Regar el bambú
Regar el bambú
En estos días de agosto, cuando muchos seguro estaréis de vacaciones y otros trabajando quizá a medio gas, me gustaría compartir con vosotros una metáfora que a mi me ayuda mucho. La tengo como un anclaje que me facilita reencuadrar las situaciones cuando la paciencia parece que se me empieza a acabar. De hecho tengo una imagen que la representa en mi mesa, para poder tenerla presente.
La idea de compartir la metáfora del bambú japonés, que seguramente muchos conoceréis, me ha venido en un par de conversaciones que he tenido últimamente. Una con el Director de una Planta de Producción de una empresa, sensibilizado con la prevención y que en un momento de la conversación, en la que hablábamos de los resultados en la organización de acciones que habíamos estado desarrollando , me dijo que tenían que seguir “regando” en la organización, para ir mejorando cada día, ya que entre otras cosas, se necesita tiempo. Me gusto mucho el término que utilizó, realmente hoy en día no se escucha mucho de manos de un Líder de una organización, estas cosas.
La otra conversación ha sido con Técnico de Prevención, responsable de un servicio de prevención, que ponía sobre la mesa, precisamente esto mismo. Es decir , que muchos líderes quieren resultados , en materia de seguridad y salud, rápidamente. Es normal. Sin embargo, no es algo que funcione así de rápido, ni con recetas mágicas, necesita su tiempo. Máxime cuando en definitiva, son las personas las que han de cambiar y evolucionar, y con ello la organización.
Así que , reflexionando sobre esta cuestiones, con mi foto del bambú japonés delante, he pensado que sería bueno en estos momentos recordar lo que ocurre con está sabia planta, y dedicar este blog a todos aquellos que están “regando” día a día en el tejido empresarial, para que la seguridad y salud enraíce definitivamente y surja un frondoso bosque.
Cuando se plantan las semillas del bambú japonés, es conveniente saber lo que va a ocurrir, lo mismo que cuando se planta la semilla de la seguridad y salud. Pasan los días , los meses, incluso los años y nada asoma de la tierra. Podría parecer que la semilla es infértil y antes o después dejar de regar, con lo que efectivamente moriría y nada crecería.
Parece increíble, pero si te mantienes regando la semilla, si persistes y perseveras, con la esperanza de que finalmente nacerá el bambú, ocurre, nada más y nada menos que a los siete años. Hasta entonces podría parecer que todo el esfuerzo es baldío.
¿Qué ocurre en este tiempo?. Que el bambú está desarrollando un complejo sistema de raíces que le van a permitir que cuando llegue el momento pueda crecer sólidamente con extraordinaria rapidez. Ya que a los siete años comienza a crecer y es capaz de crecer 30 metros en tan solo seis semanas. ¡Impresionante!.
Sé que no resulta fácil, y más en la sociedad actual en la que los resultados se quieren obtener en milisegundos. Sin embargo a veces la vida requiere su tiempo, y para ello es necesaria la paciencia. Como dice mi gran amigo Guy: “La paciencia es el arte del instante perfecto”.