Cuento de Navidad
Cuento de Navidad
¿Cómo vamos Inwë? Exclamó Papa Noel. Ya va llegando la hora de que emprenda el viaje anual desde Rovaniemi en mi trineo. Los niños del mundo están esperando los regalos, y hemos de cumplir sus sueños como cada año ¡Jo, jo, jo, jo!
Inwë Ringëril es un Elfo sabio e inteligente. Es la mano derecha de Papa Noel. Se encarga de dirigir la fábrica de los juguetes. En esta fábrica los Elfos y Duendes producen los juguetes que Papa Noel se encarga de llevar a los niños del mundo la noche del 24 de diciembre de cada año.
¡No te preocupes Papito, estará todo listo! Contestó Inwë. Sin embargo, este año Inwë estaba preocupado, y no quería alarmar a Papito. Así es como llamaba cariñosamente a Papa Noel.
Durante este año había introducido unos cambios importantes en la fábrica, y estaba costando que los elfos y duendes se acostumbrasen a ellos. ¿Qué cambios habrá introducido?, os preguntareis.
Como sabéis, la competencia entre los personajes navideños que traen los regalos, cada día es mayor. Papa Noel, Santa Claus, San Nicolás, los Reyes Magos, Ded Moroz, el Olentzero, el Tío de Nadal, Tronca de Nadal, la Bruja Befana, el Esteru, el Apalpador, etc. Todos quieren ser elegidos por los niños para que les traigan los regalos.
Hasta el momento, Papa Noel parece que es el más reclamado. Sin embargo, se comenzaron a oír algunos rumores que trataban de desprestigiar la fabricación de sus juguetes. Por ejemplo que la fábrica era antigua, que las máquinas eran viejas y muy inseguras para los elfos y duendes que trabajaban en ellas. Que Papa Noel no cuidaba de que el ambiente de trabajo fuera lo suficientemente seguro y saludable. Que había muchos accidentes, auque no se supiera. Y otras cosas más.
Estos rumores llegaron a los oídos de Papa Noel y de Inwë, y decidieron que era hora de cambiar algunas cosas en la fábrica, para mejorarla y así acallar también los rumores. La verdad es que muchas de las máquinas eran muy antiguas, llevaban muchos años funcionando, lo mismo que el propio taller, que no había cambiado prácticamente con los años. Así que era hora de renovar e incorporar la seguridad y salud, para que los elfos y duendes pudieran tener un trabajo con menos riesgos. Un trabajo en el cual el autocuidado fuese algo importante para todos, y este renovado valor se transmitiese en cada juguete.
Acometieron numerosos cambios que mejoraron la seguridad y la salud; compraron nuevas máquinas; introdujeron maneras de trabajar más seguras y saludables; realizaron un montón de cursos de formación a toda la plantilla de elfos y duendes, para que mejorasen la manera de trabajar e incorporasen su autocuidado.
Inwë, estaba muy emocionado con los cambios; verdaderamente eran necesarios desde hacía tiempo, aunque a algunos elfos y duendes les costaba cambiar ya que estaban acostumbrados desde hace cientos de años a trabajar de una forma menos segura. ¿Creíais que esto no les pasaba a los elfos y duendes? Pues también les pasaba.
Aquella noche, la mas importante del año, en la que todo el trabajo cobraba su sentido; la noche en la que se entregaban los juguetes que habían fabricado, y que los niños esperaban con tanta ilusión, Inwë tenía problemas. Las cosas no pintaban bien para poder acabar a tiempo el trabajo ¿Qué ocurría? Pues que se había acumulado el trabajo, ya que había habido un número enorme de pedidos a última hora. Otros años, con las viejas maneras de trabajar, en las que no seguían demasiados protocolos de seguridad y cuando las máquinas estaban abiertas y accesibles, corrían a última hora, a pesar de los riesgos y llegaban a tiempo. Sin embargo, las cosas habían cambiado. Ahora se habían incorporado los protocolos de seguridad y salud, las máquinas ya no eran accesibles. El proceso era mucho más seguro y no permitía saltárselo para correr.
Inwë, estaba preocupado, porque quizá no iban a cumplir los plazos. Algunos elfos y duendes le decían que si querían llegar a tiempo no quedaría más remedio que saltarse algunas medidas de seguridad y salud. Sin embargo, Inwë estaba convencido de que esto no debería hacerse, pero la presión era muy grande.
Aunque no se atrevía a decírselo a Papa Noel, la inquietud que sentía era tan grande que finalmente fue donde él:” ¡Papito! Siento decirte esto pero tengo dudas razonables de que los juguetes estén a tiempo”.” ¡Qué me dices Inwë! ¡Esto no puede ser!” – exclamó Papa Noel- .No podría entregar los regalos a los niños. Sería una desilusión enorme. Y además seguro que se cambiarían a los reyes magos u otros.
“¿Qué es lo que ocurre, Inwë?”“Papito, algunos elfos y duendes me dicen que podríamos llegar a tiempo pero para eso habría que saltarse medidas de seguridad y salud que hemos implantado este año en el taller”.” ¡Y tú que opinas!” Le preguntó Papa Noel.” “Yo pienso- dijo Inwë- que no debemos hacerlo, lo que estamos consiguiendo incorporando la cultura del cuidado es muy importante, y si aceptamos saltárnosla habremos perdido todo lo que hemos hecho hasta ahora. Sin embargo la presión para acabar a tiempo es tan grande”.
Papa Noel se quedó pensativo durante unos instantes mientra lo miraba dulcemente. Tras unos segundos de silencio, le dijo a Inwë, con voz firme y amorosa: “Veras Inwë Ringëril, estoy de acuerdo contigo. Vamos a seguir haciendo las cosas siguiendo las pautas de seguridad y salud, y desarrollando nuestro autocuidado”.
“¡Y que pasará si no llegamos a tiempo!”- exclamo Inwë.
“Mira, más allá de los regalos materiales, están los regalos que dejan huella, que construyen un legado para que los niños, los hombres del mañana, sean mejores personas, se quieran y se cuiden más, y cuiden a los demás. Por eso, el mejor regalo que les podemos hacer a los niños es el ejemplo de nuestra congruencia con unos valores orientados hacia la seguridad y salud en el trabajo, en el que nuestros elfos y duendes se sientan cada día más realizados” añadió Papa Noel
En la cara de Inwë se esbozó una gran sonrisa, y la emoción le embargaba.
“¿Vamos a decírselo a los elfos y duendes, Papito?.- exclamó Inwë.”¡Vamos!” dijo Papa Noel. Así, reunieron a todos y Papa Noel junto con Inwë, les transmitieron lo que acababan de hablar. Las palabras llegaron a los corazones de los elfos y duendes, y les llenaron de orgullo por hacer las cosas bien y según las pautas seguras y saludables.
Todos se pusieron a trabajar y comenzó a reinar un ambiente más relajado, más fluido, de más colaboración, en el que todo tenía más sentido. Cada uno estaba perfectamente concentrado en su trabajo; tanto fue así que finalmente, haciendo las cosas bien, llegaron a tiempo y todos los juguetes estuvieron preparados para que Papa Noel los entregara a los niños del mundo.
Y colorín colorado, la determinación y el compromiso han triunfado. ¡Feliz Navidad!