VERIFICACIONES DE RIESGOS: El prevencionista de la aseguradora

VERIFICACIONES DE RIESGOS: El prevencionista de la aseguradora

Cuando una empresa quiere asegurar su patrimonio de posibles riesgos debe ser rigurosa el día clave que recibe la visita del prevencionista de la Compañía de Seguros antes de cerrar el precio del seguro. El ingeniero Lluis Daniel Vallvé nos da las claves de una adecuada negociación.
7 Octubre 2015

Dado que este es mi primer escrito aquí, me presentaré. Soy un ingeniero que trabaja para una gran compañía de seguros y mi cometido, entre otros, es inspeccionar “el Riesgo” (como así lo llamamos) con el ánimo de proponer las mejoras que minimizan los daños en el eventual caso en el que un siniestro afecte a las principales garantías de incendio, robo, RC´s etc.

Pues bien, un buen amigo me ha invitado a que le dedique unas líneas a la causa y aquí están. Durante el presente año 2015 podré decir que he tenido la ocasión de asesorar a más de 100 riesgos así que me lanzare a escribir algo interesante, que además será con probabilidad compartido por más inspectores, peritos, prevencionistas etc.

LAS 7 DIFERENCIAS CON EUROPA.

¿En qué se diferencia una empresa clásica española de una que mira a Europa o al mundo? ¿Cómo se diferencian aquellas cuya dirección reside en Alemania, Noruega u otros más al Norte?. Vamos a conocer esas 7 diferencias desde el punto de vista del inspector de riesgo, que contrariamente a lo que algunos creen, tiene un cometido amigo e intentara mejorar su empresa ante un escenario nada deseado como un devastador incendio. Para ello, y sin ánimos de aludir a nadie en particular compararemos las empresas “A” con las “B” y a lo largo de las 7 diferencia podremos adivinar cuál es cual.

“Bienvenido” vs. “Buenos días Sr. Inspector”

Desde el primer saludo, desde el primer apretón de manos, desde la presentación con los interlocutores ya se puede adivinar si tienen conocimiento de nuestra labor o si por el contrario existe un cierto recelo. Nunca es agradable que alguien venga a tu casa a sacarte los defectos, está claro, y eso es ya de por si una diferencia. Aquellas empresas que acogen tu crítica constructiva como un refuerzo contra las que no están del todo dispuestas a oír sus propios puntos débiles. Incluso, en estas últimas, sucede que nuestro interlocutor es el pobre primero que pasaba por allí, de administración, a quien le han pasado “el marrón” y la verdad es que la idoneidad del interlocutor dispuesto por la empresa puede ayudar o entorpecer la labor.

“¿Qué es lo que quieres ver?” vs. “Ah, si, si, daremos una vuelta rápida”

Digamos que cuando llegamos a este punto oímos una u otra frase, ya sabemos que es lo que viene después. Aquel que a tu disposición pone el tiempo, las ayudas, la atención evidentemente se toma en serio tu aportación. No solo estará atento sino que por unas horas sintonizará en el lenguaje de la prevención e incluso disfrutara de varias anécdotas durante el recorrido por la industria. Por el contrario, una “vuelta rápida” no solo puede esconder los puntos débiles sino que denota de su conocimiento y por tanto aceptación. En estos casos la conversación también puede contener anécdotas pero el inspector debe agudizar aúnmás sus sentidos y especialmente el de la orientación espacial, para no pasar por alto un cuarto de calderas, un sótano, un altillo con garrafas de gasoil etc…

“Desconocíamos este fallo, gracias” vs. “Ah, si, si, lo estamos arreglando”

Un ejemplo de respuesta ante una central de alarmas de incendio adornada de navidad con tantas luces de colores de averías, fallos, sirenas apagadas, corte eléctrico etc, y como este pueden ser otros tantos fallos. La primera diferencia radica en ser o no conocedores. Por lo general, las empresas más serias en esta disciplina, revisan frecuentemente este tipo de cosas. Las otras, además de tener conocimiento, realizan malas praxis como “hemos anulado la alarma de incendios porque cada día pitaba”. No me imagino lo molesto que debe ser que cada día te plantees donde trabajaras ahora porque ayer se quemó toda la planta… pues eso sí que debe “pitar”. Si el error es fácil de subsanar, las empresas “A” suelen obsequiarte al cabo de poco con una foto ilustrativa donde ya no se observa la deficiencia. Las “B” puedes visitarlas cuando quieras, aquello seguirá igual.

“Esto prevemos que pueda pasar” vs. “Eso nunca sucederá”

El hueso. El núcleo.  La madre del cordero. Como lo quieran llamar, “aquí es cuando la matan” como decían mis mentores… ¿Cuantas veces se cumple el “siempre” o el “nunca”? ¿Quiere ser ud. La excepción a esas reglas y descubrirlo? El concepto subyacente que todos vemos es, por ponerle un nombre, “Inteligencia empresarial”. Recuerdo un caso en el que el dueño me recordaba que para eso está el seguro para pagarle los daños. Y a eso le replique de la siguiente forma: “Podré pagarle la planta, las mercancías, los operarios que se le quemen, la pérdida de beneficios o paralización (disculpen que frivolice pero entenderán a donde estoy apuntando), es decir, todo. Pero hay una única cosa que no le podré pagar”. Él me pregunto, -“ El que no me  vas a pagar?” A lo que sentencie la discusión con – “que mientras usted está un año reconstruyendo fuera de juego sus clientes no le van a esperar”. Cambió su semblante entendiendo lo mucho que cuesta fidelizar un cliente y lo feroz que puede ser la competencia, más aun, cuando la desgracia ha llamado a tu industria. Por supuesto aquel señor instaló las BIE´s, por lo que le felicito en el marco de esa “Inteligencia empresarial”. En este partido, las excusas suelen sonar absurdas incluso para quien las abandera…

“Implementaremos estos cambios” Vs. “La empresa lo estudiará”

Una vez más, nos encontramos frente a un requerimiento en vez de una recomendación. La detección de humo me pondrá en camino a los bomberos desde el primer instante. No disponer de este sistema puede significar que los bomberos acudan cuando su empresa sea un resplandor en la colina. Pero hay cosas que no se dicen pero están ahí, como por ejemplo, que con detección automática de humo el riesgo de su empresa bajará y por tanto la prima del seguro. Así que es un sistema que de per se obtiene una comodidad en los presupuestos pues conlleva esa rebaja en la prima, o al menos conceptualmente. Pero aún hay más… Las empresas serias se sienten incomodas, es decir, ¿cómo han podido estar todo este tiempo sin esa mejora? No aceptamos ni un díamás estar en ese nivel de riesgo. Instalemos la mejora propuesta mañana mismo. De ahí el tiempo verbal futuro simple en contraposición al condicional simple.Para las empresas menos dispuestas siempre aparece el argumento de “la crisis”. De nuevo es una excusa. La crisis, para nada buena, ha tenido un efecto criba en el tejido empresarial. Las empresas que no tenían sus cuentas en plena forma han caído y todo y esto de las sanas también, pero es más fácil buscar una aseguradora que transija con mis deficiencias que planificarme el gasto… También hay que decirlo como casuística existente.

“Te envió esta documentación hoy mismo” vs. “ah, sí, ¿aún no se lo hemos enviado?” (hace un mes o más)

Las empresas serias se benefician de esta sinergia con las aseguradoras. Es una simbiosis declarada. Ni tu ni yo queremos siniestros, dime cómo puedo mejorar y lo hare. Cuando una empresa contrata un seguro no siempre busca precio. Muy a menudo quiere la “plena confianza”, que aunque sea más caro responda, sin letras pequeñas, sin artificios legales ni contractuales. En ello va el pan de muchas familias, así que las empresas que muestran una prevención activa suelen acoger y agradecer la asesoría de su aseguradora. Muchas veces esto no es de palabra y requiere de un estudio de oficina, sobre un plano, verificando si la Euroclase es la correcta, si las bombas al 50% no superaran una exigencia NFPA… y ahora la palabra mágica: GRATIS. En el otro lado de la balanza mis amigos de la prevención pasiva, que esperan y desean que después de un mes te hayas olvidado del certificado que les pediste, a ver si pasamos sin él. Ante tu insistencia han llegado a aparecer documentos confeccionados para la ocasión, como presupuestos…

La última: “¿Te acuerdas de nosotros?, tenemos una duda que consultarte” Vs “ […] “

A tenor de la sexta diferencia se produce la séptima. Las empresas focalizan sus esfuerzos en sus actividades pero es habitual que crezcan, que modifiquen líneas de producción, que tengan un nuevo vecino o dejen de tenerlo, que están pensando en ampliar en aquella nave del polígono, que acaban de comprar una máquina de control numérico y no saben si están correctamente protegidos ante los rayos… etc. Si en tu compañía de seguros hay un asesor, ¿por qué no llamarlo? Que nos eche un vistazo o que nos indique. Ya conociéndonos esto puede ser una conversación telefónica, un cruce de correos o una nueva visita. También hay que decir que el asegurado, por la Ley de Contrato de Seguro, está obligado a comunicar a la aseguradora cualquier cambio que en favor o detrimento modifique el riesgo. En cambio, de las otras empresas nunca más se supo…

Bueno, pues está claro que las primeras afirmaciones corresponden a las de tipo “A” y las segundas a las de tipo “B”. Las empresas “A” son empresas de futuro, con miras a mercados internacionales o ya en ellos, de mentalidad abierta y tienden incluso a sobredimensionar algunas de las medidas de Prevención (pero eso nunca está de más). Se las puede calificar de vanguardistas. Alguna incluso invita a los bomberos y a las escuelas. Su siniestralidad es menor.
 

Las empresas “B” son resistentes a los cambios y más cuando suponen una inversión que no implica un beneficio inmediato y tangible. Entrañan un riesgo adicional porque suelen comulgar con sus puntos débiles como si no existieran. Desafortunadamente forman ese estereotipo de empresa clásica española donde la prevención es más un formalismo que una manera de entender la vida. Desafortunadamente para muchos que confiaban en sus directores, el día que la planta se quemó todo fueron lágrimas.

Ah, y se me olvidaba. Podrán observar que en el texto aparecen argumentos a favor de la prevención. Les digo, son argumentos absolutos, no se pueden discutir. No existe una excusa que justifique una manguera sin presión, expuesta de adorno. La gran ventaja de mi profesión es que casi siempre tengo razón, y por si me equivoco, que también me equivoco, pongo el “casi”.

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