Métodos de evaluación subjetivos
Métodos de evaluación subjetivos
Al igual que los aspectos físicos y ambientales implicados en la seguridad y en las condiciones de trabajo del individuo, la ergonomía y la prevención deben contemplar también el efecto de los factores psicológicos y sociales. Cualquier intervención en estos ámbitos requiere de una evaluación previa basada normalmente en la medición de los aspectos afectados. Del mismo modo que se mide la iluminación, la temperatura o el ruido en el puesto de trabajo también es importante cuantificar la carga mental o el estrés presentes en el individuo. Tradicionalmente los procedimientos y técnicas que han servido para la evaluación y medida de los aspectos subjetivos del individuo se les ha denominado Métodos de Evaluación Subjetivos (MES). Se trata de hecho de procedimientos objetivos que se enfrentan a dimensiones subjetivas del individuo no directamente medibles como por ejemplo la motivación, estrés, ansiedad, "burnout", pérdida de memoria, irritabilidad, falta de coordinación, satisfacción laboral, clima de trabajo, "surmenage", depresión etc. Dada su variedad, estos aspectos pueden agruparse en 10 bloques que abarcan casi la totalidad de factores: carga mental, carga psíquica, rasgos de personalidad, emociones, temperamento, capacidades y aptitudes, autopercepciones, percepciones sobre la propia tarea, percepciones sobre el entorno físico, percepciones sobre la organización.
Abordar estos aspectos es siempre un tema delicado ya que involucran tanto al propio contenido del puesto de trabajo como sus repercusiones en la salud, vida personal y social del individuo. Empleando instrumentos de medición y normativas ya establecidas las condiciones físicas son relativamente fáciles de evaluar; con los aspectos psicológicos no sucede así. Esta disciplina se enfrenta a una triple problemática que lleva a la necesidad de (1) elaborar-adaptar nuevos instrumentos propios del ámbito laboral, (2) establecer normas o baremos de medida sobre los que tomar decisiones y (3) plantear modelos y teorías psicológicas que intentan explicar los factores implicados en las condiciones de trabajo y la satisfacción laboral.
Técnicamente los MES se basan en procedimientos psicométricos habituales en psicología y educación con el formato de tests, encuestas, cuestionarios, autoinformes, sociogramas, técnicas de rejilla, etc. Desde hace décadas estos procedimientos disponen de unos estándares de calidad internacionales establecidos por organismos como la American Psychological Association, la International Test Comission y la American Educational Research Association. Ya sea como producto editorial comercializado o como un desarrollo propio de una organización, cualquier instrumento que pretenda medir variables psicológicas relacionadas con la prevención y las condiciones laborables debe ajustarse a las directrices de estos estándares. El producto final (cuestionario, encuesta, test...) debe poseer unas cualidades psicométricas que garanticen al constructor o usuario su buen funcionamiento. Para ello existe toda una serie de indicadores numéricos sobre la fiabilidad y validez que se obtienen tras un proceso de elaboración del instrumento, o de su adaptación, si procede de otro entorno (otro país, otro ámbito no laboral...). De no ser así el riesgo es evidente, ya que el empleo de instrumentos defectuosos proporcionará medidas sesgadas o erróneas que repercutirán en las decisiones donde se apliquen.
Frente a otros enfoques el principal valor de los MES ha sido la combinación entre objetividad-estandarización-rentabilidad. Facilitan el acceso a grandes muestras de las que proporcionan valores numéricos que representan las características psicológicas medidas. Permiten el posterior análisis o explotación de las puntuaciones ya que con las medidas de los MES se pueden comparar grupos, tipos de tareas, pronosticar, segmentar y modelizar matemáticamente relaciones con otras medidas físicas. Todo ello genera mayor conocimiento sobre aspectos hasta entonces ocultos y facilita decisiones. Los datos de los MES también mejoran la comunicación entre los usuarios al tratar cuantitativamente la información. Una vez construidos o adaptados, estos instrumentos son rápidos y fáciles de aplicar e interpretar. Cualquier organización puede elaborar baremos normativos adecuados a sus peculiaridades e ir actualizándolos con la entrada constante de nuevos datos.