuente y aumenta progresivamente la utilización de sistemas láser. La prevención de riesgos relacionados con estos últimos precisa de por si una especialización debido a su complejidad y extensión aunque, en realidad, el tratamiento de todo tipo de radiación electromagnética presenta cierta complejidad técnica. Además de la diversidad de aplicaciones y variedad en la presentación de éste fenómeno físico, sus fundamentos resultan poco familiares, si no antipáticos, a muchos técnicos de prevención.

La normativa técnica aplicable, sea o no de orden legal, no tiene una interpretación sencilla y requiere a menudo de la realización de mediciones y del tratamiento físico y matemático adecuado de los datos. Al mismo tiempo, la sofisticación de los instrumentos y técnicas de medición es cada vez mayor. Ya existen en el mercado instrumentos de medición que cubren prácticamente todas las necesidades de cuantificación en lo que respecta a radiaciones electromagnéticas, y ya se dispone de normativa de referencia, pero si la prevención de riesgos profesionales se plantea por fin el nivel de exigencia que existe en otras profesiones, va a ser necesaria la especialización real de los técnicos de prevención, donde el tema de radiaciones es sólo un ejemplo destacable. Es necesario en este sentido, que aquéllos dispongan de mas tiempo para su formación, que aumente notablemente la oferta de formación de alto nivel de especialización, prácticamente inexistente en la actualidad y que se disponga de herramientas informáticas que guíen y faciliten el trabajo del técnico, ofreciéndole el acceso rápido a la información y agilizando la realización de los a menudo costosos y necesarios cálculos.

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