URBANISMO REAL: La voz del pueblo

URBANISMO REAL: La voz del pueblo

Nadie como los propios vecinos sabe mejor los riesgos de accidente de circulación en su "habitat".. El centralismo administrativo pretende siempre acaparar el poder en perjuicio de la eficacia social. Cuanto más se acerca al pueblo la capacidad de opinar, mejores resultados se consiguen en los servicios públicos que se gestionan.
20 Marzo 2019

Muchos responsables de las Administraciones Públicas se sienten propietarios de la parcela de poder que se les ha encomendado. El sentido patrimonialista de la Administración tiene la ventaja de desarrollar los servicios públicos muy a la medida de cómo los responsables los conciben. Quienes así piensan y trabajan entran en una escalada de propiedad intelectual y de objetivos-resultados que se va alejando de la realidad por no permitir o no activar los mecanismos de participación de los ciudadanos y por ello, se pierde la oportunidad de conocer mucho mejor y con más cercanía y precisión la realidad, cualitativa y cuantitativa de los problemas. Se prioriza de lejos y se decide desde muy lejos.

Quienes como Josep Puig i Cadafalch, arquitecto y urbanista de la transición de los siglos XIX y XX, aplicaron sistemáticamente políticas de equilibrio territorial han sido los que han conseguido con mucha más precisión detectar los problemas, priorizarlos y resolverlos según una escala de valoración que ha podido escuchar el pulso y la voz de las personas que son quienes sienten la problemática y desean solucionarlas.

Puig i Cadafalch supo interpretar la necesidad de parcelar el territorio de Cataluña en zonas históricamente contrastadas y diferenciadas, darles voz y sentido, y reconducir esas voces hacia los poderes públicos con la frecuencia y la intensidad necesarias para hacerlas operativas. Daba igual el tamaño del territorio. Llámense estados, paises, áreas, regiones, comunidades, provincias, mancomunidades, comarcas, cabildos, municipios, distritos, aldeas o iglesias. Las concentraciones humanas con intereses comunes debían de tener mecanismos de expresarse en libertad y con precisión y eficacia.

En el mundo de la seguridad vial resulta imprescindible esa parcelación territorial para evitar quer desde un organo excesivamente centralista se puedan tomar macrodecisiones que, por lejanas y monocordes, se alejan de la prevención de los riesgos viales más próximos a los grupos de personas más accidentógenas.

Por eso Puig i Cadaflach impulsó el Plan Jaussely en Barcelona como concejal, remodelando el barrio gótico, abriendo la Via Layetana y dando personalidad a aspectos muy peculiares de la ciudad condal que engarzaron perfectamente más adelante con el Plan Cerdá. Escuchando a las asociaciones de vecinos.

La acción preventiva inspirada, concebida, desarrollada y evaluada por agrupaciones de ciudadanos cercanas a la población, con capacidad de detectar puntos negros y tramos peligrosos, de constatar los tipos de vehículos generadores de mayor riesgo, de priorizar en los centros escolares las sesiones de educación vial y debatiendo los aspectos productores de mayor riesgo para prevenirlos y eliminarlos, están al alcance de los ciudadanos que han sido capacersde organizarse para hacer llegar su voz. Y se equivocan quienes ni quieren oirlos ni tan solo les dejan organizarse para poder decidir con más comodidad los programas de seguridad vial desde la mesa del despacho del organo central.

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